La disartria y la afasia son cuadros que suscitan cierto desconcierto, principalmente porque ambos son problemas de comunicación que pueden ser el resultado de un daño cerebral adquirido, e incluso ocurrir al mismo tiempo. Aunque también es muy probable que ocurra uno y el otro no (Benjumea Garcés et al., 2017). Por esto, resulta fundamental tener conocimiento de las características particulares con el fin de poder discriminarlos y realizar un diagnóstico diferencial, en los casos que así lo amerite. Tras esto, se optaría por el tratamiento correspondiente de la alteración o por un acercamiento comunicativo diferente por parte de sus cuidadores y cuidadoras.
La disartria se define como un “trastorno de la producción del lenguaje debido a problemas neuromusculares que afectan a los elementos que intervienen en la articulación del lenguaje” (Puyuelo, 2001). La disartria es una afectación neurológica (a nivel de sistema nervioso central y periférico) que produce dificultades en la programación o ejecución motora dando lugar a la presencia de alteraciones en la fuerza, el tono, la extensión, la velocidad y la repetición de los movimientos realizados por el sistema muscular encargado de la producción del habla y que interviene, por tanto, en la respiración, fonación, resonancia, articulación y prosodia. La disartria es un problema motor que afecta al habla, existiendo una articulación anormal de sonidos o fonemas por la activación defectuosa de los músculos faríngeos oromandibulares. Aspecto que impacta en la velocidad, potencia, sincronización y precisión del habla. Así pues, queda afectada la ejecución motora del habla. Esto se se debe a alteraciones del sistema nervioso central, nervios, unión neuromuscular y músculo. Por lo que la fonación, respiración y prosodia (melodía del lenguaje) pueden verse perjudicados (Berthier et al., 2011). De esta forma, la persona que lo presenta posee el lenguaje para hablar pero mal pronunciado, además de que este es difícil de comprender debido a la debilidad muscular o parálisis.
Cabe destacar que la disartria refiere a un trastorno del habla. Estos son alteraciones de distinto origen (bucofonatorio o neurológico) que afectan a parámetros de la elocución, como cualidades acústicas de la voz (intensidad, tono y timbre), fluidez, pronunciación o la articulación de los fonemas y palabras, pero en las que el lenguaje se encuentra preservado. Es decir, es una alteración muscular del habla.
Por el contrario, la afasia es un trastorno del lenguaje. Su alteración se centra en la comprensión y/o en la expresión (afasia comprensiva y/o expresiva). Cuando afecta a ambas, se denomina afasia global
De esta forma, la disartria es la dificultad para pronunciar palabras, puesto que la capacidad de comprender y usar el lenguaje no se afecta, mientras que la afasia es la dificultad para producir el lenguaje (expresarlo y/o comprenderlo)
Por último, otra distinción útil radica en la causa principal de cada trastorno. Y es que, la afasia se debe a un accidente cerebrovascular u otra lesión cerebral, sin embargo la disartria puede ser originada por muchas otras afecciones. Entre estas la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad de Parkinson, parálisis cerebral, esclerosis múltiple, enfermedad de Huntington o la distrofia muscular
A diferencia de las afasias, que son trastornos del lenguaje, la disartria es un problema de articulación del habla. La disartria como trastorno de la realización motora del habla puede encontrarse en las personas con Parálisis Cerebral. El habla depende de la habilidad para controlar los pequeños músculos de la boca, la lengua, el paladar y la cavidad bucal. Las dificultades para hablar que tienen las personas con parálisis cerebral suelen ir unidas a las de tragar y masticar. La mayoría aprenderán alguna clase de comunicación verbal, mientras que los más afectados podrán encontrar una gran ayuda a través de sistemas alternativos de comunicación.
La disartria es por tanto un trastorno de la programación motora del habla. Los músculos de la boca, la cara y el sistema respiratorio se pueden debilitar, moverse con lentitud o no moverse en absoluto después de un derrame cerebral u otra lesión cerebral. El tipo y la gravedad de la disartria dependerán de qué parte del sistema nervioso se vea afectada.
En el vídeo podemos observar la expresión de la disatria debida a una lesión medular
La persona con disartria puede exhibir cualquiera de los siguientes síntomas, dependiendo de la magnitud y ubicación de la lesión al sistema nervioso:
- "Arrastrar" las palabras al hablar
- Hablar muy bajito o ser apenas capaz de susurrar
- Hablar con lentitud
- Hablar con rapidez y "entre dientes"
- Movilidad limitada de la lengua, los labios y la mandíbula
- Entonación (ritmo) anormal al hablar
- Cambios en el timbre la voz (voz "nasal" o sonar "tupido")
- Ronquera
- Voz entrecortada
- Babeo o escaso control de la saliva (sialorrea)
- Dificultad al masticar y tragar (disfagia)
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