Medicación y personas con Alzheimer

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¿Qué hacer si se niega a tomar la medicación?

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    Medicamentos para la enfermedad de Alzheimer


  • Cuando se analizan las sujeciones químicas los grupos farmacológicos más utilizados son los que actúan sobre el Sistema Nervioso Central, es decir, benzodiacepinas (lorazepam, lormetazepam, diazepam…), neurolépticos (haloperidol, risperidona, tiapina…), hipnóticos/sedantes (clometiazol), antidepresivos sedantes (trazodona) y antiepilépticos con efecto sedante (gabapentina). Debemos considerar como sujeción química al uso de psicofármacos que limiten o restrinjan la movilidad y comprometan las actividades de la vida diaria (levantarse, vestirse, bañarse, ir al baño, etc.), así como el funcionamiento mental (enlentecimiento del pensamiento), con el objetivo de controlar una conducta inadecuada o molesta (vagabundeo, rechazo de los cuidados, etc.). Es decir se utilizan de manera deliberada e intencional fármacos por conveniencias organizativas y no en beneficio de la persona. La definición deja claro que se refiere a la utilización de forma consciente de farmacos para controlar un problema de base no psiquiátrica, ni médica, para el que existe mejor tratamiento, y que acaba limitando o restringiendo los movimientos o actividad física y actividades de la vida diaria de la persona residente con Enfermedad de Alzheimer u otro tipo de demencia así como su funcionamiento mental. En tal sentido, el uso de cualquier antipsicótico para controlar síntomas negativos como los delirios, las alucinaciones, o la agresividad en un enfermo de Alzheimer, en un síndrome confusional, o en un cuadro psicótico, no constituiría una sujeción-restricción si no existe otra alternativa terapéutica; pero sí cuando éstos se utilizan para el tratamiento del vagabundeo o de otros síntomas o condutas molestas para los que existen otras alternativas como la intervención ambiental (en el contexto físico y en el contexto social). Por otra parte, debemos recalcar que la utilización de cualquier psicofármaco o cualquier otro medicamento fuera de las indicaciones bien definidas, debe considerarse siempre como una mala praxis. Es una cuestión compleja, tanto de investigar como de controlar, ya que incorpora la intención como requisito para que sea considerada sujeción, y las intenciones no son fáciles de desvelar. Por otra parte, ha de tenerse en cuenta que, las personas mayores a menudo están polimedicadas, y por tanto son más susceptibles y vulnerables para sufrir interacciones o reacciones adversas medicamentosas con los medicamentos que toman, debiendo ser muy cautos y sopesar concienzudamente la prescripción de un nuevo medicamento; máxime si pertenece a determinados grupos farmacológicos “altamente sensibles” como los psicótropos que constituye el tercer grupo farmacológico en cuanto a producción de reacciones adversas. En aquellos casos en los que una vez evaluado, resulte imprescindible su prescripción, deberá efectuarse un seguimiento estrecho de las personas con Alzheimer u otras demencias medicadas tanto a corto como a largo plazo. Hemos de destacar hay estudios que han demostrado que la disminución de las sujeciones mecánicas,  incrementa incrementado el uso de las sujeciones químicas.




 

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