La persona con demencia de tipo Alzhéimer presentará una dificultad creciente para el diálogo y la comprensión a medida que se agrave la enfermedad (afasia). Es decir, afasia es la pérdida de la capacidad para producir o comprender el lenguaje. Perder la capacidad de hablar no implica perder la capacidad de comunicación. Uno de los errores que suele ir relacionado con la afasia es atender a la persona como si ya no estuviera presente. Se aparta inconscientemente a la persona enferma de la actividad social y esta exclusión tiene grandes perjuicios en la calidad de vida de la persona que vive con demencia.
Comenzará a olvidar el significado de algunas palabras, por lo que las eliminará de su discurso o las sustituirá por otras. Est a sustitución se realiza a veces de forma adecuada empleando un sinónimo o lo que se conoce como «palabras comodín» (cosa, esto, aquello, cacharro, etc.); en cambio, en otras ocasione s los afectados utilizan palabras que no concuerdan con lo que se está diciendo, e incluso palabras inventadas, lo que dificulta enormement e la capacidad para compren derles.
Pueden aparecer también problemas en el control de los mecanismos de la articulación de los sonidos para formar palabras, aun conservando la capacidad de saber lo que quiere decir y la voluntad de expresarse y hacerse comprender. Por este motivo, cuando la persona con demencia de tipo Alzheimer se da cuenta de que no lo consigue y de que no le entendemos sufre, y puede encerrarse en sí mismo, ponerse nerviosos, etc.
La comunicación con estas personas es un aspecto muy importante y que hay que cuidar mucho por varios motivos:
En la primera fase debemos tratar de estimular lo máximo posible la capacidad de lenguaje de la persona, para retrasar el avance de la enferme dad y la pérdida progresiva de comunicación.
Según avanza la enfermedad hay que tener muy en cuenta las dificultades que presente la persona con demencia de tipo Alzheimer para minimizarlas en la medida de lo posible, es decir, facilitar la comunicación simplificando los mensajes.
Cuando las dificultades que presenta la persona con Alzheimer ya limitan mucho la expresión y comprensión de la información, es muy importante esforzarnos al máximo para entender lo que la persona trata de decirnos, pues la percepción por parte de la persona usuaria de que las personas de su entorno no compren den lo que él trata de expresar puede dar lugar a la aparición de reacciones
catastróficas*, con los consiguientes problemas de comportamiento.
¿Qué hacer en estos casos?
Es muy importante aprender a detectar los elementos desencadenantes de cualquier tipo de reacción catastrófica para evitar, en la medida de lo posible, su aparición.
A continuación se da una serie de consejos para facilitar la comunicación con la persona con demencia de tipo Alzheimer.
— Acercarse a la persona de frente y lentamente.
Siempre que nos dirijamos a la persona usuaria con demencia de tipo Alzheimer lo haremos de frente y despacio, para que nos vea y le dé tiempo a reconocernos; de otro modo puede sentirse amenazado o asustado y reaccionar de forma agresiva.
Para hablar con él, siempre nos situaremos a su altura (si está sentado nos sentaremos frente a él o nos agacharemos de rodillas), de forma que le podamos mirar a los ojos y utilizar el lenguaje no verbal de nuestras expresiones faciales para proporcionarle seguridad y afecto.
— Utilizar un lenguaje sencillo.
Es recomendable utilizar palabras conocidas por la persona con demencia y mantener un lenguaje repetitivo, es decir, utilizar siempre las mismas palabras para referirnos a los mismos elementos (por ejemplo, si toda la vida ha llamado «alcoba» al dormitorio, siempre que nos refiramos a esa estancia
la nombraremos así).
Y es que ya desde las fases iniciales su lenguaje se irá viendo afectado con una pérdida progresiva de vocabulario, por lo que es preferible ayudarle a conservar una determinada cantidad de palabras familiares para él
Comunicación eficaz entre el cuidador y la persona con demencia de tipo Alzhéimer y que le permitan expresarse, aunque sea de forma básica, que tratar de mantener un lenguaje rico con un amplio vocabulario.
— Emplear frases cortas.
Es importante simplificar nuestro discurso mediante frases cortas, claras y sencillas, pues si empleamos una oración larga o con un léxico complicado el enfermo habrá olvidado el principio, antes de que hayamos terminado la frase. Y no nos comprenderá. Además evitaremos que se agote
por el esfuerzo que supone tratar de entender frases largas y complicadas, que seguramente no va a lograr comprender.
— Hablar despacio y claramente.
Las personas con demencia de tipo Alzheimer precisan mayor tiempo para percibir e integrar los estímulos, por lo que debemos adaptarnos a su ritmo y no proporcionar más información de la que pueden asimilar.
— Usar un tono de voz bajo.
El tono de voz con el que nos dirigimos al paciente puede ser determinante para facilitar la comunicación o, por el contrario, provocar una posible reacción catastrófica. Un tono de voz bajo proporcionará sensación de calma y permitirá que ponga atención en el contenido del discurso. Una voz chillona le hará sentirse incómodo y pensará que estamos enfadados con él.
— Eliminar ruidos de fondo y elementos distractores
Cualquier ruido puede distraer a la persona y hacer más difícil que escuche lo que le decimos. Por ello es importante bajar el volumen de la televisión o la radio. Si hay mucha gente hablando a nuestro alrededor es preferible acompañarla a un sitio más tranquilo para poder hablar con él y que nos preste toda su atención.
Este consejo va ligado al anterior, pues si es preferible dirigirnos a la persona usuarua sin gritar, también es necesario que no haya ruidos que le distraigan, de modo que nosotros no tengamos que alzar la voz para que nos oiga.
— Utilizar preguntas sencillas.
Cuando queramos que la persona afectada nos responda a una cuestión, debemos plantearla de forma que requiera una respuesta sencilla: sí/no,
Comunicación eficaz en la enfermedad de Alzheimer o dando las opciones existentes para que elija. Hay que evitar preguntas abiertas, que requieren un proceso de pensamiento abstracto y organización
de lenguaje muy elaborado.
— Repetir la misma información o pregunta con las mismas palabras.
Cuando debamos repetirle algo es conveniente hacerlo de la misma forma, usando las mismas palabras y el mismo tono de voz. De esta manera, con muchísima paciencia, se repetirán las cosas tantas veces sea necesario para que nos entienda.
— Motivarle para que se exprese y ayudarle a hacerlo.
Es de vital importancia incentivar a la persona para que se comunique, por lo que debemos prestar atención tanto al lenguaje verbal como al no verbal, que en muchos casos será más relevante.
Debemos mostrar interés en lo que está diciendo o sintiendo, y si no le entendemos es conveniente hacérselo saber y animarle a que trate de comunicarse también con gestos.
Le ayudaremos cuando no encuentre la palabra adecuada ofreciéndole una idea, pero tratando de no corregirle cuando se equivoque (si hemos detectado el error es porque hemos comprendido lo que nos quería decir, que es, al fin y al cabo, lo importante).
— No hablar por él.
Cuando la persona con demencia de tipo Alzheimer muestre más dificultad para comunicarse, no debemos caer en el error de hablar nosotros por él, ya que así contribuiremos a que la pérdida del lenguaje sea más rápida. Hay que tratar por todos los medios de evocar las palabras en su mente, ya sea recurriendo a fotos, objetos,
etc., para ir poco a poco construyendo la frase que él nos quiere decir.
— No hablar de él como si no estuviera presente.
Es algo muy común a pesar de ser un grandísimo error. Se tiende a pensar que la persona con Alzheimer no «se entera de nada» y, por supuesto, no es así.
Puede que no comprenda lo que se está diciendo, pero es casi seguro que percibirá que se está hablando de él, lo que le provocará mucha frustración, vulnerabilidad y desconfianza.
Cuando preguntan de qué o de quién se está hablando, no sirve con decirle que se trata de otra persona, pues eso le hará sentirse engañado y pensará que se trata de algo malo sobre él y que no se lo queremos decir.
— Tratar en todo momento a la persona con Alzheimer con dignidad y respeto, y siempre como un adulto.
No debemos nunca infantilizar, comparándolo con un niño y tratándole de forma autoritaria.
Es una persona adulta, que ha vivido su vida y que probablemente ha tenido que superar numerosos problemas y dificultades a lo largo de los años, por ello debe tener todo nuestro respeto, y a pesar de que ahora se muestre más vulnerable y necesite muchos cuidados debemos garantizar
siempre la dignidad de la persona por encima de cualquier cosa.
— Ignorar alucinaciones o delirios inofensivos.
Es recomendable no dar importancia a las alucinaciones o delirios que presenta, cuando éstos no sean potencialmente peligrosos. Es un error y no sirve de nada tratar de convencerle de su equivocación. Además, tengamos en cuenta que una confrontación puede empeorar la situación. Lo mejor en estos casos es darle la razón para que se muestre confia do y después tratar de desviar su atención hacia otra idea o actividad.
— Recurrir a la comunicación no verbal.
La persona con Alzhéimer pueden entender las caricias mejor que las palabras. Sosteniéndoles las manos o pasando el brazo alrededor de sus hombros le podemos transmitir nuestro mensaje cuando las palabras ya no le lleguen.
Sin embargo, puede haber personas a las que antes de contraer la enfermedad no les gustase que las tocaran, por lo que ahora pueden mostrar rechazo al contacto físico. Por ello es importante conocer a la persona usuaria y tener en cuenta este aspecto.
Cuando se utiliza la comunicación no verbal es recomendable expresarse de forma lenta y suave, para no asustar ni resultar invasivo con nuestro contacto. Es recomendable situarse a su altura para mirarle a los ojos, pues ello le demostrará que le estamos prestando atención. Una sonrisa puede
tranquilizarlo y un abrazo o un beso le demostrarán cariño y seguridad.
Este tipo de comunicación adquiere mayor importancia aún cuando la persona se encuentra ya en una fase tan avanzada que no es capaz de articular palabras ni de comprender las que escucha, y cuando sólo es capaz de percibir el tono de voz y los gestos; por ello es tan necesaria la comunicación
no verbal. Debemos vigilar cada uno de nuestros gestos así como los de él.
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* Reacciones catastróficas
Las personas con Alzhéimer pueden tener de cuándo en cuándo comportamientos como si hubiera ocurrido una catástrofe en su interior o a su alrededor. Aparentan ser reacciones rabiosas. Se trata de reacciones emocionales muy exageradas ante un hecho estresante que tiene lugar en el ambiente donde están o con las personas que les acompañan. Son, en realidad, una variante brusca de la agitación a la agresividad. Se trata de reacciones repentinas y desproporcionadas de malhumor, palabras amenazantes, insultos, reacciones de cólera con intentos de agredir al cuidador o acciones agresivas sobre sí mismo (autolisis). De manera muy habitual se presentan cuando el cuidador se empeña a toda costa en que realicen algo o se comporten de una determinada manera que excede sus capacidades. Estas reacciones catastróficas, que tienen lugar en más del 35 % de los casos y aparecen frecuentemente en la fase grave, pueden ser precipitadas cuando la persona con Alzheimer cae en falsos reconocimientos, está teniendo alucinaciones visuales o está pensando de manera delirante. También pueden ser una reacción al sufrimiento de dolores de cualquier naturaleza (dental, abdominal o articular), padecer infecciones (por ejemplo, de tipo urinario) o como resultado adverso de algunos medicamentos.
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