INTENSIDAD, FRECUENCIA, TIPOS DE APOYO Y GRADO DE DEPENDENCIA


Los apoyos se clasifican en base a la intensidad de los apoyos que la persona en situación de dependencia necesita para poder desenvolverse con normalidad en su entorno. Ésta depende de distintas circunstancias en relación a las personas concretas, las situaciones y etapas de la vida. Los apoyos pueden variar en duración e intensidad.

Hay cuatro tipos de intensidad de los apoyos:
  1. Intermitentes: los apoyos se proporcionan cuando se necesitan. Esto significa que no siempre son necesarios, o que sólo son necesarios durante periodos cortos que coinciden con las transiciones de la vida.
  2. Limitados: esta intensidad de apoyo se caracteriza por su consistencia en el tiempo, por un tiempo limitado pero no intermitente. Puede exigir un coste inferior y menos personal que otros niveles más intensos de apoyo. Por ejemplo, podría ser un entrenamiento en una actividad o tarea por un periodo limitado: entrenar a Mikel con discapacidad intelectual a través de la técnica del encadenamiento el hábito de vestirse y desvestirse la chaqueta.
  3. Extensos: se definen por la implicación continua y regular, por ejemplo cada día, en relación a algunos entornos y sin límite de tiempo. Por ejemplo, un apoyo extenso en la alimentación a Juanan un usuario con parálisis cerebral.
  4. Generalizados: la constancia y alta intensidad caracterizan este tipo de apoyo. Se proporciona en distintos entornos y son, potencialmente, para toda la vida. Normalmente son más intrusivos y exigen más atención personal que las otras intensidades de apoyo. Por ejemplo, asear completamente a un usuario con daño neurológico,  encamado y en estado vegetativo, realizarle los cambios posturales, alimentarle...
De acuerdo con lo establecido en el artículo 2.2 de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, la dependencia es “el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal”.

El Baremo de Valoración de la Dependencia (en adelante, BVD) permite determinar las situaciones de dependencia moderada, dependencia severa y de gran dependencia,

a) Grado I. Dependencia moderada: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día o tiene necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal. 

b) Grado II. Dependencia severa: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria dos o tres veces al día, pero no requiere el apoyo permanente de un cuidador o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal. 

c) Grado III. Gran dependencia: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria varias veces al día y, por su pérdida total de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, necesita el apoyo indispensable y continuo de otra persona o tiene necesidades de apoyo generalizado para su autonomía personal. 







En las tareas en que se presente dependencia se establecerá el tipo y frecuencia del apoyo de otra u otras personas teniendo en cuenta las siguientes definiciones:
  • a. Tipo de apoyo: Se distinguirá la naturaleza del apoyo que necesita la persona valorada para la realización adecuada de la tarea. Si necesita diversos tipos de apoyo en una misma tarea se elegirá aquel que resulte más frecuente.
    • Supervisión: Conlleva la estimulación verbal o gestual a la persona valorada mientras ésta ejecuta por sí misma la tarea a fin de que la desarrolle adecuadamente, así como la orientación en la toma de decisiones.
    • - Física Parcial: Comprende la colaboración física con la persona valorada en la ejecución parcial o completa de la tarea. 
    • - Sustitución Máxima: Comporta que la persona valorada no puede ejecutar por sí misma la tarea completa de ningún modo.
    • - Apoyo Especial: Consiste en cualquiera de los apoyos anteriormente descritos cuando su prestación en el desarrollo de la tarea resulta obstaculizada por la interferencia determinante de condiciones excepcionales de salud de la persona valorada.
  • Frecuencia de apoyo: Se identificará considerando el número de ocasiones en que la persona valorada necesita apoyos personales cuando ésta deba realizar la tarea. La graduación se determina del siguiente modo: 
    • - Casi nunca.
    • - Algunas veces. 
    • - Bastantes veces. 
    • - Mayoría de las veces. 
    • - Siempre
En aquellas tareas que la persona residente o usuaria se desempeñe de manera autónoma no se le prestará ningún tipo de apoyo.

En la valoración de la dependencia se consideran las siguientes actividades de autocuidado, movilidad y tareas domésticas que se conceptualizan, de acuerdo con la Clasificación Internacional del Funcionamiento de la Discapacidad y de la Salud (OMS 2001), tal como se detallan a continuación; así como la actividad de tomar decisiones en el caso de personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental u otras situaciones en que las personas puedan tener afectada su capacidad perceptivo-cognitiva. 
Reflexión final: 
Uno de los principios rectores de la Atención Centrada en la Persona (ACP) es el derecho a ejercer su autonomía. El término autonomía proviene de los vocablos griegos auto y nomos (ley) y significa la facultad humana para gobernar las propias acciones y conducir la propia vida con libertad. La autonomía tiene que ver con la voluntad, en el sentido de gozar de intención independiente; se trata de una propiedad mediante la cual la voluntad constituye una ley por sí misma. El antónimo de autonomía no es, como a veces se entiende, la dependencia, sino que es la heteronomía, que se produce cuando son otras personas quienes toman decisiones que afectan a nuestra vida cotidiana. La dependencia fue definida por el Consejo de Europa en 1997 como “la situación en la que se encuentran aquellas personas que, por razones ligadas a la falta o a la pérdida de capacidad física, psíquica o intelectual, tienen necesidad de una asistencia y/o ayuda importante para la realización de las actividades de la vida diaria”. Esta conceptualización fue recogida y ampliada por la LAPAD. La dependencia, por tanto, es una situación grave de necesidad de apoyos, lo que no quiere decir en modo alguno que todas las personas con necesidades de apoyos sean completamente dependientes. 

Por otra parte, aunque sí existe relación entre dependencia y edad, no cabe identificar dependencia con avanzada edad, porque la mayor parte de las personas mayores no están en situación de dependencia. El antónimo de dependencia es independencia. La independencia es la situación en la que la persona mantiene preservada su capacidad funcional para realizar las actividades de la vida diaria. La heteronomía se refiere a la cualidad de aquellas personas que son regidas por un poder ajeno a ellas. Es decir, cuando son, otras las personas que toman decisiones que afectan a su propia vida (decidir dónde y con quien vivir, cómo vestirse y peinarse, la hora de levantarse o comer). 

El interés principal del nuevo paradigma de la discapacidad y de la dependencia, recogido en la pregunta: "¿qué apoyos son necesarios para ayudar a las personas en situación de dependencia a participar en su comunidad, asumir roles valorados socialmente, y experimentar una mayor satisfacción y realización?". A la hora de planificar los apoyos, el indicador más conveniente y afín no resulta ser tanto las habilidades que tiene o no la persona, como, de forma más concreta, las necesidades de apoyo que presenta para realizar una determinada tarea en un contexto específico.

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