Caso práctico: competencias profesionales del/de la Profesional de Ayuda a Domicilio

Rosa, la directora de una empresa de ayuda a domicilio, entra por la puerta de su oficina. Al pasar por la máquina del café se encuentra con Antonio, el supervisor del equipo de profesionales de ayuda a domicilio.  Está tomando un café con la mirada perdida, muy ensimismado en sus pensamientos.

“¿Qué te pasa Antonio?”, le pregunta la directora. “Estoy preocupada, la señora María Izquierdo me ha pedido que le cambie a la auxiliar que le levanta por las mañanas. Rosana, esa chica nueva que acaba de obtener el certificado de atención a personas dependientes en domicilio y que en el centro formativo nos dijeron que sacaba muy buenas notas. La residente dice que no le gustan sus maneras. Le he preguntado qué tal la higiene y me ha dicho que bien. Le he preguntado si ha sido brusca, y me ha dicho que no. Al final me ha dado la siguiente sentencia: “A ver, la cosa no está en qué hace, sino cómo lo hace, y a quién se lo hace. Yo no quiero que me haga las cosas cómo ella cree que me las tiene que hacer, cómo dice hacérselo a todo el mundo, yo quiero que me cuide y que me ayude cómo a mí me gusta”.

Antonio prosiguió su exposición: “Y es más, me ha pedido nuevamente a Carmen. Me dice que ella sí que es una auxiliar 10. Que aunque pone garbo y ya sabe que no le sobra el tiempo, siempre está por ella, le encanta cómo la trata y cómo la hace sentir”.

La responsable del centro y el supervisor, tras reunirse formalmente,  acuerdan esperar un día más a plantear el cambio. Mientras, Antonio se encargará de supervisar a Rosana y Carmen para observar la manera de trabajar de ambas y si realmente hay aspectos diferenciales significativos.

A la mañana siguiente Antonio acompaña a Rosana hasta la casa de la Sra. María con la excusa de hacer una valoración del estado del domicilio. Rosana ha entrado sin llamar, sin quitarse el abrigo abre la puerta de la habitación de Maria dejándola abierta de par en par, por lo que Antonio ve y escucha la escena perfectamente desde la cocina.

Rosana: "¡Buenos días!… ¡Venga dormilona que es hora de levantarse!".

Se oye levantar de un sólo gesto la persiana de la habitación haciendo un ruido brusco.

María: "Tengo sueño, mucho sueño".

R: "Yo si que tengo sueño. ¡Qué vas a tener sueño, es hora de levantarse! Venga va... sal ya de la cama que tengo solo 2 horas.

M: "Me duele la barriga".

R: "Buff, María, Marieta, María de la O..., que ya estamos con las excusas, va venga levántate que ya toca. A ver qué te pongo hoy...”.

Se oye a Rosana trastear en el armario.

M: "Ese jersey no me gusta es muy feo".

R: "¿Cómo que es muy feo mi amor?, es maravilloso, vas a estar muy guapa con él, vas a ligar hasta con Richard Gere, ahora que le gustan las de aquí... tú déjame a mí que yo entiendo mucho".

Se les oye en el baño. Rosana está presuntamente desvistiendo a María.

R: "¿Qué te pasa cariño?, que no te voy a hacer nada! ¿tienes vergüenza? No mujer que yo no me como a nadie... que sólo te voy a bañar... ¡Al agua patos!"

M: "¡Ahhh… está fría!".

R: "Qué no... que no está fría que lo que pasa es que tú la notas fría... está superbuena, yo me ducho todos los días con agua fría, ¡es supersano!".

Antonio pensó que ya tenía la suficiente información. Algo le decía que ya tenía pistas de a qué se refería la Sra. María Izquierdo. Sin embargo, y tal y cómo había quedado con la directora, con la misma excusa acompaña a Carmen al domicilio de Lupe. Carmen llama a la puerta y tras esperar un minuto entra cerrando suavemente la puerta detrás de ellos. Tras llamar a la puerta, la abre con cuidado.

Carmen (a Antonio en un susurro): voy a cerrar

Antonio se queda detrás de la puerta para escuchar la conversación.

Carmen: "Buenos días, Lupe... ¿Cómo has dormido?

Se oye a Carmen con voz muy bajita... 

“Voy a levantar la persiana un poquito para que entre luz, hace un día precioso de invierno. ¿Así va bien? ¿Te parece que la dejemos a esta altura o la subo un poco más? Sé que te molesta la luz en exceso por las mañanas”.

“Si te parece nos vamos levantando...”.

Lupe: "Me duele la pierna".

C: “No te preocupes, voy a tener mucho cuidado, yo me ocupo nada más salir de aquí se lo comento a mi responsable. ¿Qué te vas a poner hoy? ¿Prefieres el jersey rojo o el verde? Hace frío. Te aconsejo que te abrigues.

L: “Prefiero el rojo y la chaqueta más gordita a juego que si dices que hace frío la prefiero, está viejecita pero yo le tengo mucho cariño y voy muy a gusto”. “Me guardas un secreto, me la regaló un novio que tuve hace unos años”.

C: “Tranquila, quedará entre nosotras”.

Se oyeron risas cómplices.

Antonio se alejó de la habitación directo a la oficina.  Había comprendido perfectamente lo que había querido decir la Sra. Ana Izquierdo el día anterior. La diferencia no estaba en lo que se hacía sino en cómo se hacía y en las habilidades, maneras de hacer y de actuar... es decir en las competencias, pero no las técnico-profesionales, sino en las sociopersonales... y humanas.
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Los/as profesionales de atención sociosanitaria de personas mayores dependientes en domicilios no solo tienen que tener conocimientos (saber hacer) sino también habilidades y experiencia (hacer) y la actitud o motivación (querer hacer) para ser competentes. En el ejemplo se ve la diferencia en los "cómos" y en como afecta a la relación y confianza con las personas residentes. 

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