Rosa, 65 años, invita todos los viernes a su grupo de amigas, algunas con cierto grado de dependencia, a su casa a jugar a las cartas. En la casa viven su hija, con su marido, y sus dos nietos. La televisión está puesta a un volumen considerable, por lo que, para entenderse mejor entre ellas, se van a la mesa que se encuentra al lado de la puerta, donde la luz es menor y la puerta está abierta, por lo que hay corriente. Además, en el exterior están haciendo obra, contribuyendo esto a aumentar el ruido que hay en la sala donde juegan a las cartas. Al final, el grupo decide no jugar, cada una se va a casa.
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El domicilio de las personas dependientes debe estar adaptado a sus necesidades. La adaptación de la vivienda, además de prevenir situaciones peligrosas, evitar comportamientos problemáticos, tiene beneficios psicológicos y aumenta la calidad de vida de las personas dependientes.
Hay ciertos elementos ambientales que están afectando negativamente al bienestar de Rosa y su grupo de amigas: la temperatura (hay corriente), iluminación (no es uniforme), ruidos (de la televisión y de las obras del exterior)
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