Las personas que nos dedicamos al cuidado y al acompañamiento de personas en situación de dependencia, discapacidad o pluridiscapacidad cuando ofertamos apoyo psicológico, realizamos una serie de actividades que mejoren la capacidad de las personas a funcionar bajo niveles de dolor emocional o tensión psíquica. Los y las profesionales del ámbito sanitario y sociosanitario constituimos un grupo esencial a la hora de atender diversos aspectos del sufrimiento humano. Sin embargo, el apoyo psicológico es prestado por personal con escasa formación que provoca que la ayuda no sea eficaz, inadecuada e incluso contraproducente. El hecho de que como profesionales queramos hacerlo bien, que estemos dispuestos a escuchar el dolor psíquico de las personas con las que trabajamos y acompañarlo es un primer paso, no lo dudo, pero no es suficiente. Tenemos que tener competencias para evaluar la situación, y ofertar un acompañamiento que logren movilizar y habilitar a las personas a asumir su propio cuidado.
Este acompañamiento en el dolor psicológico incluyen diversas formas de apoyo psicosocial: orientar para afrontar el duelo, informar sobre reacciones normales y anormales ante ese dolor y reforzar los recursos que la persona haya tenido en el pasado para afrontarlos, desde la validación y la suspensión de los juicios y sin proyectar emociones propias, con un actitud de humildad de que no hay nada que arreglar en ese acompañamiento, y que las personas son atendidas de una forma más adecuada por los miembros de su propia comunidad, grupo o familia.
Es decir, cuando ofrecemos apoyo psicológico debemos conocer las habilidades para el trato con otras personas (empatía, escucha activa, asertividad, retroalimentación) y estar pendientes a las necesidades, demandas, competencias de las personas afectadas, además de mostrar una buena disposición y actitud de interés en ayudar a quienes lo necesiten.
Los objetivos del apoyo psicológico son fundamentalmente:
- Aliviar el sufrimiento (tanto el emocional como el físico)
- Mejorar la actuación en el corto plazo. Ya que las personas en nuestro dolor podríamos tener reacciones o tomar decisiones con graves consecuencias a largo plazo (función preventiva)
- Reducir los efectos psicológicos negativos a largo plazo. Al ayudar a las personas a desarrollar aptitudes de autoayuda y de confianza en sí mismas, se contrarrestra la aparición de sentimientos de impotencia y desesperanza que, en ocasiones podrían llevar a desarrollar problemas de salud mental y/o físicas
- Proporciona alivio al dolor inmediato
- Reduce el riesgo de que las reacciones normales se vuelvan más graves
- Puede ayudar a satisfacer las necesidades que como consecuencia se ven insatisfechas
- Facilita una vuelta a la normalidad (o a una nueva normalidad) y a hábitos cotidianos (o nuevos hábitos)
- capacidad de escucha
- accesibilidad emocional
- sensibilidad y empatía
- no juzgar
- amabilidad
- compromiso
- respeto
- humildad
Bibliografía:
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