El entorno familiar de la persona en situación de dependencia debe considerarse a la hora de intervenir, pues también es su objeto (no solo el usuario o usuaria).
En primer lugar queremos referirnos al concepto de familia como un sistema donde la interacción entre sus miembros tiene una jerarquía, unos límites y unas funciones que se autorregulan internamente en permanente relación con su contexto. Se trata de un concepto muy amplio y flexible que requiere considerar todos los vínculos más allá del parentesco o de la tutela legal. Partiendo de esta variabilidad de circunstancias familiares, nos propusimos diferenciar la intervención con familias de la intervención con la persona con discapacidad, entendiendo a la familia como elemento clave con necesidades propias.
En España, las unidades convivenciales están compuestas principalmente por diferentes tipos de familia.
1. Las más frecuentes son las familias nucleares (64 %), que están formadas por dos cónyuges y al menos uno de los hijos. Los cuidadores conviven en el mismo domicilio que la persona dependiente.
2. El segundo lugar lo ocupan las familias de tipo conyugal (16 %), es decir, formadas por los dos cónyuges, en las que cada uno cuida del otro.
3. El tercer tipo más frecuente son las familias monoparentales (8 %), están formadas por uno de los padres (viudo o separado), el cual convive con uno o dos hijos. Con frecuencia el cuidador vive o en un lugar cercano o en el mismo domicilio de la persona dependiente.
4. Las familias unipersonales (6 %), formadas por un solo miembro.
5. Las familias extensas (4 %), formadas por padres, varios hijos y otros familiares. En estas familias la persona dependiente rota de cuidador o por varios domicilios.
La unidad convivencial familiar se convierte en la unidad básica y en la principal red de apoyo psicosocial, sobre todo en situaciones de vejez, discapacidad y enfermedad, momentos en los que la dependencia causa un gran impacto en la dinámica familiar.
Cuando un miembro de la unidad convivencial presenta falta de autonomía en su vida diaria, la familia puede hacerse cargo de la situación de los cuidados, tanto en las demandas instrumentales como emocionales, o bien optar por contratar a un asistente personal profesional.
El principal objetivo para el profesional o la profesional es ser un referente y una persona cercana y estable, que acompañe a la familia en todas las etapas de la vida de la persona con discapacidad o en situación de dependencia, especialmente en los procesos de cambio. Independientemente de a qué organización pertenezca el/la TAPSD, si trabaja a título privado o adscrito a alguna entidad, debe conocer los recursos disponibles e intentar favorecer a la familia orientando hacia el camino que mejor y más rápido resuelva un problema o satisfaga sus necesidades. Otro punto que conviene tener en cuenta es la difusión del información, es decir, promover la accesibilidad informativa para que las familias conozcan las posibilidades de ayuda que tienen a su alcance.
El proceso de intervención familiar o individual debe basarse en un modelo que ofrezca un soporte teórico fundamentado, más allá de la opinión subjetiva y del ‘a mí me parece que...’
Desde los años 80 el desarrollo de iniciativas de atención a las familias con miembros con discapacidades ha ido aumentando, interesándose por la identificación de las prioridades familiares, la autodeterminación familiar y la familia como unidad de apoyo. El reto actual supone trasladar estos planteamientos a la práctica y establecer formas de colaboración eficaces. Actualmente contamos con importantes redes de organizaciones de apoyo consolidadas que facilitan la atención a la familia y a la persona con discapacidad, sin embargo, dar una respuesta integrada a las necesidades es una tarea compleja. Se necesitan estrategias que combinen la planificación centrada en la persona y la planificación centrada en la familia.
La familia es un entorno ejerce un papel significativo en la vida de la persona en situación de dependencia, ya que puede satisfacer muchas necesidades al mismo tiempo: emocionales, de cuidados, económicas, de compañía, domésticas, de seguridad, etc.
Características del entorno familiar para las personas en situación de dependencia:
• La estimulación que ofrece a sus familiares con dependencia es esencial para el desarrollo.
• La familia es la que ofrece el apoyo, la protección y los cuidados más cercanos, y a veces exclusivos.
• Para la persona mayor, la familia es el entorno de siempre. Los cuidadores más habituales son los hijos a quienes un día cuidaron, o la pareja.
• Para la persona con discapacidad, la familia es parte del motor de su desarrollo y evolución, sobre todo si aquella se da desde el nacimiento.
- Para la persona enferma, es el apoyo emocional, la seguridad y el consuelo, así como los cuidados.
De las competencias del TAPSD que tienen una estrecha relación con el entorno familiar de las personas en situación de dependencia, se señalan las siguientes:
• Organizar las actividades de atención a las personas en situación de dependencia favoreciendo su colaboración y la de la familia, teniendo en cuenta las directrices establecidas en el plan de atención individualizada (PAI).
• Asesorar a la persona en situación de dependencia, a los familiares y cuidadores no formales, proporcionándoles pautas de actuación a seguir en el cuidado y atención asistencial y psicosocial, adecuando la comunicación y las actitudes a las características del interlocutor.
Es imprescindible, para el cuidador informal, cuidarse para poder cuidar.
ResponderEliminarhttps://youtu.be/3H9Iko_Vnfk