Antonio, 83 años, recibe atención integral en un centro residencial especializado en demencias. Diagnóstico principal de demencia tipo Alzheimer en fase muy avanzada, incapacidad para realizar las AVD, incontinencia urinaria y fecal, rigidez muscular. Forma parte del programa de pacientes inmovilizados, pasando la mayor parte del tiempo encamado.
Ana y Jose Luis son dos profesionales de atención sociosanitaria que trabajan en el centro. Saben que en estas fases muy avanzadas de la demencia de tipo Alzheimer el lenguaje y la comprensión están severamente afectados. En la formación que han recibido, en las lecturas que han realizado sobre el tema y sus años de experiencia, les han permitido observar cómo se manifiesta la afasia global en este estadio avanzado de la demencia de tipo Alzheimer suele observarse: mutismo, repetición de palabras sin sentido, balbuceos, emisión de sonidos guturales, gruñidos, lloros, gritos, carcajadas y agitación motriz (se aferran a las sábanas o tratan de retirarlas, incorporarse, te agarran del brazo..)
Con ese conocimiento y esa experiencia, y buena actitud, Ana y Jose Luis, se disponen a entrar en la habitación de Antonio para realizar los cambios posturales y movilizaciones pautados.
Ana toca delicadamente la puerta y ambos entran en la habitación, cerrando la puerta tras de ellos. Inmóvil en la cama, Antonio no abre los ojos.
Jose Luis le nombra suavemente y le saluda amigablemente. Ana sonríe y le toca con cariño un hombro, contándole amablemente que va a subir la cama y bajar las barandillas de seguridad, prometiendo hacerlo con cuidado y despacio.
Ambos profesionales saben que centrarse en la persona, es tener en cuenta de que con independencia de su estado cognitivo las personas con demencia de tipo Alzheimer son personas únicas y poseedoras de dignidad. Por tanto, Antonio debe ser tratado con consideración y respeto.
Supone, independientemente de su estado de vigilia, expresar amablemente qué se le va a hacer y qué se le está haciendo sin infantilizar el trato. Saben que mientras realizan las movilizaciones no es respetuoso tener conversaciones paralelas entre ellos o hablar de Antonio como si éste no estuviera.
Antes de cada movilización, Ana le cuenta lo que van a hacer, cuida su entonación y ambos le prodigan un contacto físico coordinado, amigable que demuestra calma y tranquilidad y no prisas ni impaciencia.
En la última movilización, al colocar la almohada, de repente Antonio, abre los ojos. Frunciendo el ceño, empieza a gemir y a revolverse en la cama, tratando de incorporar la cabeza.
Los dos profesionales saben que una buena práctica de comunicación exige reconocer cualquier intento de comunicación que las personas con demencia de tipo Alzheimer en estadios avanzados realicen. Los gritos, el llanto, los gemidos, balbuceos, palabras sin sentido que estas personas puedan emitir deben ser tratadas como expresión válida de algo. Han aprendido que es importante no ignorar estas expresiones, ni reprimirlas, ni enfadarse o mostrar impaciencia o irritación ante ellas.
Ane y Jose Luis, inmediatamente interrumpen lo que están haciendo; Jose Luis se mantiene a su lado buscando el contacto ocular con Antonio, le sonríe y le transmite amabilidad y calma con frases y palabras en un tono bajo y con voz cariñosa: "todo va bien, tranquilo, estoy a tu lado". Antonio le toca la cara y Jose Luis aprieta suavemente el dorso de la mano del residente manteniéndola un rato en la mejilla en silencio.
Ana observa la escena en silencio mientras termina de arreglar la cama tras la última movilización, sabe que no tiene que competir con Jose Luis por las personas residentes. Al minuto, Antonio retira su mano y suspirando cierra los ojos. El profesional de atención socionsanitaria se mantiene unos segundos acariciando la mano de Antonio, en silencio hasta que al minuto se duerme y empieza a roncar.
Los dos profesionales se despiden amablemente de Antonio cerrando la puerta con cuidado. Y por el pasillo comentan la escena.
Ana observa la escena en silencio mientras termina de arreglar la cama tras la última movilización, sabe que no tiene que competir con Jose Luis por las personas residentes. Al minuto, Antonio retira su mano y suspirando cierra los ojos. El profesional de atención socionsanitaria se mantiene unos segundos acariciando la mano de Antonio, en silencio hasta que al minuto se duerme y empieza a roncar.
Los dos profesionales se despiden amablemente de Antonio cerrando la puerta con cuidado. Y por el pasillo comentan la escena.
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