Valoración mental


Las áreas de valoración y actuación que se identifican con claridad son las siguientes:
• Área Social.
• Área Física.
• Área Mental. 

La valoración mental incluye realizar el estudio tanto de la esfera cognitiva como de la esfera afectiva y tener en cuenta las variables implicadas en la fragilidad de ambas áreas.

Valoración cognitiva.

La prevalencia del deterioro cognitivo alcanza un 20% en personas mayores de 80 años, por lo que es necesario valorar esta área. La importancia de una detección del deterioro cognitivo es esencial tanto por su implicación sobre las áreas funcional y social como por su incidencia en el proceso de programación de actividades.

Independientemente de las informaciones que nos aporten la familia y la persona mayor, resulta conveniente realizar una exploración que permita detectar cualquier problema a este nivel. 

Es frecuente encontrar personas mayores con importante deterioro cognitivo cuyos fallos de memoria la familia considera propios de la edad.

Desde el primer contacto con la persona mayor, ésta nos proporciona información que debemos saber analizar: su manera de caminar, la inestabilidad o torpeza al sentarse, su manera de saludarnos, el tono de su voz, su aseo personal, su indumentaria, es decir, una gran cantidad de información útil para aproximarnos a su situación mental y afectiva.

A la hora de realizar la valoración cognitiva, se debe profundizar acerca de:
- Nivel de escolarización y profesión.
- Presencia de factores de riesgo cardiovascular como hipertensión,
diabetes, fibrilación auricular.
- Historia familiar de demencia y antecedentes psiquiátricos.
- Consumo de fármacos y tóxicos.
- Orientación temporal, espacial y personal.
- Memoria, existencia de quejas de deterioro de memoria.
- Existencia o no de problemas en el reconocimiento de familiares y
amigos.
- Lenguaje, capacidad de abstracción/juicio y toma de decisiones.
- Trastornos de conducta: delirios, agitación psicomotriz, alucinaciones, ritmo vigilia-sueño, hipersexualidad, vagabundeo, auto y/o heteroagresividad física y/o verbal, lenguaje ofensivo, comportamiento social inadecuado, etc.

Escalas para la valoración cognitiva.

Para la valoración cognitiva contamos con numerosos tests, de los que destacamos los siguientes:

Valoración afectiva.

La depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente en las personas mayores dependientes, produciendo importantes repercusiones sobre su situación funcional y cognitiva. Este diagnóstico se suele realizar preferentemente a través de la entrevista clínica, incidiendo en acontecimientos vitales desencadenantes, y también a través de la observación de detalles significativos como su manera de caminar, su actitud, su aspecto físico, el tono de voz, etc.

Cuando la persona mayor dependiente presenta síntomas depresivos, normalmente ese estado viene aparejado con síntomas somáticos como pérdida de peso, ansiedad, deterioro de la capacidad funcional e irritabilidad.

Así mismo la ansiedad es uno de los principales síntomas afectivos en personas mayores. Proporciona un estado de malestar y aprensión o angustia desproporcionada al estímulo que la desencadena, agravando los cuadros depresivos y molestias físicas.

Debemos preguntar acerca de:
• Estado anímico y labilidad emocional.
Anergia/hipoergia.
Anhedonia/hipohedonia.
• Trastorno del apetito.
• Trastorno del sueño.
• Signos de ansiedad.
• Ideación de muerte. Ideación o tentativas autolesivas.
• Quejas somáticas.

Escalas para la valoración afectiva.


De cara al diseño del PAI es necesario, asimismo, conocer la facilidad de participación en distintas actividades, bien por iniciativa propia o bien en las promovidas por el servicio residencial o centro de día. Ese grado de iniciativa y participación va a tener en cuenta los siguientes aspectos:
• Facilidad o no de relacionarse con otros y de participación en distintas actividades.
• Facilidad o no para realizar actividades planifi cadas y por iniciativa propia.
• Nivel de capacidad para establecer sus propios objetivos.

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