La discapacidad intelectual no es una enfermedad; es una forma diferente de ser. Una condición diversa de estar en el mundo, que se acompaña por un funcionamiento intelectual significativamente inferior a la media. Este funcionamiento se manifiesta antes de los 18 años, y debe coexistir con dificultades adaptativas en áreas como la comunicación, en el cuidado propio, la vida en el hogar, habilidades sociales, uso de la comunidad, autodirección, cuidado de la salud y seguridad, necesidades educativas específicas, ocio y trabajo.
Estas dificultades específicas no deben definir a la persona con esta diversidad de ser ya que, como en todos, conviven con otras habilidades estadísticamente normales. Con apoyos adecuados y sostenidos el tiempo necesario, el funcionamiento global de la persona con discapacidad intelectual le permite desarrollar una buena calidad de vida.
La tarea primordial es detectar las limitaciones y capacidades en función de la edad de la persona y de sus expectativas futuras, con el fin de proporcionar los apoyos necesarios en cada una de las dimensiones o áreas en las que la vida de la persona se expresa y se expone.
A pesar de que existen 750 síndromes genéticos reconocidos que pueden cursar con alteraciones en el funcionamiento intelectual, la capacidad de adaptación, etc. aún hoy en día, no se conoce la causa que origina la discapacidad intelectual en gran parte de los casos en los q ue se manifiesta. Los datos sobre las causas de origen no genético son difíciles de precisar; pueden producirse durante el embarazo, en el parto o a lo largo de los primeros años de vida.
La aparición de la discapacidad intelectual no puede ser definida por un elemento único.
Como en cualquier persona, las capacidades se conforman por la conjunción de una serie de condiciones, tanto inherentes a la persona (herencia genética, experiencias y aprendizajes que modelan sus rasgos de personalidad, etc.), como vinculadas a su relación con el entorno, físico y social, así como de los recursos de los que dispone o de los que carece para afrontar esa relación.
Barreras y obstáculos
Dado que la discapacidad intelectual se manifiesta cuando una persona con necesidades de apoyo significativas interactúa con el medio que le rodea, depende, fundamentalmente de las barreras u obstáculos que se encuentre en ese entorno. Según éste sea más o menos facilitador, la discapacidad tendrá diferentes expresiones en la vida cotidiana. Y en base a las necesidades que surgen de esa interacción, podremos delimitar, siempre contando con la percepción de la propia persona con discapacidad intelectual, los apoyos adecuados en cada momento y en cada situación.
Al hablar de discapacidad intelectual, se debe hacer hincapié, más que en las limitaciones, en los apoyos que precisa la persona para vivir una vida propia, de calidad, en relación con su entorno. Esos apoyos son los recursos y estrategias precisas para la mayor adaptación del medio a la propia persona, en busca de su mayor bienestar. En base al tiempo necesario de los apoyos, se clasifican en: intermitentes, limitados, extensos y generalizados.
Algunas cifras:
- A escala mundial, se estima que hay algo más de cinco personas con discapacidad intelectual por cada 1.000 habitantes (5,03%).
- En España, la confederación Feaps considera que viven casi 300.000 personas con discapacidad intelectual.
- En Euskadi, están registradas 13.500 personas con discapacidad intelectual
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Extraído de Gorabide Asociación Vizcaina en favor de las personas con discapacidad intelectual
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