Modificación de conducta en personas con Alzheimer


Cualquier profesional que acompaña a personas con demencia se enfrenta con cierta frecuencia a la ocurrencia de conductas problemáticas, en las que no siempre es evidente saber cómo conviene actuar y frente a las que es normal que aparezcan sentimientos de confusión e inseguridad. 

Lo primero que interesa indicar es que los enfoques utilizados tradicionalmente para “manejar” las conductas problemáticas en personas con demencias no suelen resultar eficaces principalmente porque:
las intervenciones conductuales se han interesado poco por comprender quién es la persona que presenta las conductas problemáticas
cuáles son los contextos en los que aparecen
cuál es la función que estas conductas desempeñan para la persona y, qué objetivo persigue ésta última cuando presenta una conducta de este tipo

Las conductas problemáticas están directamente relacionadas con el contexto en el que se producen. Las conductas problemáticas suelen venir provocadas por algo que sucede en el entorno de la persona que las presenta y estas influencias ambientales pueden ser acontecimientos importantes o hechos anodinos, pueden proceder de elementos externos o responder a factores internos a la persona que presenta la conducta. En otros términos, las conductas problemáticas ocurren por una razón, tienen una causa concreta, y no pueden interpretarse y considerarse como un simple síntoma de la enfermedad de Alzheimer y propio de ésta; cuando ocurren, por lo tanto, son indicio de que algo en el ambiente no se adapta a las necesidades de la persona

Las conductas problemáticas tienen una función muy concreta para la persona que las presenta. Las conductas problemáticas persiguen un objetivo específico, es decir, presentan una clara utilidad para la persona; así, una persona con demencia puede presentar una conducta problemática cuando pretende escapar o huir de situaciones que le disgustan o, por el contrario, para conseguir acceder a actividades, objetos o relaciones que desea.

Es importante tener presente que cuando se indica que la conducta tiene una función no significa, necesariamente, que se trata de una función operativa e intencionada. Puede tratarse de una función operativa, pero no consciente, no desarrollada intencionadamente, y puede tratarse también de una función no operativa, que obedece a una causa subyacente como ocurre con frecuencia en casos en los que la conducta tiene una causa orgánica.

Las intervenciones más eficaces se basan en un profundo conocimiento de la persona, de sus contextos sociales y de la función que, en dichos contextos, desempeñan sus conductas problemáticas.

En la actualidad, los resultados de las investigaciones apuntan a que las intervenciones más eficaces son las que se basan en alcanzar, a través de la evaluación funcional, un buen conocimiento de las influencias contextuales –de actividad, ambientales, personales y sociales– que inciden sobre la persona con demencia, por un lado, y de la función que, en dichos contextos, desempeñan para ella las conductas problemáticas, por otro. 

El primer paso para su aplicación es proceder a una evaluación funcional de la conducta problemática, al objeto de identificar los factores del entorno–variables de actividad, ambientales, personales y sociales– que inciden o provocan las conductas problemáticas y de determinar las preferencias e intereses de la persona así como sus fortalezas individuales.
AL determinar las influencias ambientales, el Apoyo Conductual Positivo debe basarse en valores respetuosos de la dignidad de la persona con demencia, de sus preferencias y de sus metas individuales.

El entorno físico no ha tener: 
Iluminación inadecuada, escasa, que propicia la confusión o aparición de imágenes visuales indefinidas. 
Temperatura incómoda, excesivo frío o calor. o Exceso de ruidos o estímulos sonoros, como gente, televisió o radio. 
Entorno desconocido. 
Escasez de intimidad. 
En cuanto al entorno temporal cabe decir que el programa ha de ser: 
o Diario, estable y rutinario. 
o Los cambios de rutina deben ser graduales y se ha de dar tiempo a los pacientes a que se acostumbren. 

El Apoyo Conductual Positivo se caracteriza por dos elementos esenciales: 
1) es un enfoque basado en valores centrados en el respeto a la dignidad de la persona; 
2) intenta responder, de forma individual y personalizada, a las necesidades específicas de la persona a la que se aplica.

El Apoyo Conductual Positivo debe aplicarse en el marco de la Planificación Centrada en la Persona y debe ofrecer a la persona una variedad de oportunidades que sean significativas para ella.
Desde esta perspectiva, resulta indispensable que no sólo el personal sino también la familia y otras personas cercanas asuman la necesidad de ofrecer esas oportunidades y mantengan la mente abierta a las novedades y a las nuevas posibilidades. Resulta esencial que quienes forman parte del entorno directo de la persona, tanto en los servicios de atención como en casa, observen atentamente los cambios advenidos en el entorno, incluso si parecen irrelevantes. Muchas veces tendemos a pensar que todo está igual, que nada ha cambiado, cuando en realidad sí han cambiado algunos elementos del entorno en los que no nos hemos fijado. 

El Apoyo Conductual Positivo se basa en valores centrados en el respeto a la dignidad de la persona, independientemente de su capacidad de comprensión o de la naturaleza y gravedad de sus conductas problemáticas. Esto implica que se debe optar por intervenciones que no estigmaticen a la persona con demencia y que, como tales, serían aceptables y asumibles en cualquier contexto ordinario y en relación con personas de su misma edad. Es necesario, además, que las intervenciones tengan en cuenta las preferencias y metas de la persona con demencia, en lugar de limitarse a conseguir resultados considerados importantes y significativos únicamente para el personal que le atiende o para sus familiares. Desde esta perspectiva, el Apoyo Conductual Positivo debe aplicarse en el marco de la Atención Centrada en la Persona y debe ofrecer a la persona con demencia toda una variedad de oportunidades: facilitar el establecimiento y el mantenimiento de relaciones sociales; mejorar las relaciones sociales; participar en actividades ordinarias y otras actividades comunitarias; acceder a actividades o situaciones que la persona con demencia aprecia y disfruta; y potenciar su capacidad para tomar decisiones, aumentando su abanico de oportunidades para elegir
Hay que recordar siempre: 
1. Lo que es positivo para una determinada persona puede no ser adecuado para otro. 
2. Toda norma o consejo de intervención ha de tomarse con flexibilidad. 
3. Deben considerarse siempre las características específicas de la persona

Un planteamiento general de las intervenciones conductuales en personas con demencia comprende: 

Identificar la alteración conductual en la que se quiere intervenir: cuanta mayor sea la claridad con la que se defina el problema, más probable es la identificación de una estrategia de acción eficaz.
Describir cuidadosamente la conducta problema. Esto supone recabar información sobre:
¿Cuándo aparece el problema? (momento del día)
¿Dónde aparece el problema? (entorno ambiental en el que se presenta)
¿En presencia de quién ocurre? (entorno humano)
Frecuencia de aparición
Buscar desencadenantes y analizar las consecuencias (¿Qué pasa antes y después del problema?). Normalmente suelen existir factores desencadenantes, aunque no lo parezca. Además, suelen intervenir varios factores desencadenantes (rara vez es uno solo).
Establecer objetivos realistas. Se ha de valorar si se ha de iniciar una intervención conductual y si ésta ha de ir acompañada de un tratamiento farmacológico.

Sobre la base de esta evaluación se elabora un plan de apoyo conductual específicamente diseñado para responder a sus necesidades individuales, que contiene múltiples intervenciones de apoyo que ponen el énfasis en el diseño de adaptaciones ambientales físicas y sociales. 

La finalidad última del Apoyo Conductual Positivo es conseguir resultados significativos a largo plazo. El éxito no se mide únicamente en términos de
disminución de las conductas problemáticas, sino también en términos de mejoras en la calidad de vida de la persona. 

Ver: caso práctico demencia de tipo Alzheimer y Apoyo Conductual Positivo

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