El trabajo del profesional de atención sociosanitaria en general y los programas de intervención de apoyo, refuerzo, o mantenimiento de la autonomía personal de las personas con discapacidad intelectual o trastornos del desarrollo se deben basar en valores centrados en el
respeto a la dignidad de la persona (ACP), independientemente de su
capacidad de comprensión o de la naturaleza y gravedad de sus
conductas problemáticas.
Esto implica que se debe optar por
intervenciones que no estigmaticen a la persona con discapacidad y
que, como tales, serían aceptables y asumibles en cualquier contexto
ordinario y en relación con personas de su misma edad que no
tuvieran discapacidad.
Es necesario, además, que las intervenciones tengan en cuenta las
preferencias y metas de la persona con discapacidad, en lugar de
limitarse a conseguir resultados considerados importantes y
significativos únicamente para el personal que le atiende o para sus
familiares.
En el marco de la Planificación Centrada en la
Persona, debe ofrecer a la persona con discapacidad toda una
variedad de oportunidades: facilitar el establecimiento y el
mantenimiento de relaciones de amistad; mejorar las relaciones
sociales; participar en actividades ordinarias de ocio o trabajo y
otras actividades comunitarias; acceder a actividades o situaciones
que la persona con discapacidad aprecia y disfruta; y potenciar su
capacidad para tomar decisiones, aumentando su abanico de
oportunidades para elegir.
Mejor os lo explica Ibai junto con Enrique Villareal
;-)
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