En la comunicación diaria con personas dependientes en instituciones sociales podemos encontrarnos con algunos filtros y barreras concretas (físicas o ambientales, fisiológicas, psicológicas, semánticas) que, de forma más habitual, se encuentran en el proceso de comunicación:
- Espacios inadecuados para iniciar o mantener una conversación y comunicarse: ruidos, interrupciones, iluminación deficiente.
- Falta de conocimientos o habilidades comunicativas de los usuarios, debido a sus propias deficiencias; y en nosotros, como profesionales, para adaptarnos a sus características y necesidades: deformación del mensaje, percepción errónea, falta de atención, ausencia de feedback, malos entendidos por el efecto del estado emocional o una actitud negativa, falta de empatía, incongruencia entre el lenguaje verbal y no verbal,
- Asumir un rol paternalista en la relación con la persona dependiente, favoreciendo un trato pueril que no beneficia ni motiva al usuario.
- Utilización de vocabulario inadecuado (uso de tecnicismos, palabras extranjeras, argot...)
- Ofrecer sobrecarga de información
- Dificultades en la comprensión.
- No establecer un correcto contacto visual, lo que impide captar del usuario los elementos comunicativos no verbales.
- Otras barreras derivadas de las discapacidades visuales, auditivas, cognitivas o motoras de los usuarios/as
Para minimizar los efectos de esta barrera tenemos que desarrollar fundamentalmente cuatro habilidades:
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