Alzheimer y demencia son conceptos distintos, aunque
estrechamente relacionados, porque el Alzheimer es la principal
causa de demencia.
La enfermedad de Alzheimer es una larga
enfermedad cerebral producida por cambios patológicos que van
alterando el funcionamiento de las neuronas. Durante muchos
años no da síntomas, porque el cerebro tiene cierta capacidad
para ir compensando estas alteraciones. Pero llega un momento
en que ya no lo puede “ocultar” más, y es cuando empiezan a
aparecer los indicios de deterioro cognitivo, normalmente con los
problemas de memoria, que terminarán en una demencia.
Una demencia es un conjunto de signos y síntomas
producidos por una alteración cerebral que provoca la
pérdida de capacidades cognitivas de la persona afectada,
normalmente junto con alteraciones del estado de ánimo y
de la conducta, lo que impide que la persona pueda llevar
a cabo independientemente sus actividades cotidianas. Por
tanto, conlleva una pérdida de autonomía y la consecuente
dependencia de terceras personas.
Se calcula que 1 de cada de 10 personas mayores de 65 años
padece algún tipo de demencia y, aproximadamente, un 75% de
los casos es debida a la enfermedad de
Alzheimer.
La demencia senil, como tal, no
existe. Cuando una persona presenta
demencia, sea a la edad que sea,
es porque algo la está causando,
pero no es una consecuencia del
envejecimiento. Es un término que se
solía emplear con frecuencia cuando
no se tenía tanto conocimiento acerca
de los distintos tipos de demencia
y sus causas. Es muy probable que
muchos de los casos que se atribuyeron
erróneamente a “demencia senil”,
fueran, en realidad, demencia por
Alzheimer
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