No existe la buena o la mala comunicación, la mucha o la poca, la falta o el exceso de la misma. ¡Todo es comunicación! Actividad o inactividad, palabras o silencio, tienen siempre un valor de mensaje, influyen en los demás, quienes a su vez no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y, por ende, también comunican. Watzlawick, Beavin y Jackson (1981)
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