Consiste básicamente en entregar fichas (puntos, vales, fichas de póquer, tíquets, fichas de parchis, marcas, estrellas, etc.) contingentemente a realizar o no realizar determinadas conductas, de modo que tales fichas puedan ser cambiadas por una variedad de bienes, actividades y privilegios (reforzadores de apoyo).
El término contingencia hace referencia a la existencia de relación entre eventos.
Muchas economías de fichas incluyen también penalizaciones, como, por ejemplo, el costo de respuesta (retirada de fichas contingentemente a la conducta indeseable) y la evitación (retirada de fichas contingentemente a la no emisión de la conducta deseada).
Un programa de economía de fichas puede diseñarse y aplicarse en personas en situación de dependencia en la infancia, adolescencia o adultez, para intervenir en conductas desafiantes y de rebeldía, para el desarrollo de hábitos de autonomía, habilidades sociales, entre otros.
Ventajas.
Las fichas pueden administrarse inmediatamente, no suelen interferir con la emisión de la conducta deseada, establecen el puente entre las conductas deseadas y la entrega de los reforzadores de apoyo, están poco sujetas a efectos de saciedad, su eficacia es independiente de un único estado específico de privación al permitir obtener una variedad de reforzadores de apoyo y su número proporciona una muestra visible (retroalimentación) de la mejora conseguida.
Limitaciones. El procedimiento puede llegar a ser bastante complejo; las fichas tangibles pueden robarse, falsificarse, prestarse; los compañeros de grupo de una persona pueden negarse a trabajar si no son incluidos en el programa. Hay varias posibles soluciones para esto último:
- Explicar que la persona tiene una conducta a mejorar, que necesita un programa especial y que se solicita la cooperación de todos en el programa (pueden animarle, servirle de tutores, etc.). Puede reforzarse al grupo o por su cooperación. Si la solución anterior es eficaz, pero un pequeño grupo de compañeros sigue protestando, no hay que prestar atención a sus quejas después de asegurarse de que han comprendido las razones para el programa especial.
- Hacer que la persona reciba las fichas delante del grupo, pero los reforzadores de apoyo privadamente.
- Hacer que la persona obtenga reforzadores para todo el grupo. De esta forma le animarán y ayudarán, aunque existe la posibilidad desafortunada de que si la persona fracasa en obtener reforzadores para el grupo, se vea sometido a una crítica y presión excesivas
Selección, uso y cambio de fichas.
- Pueden seleccionarse como fichas: fichas de plástico, puntos, vales, estrellas, tiques...Una buena ficha debería tener las siguientes propiedades: a) poder entender su valor fácilmente, b) ser fácil de entregar, c) ser fácil de llevar, d) poder ser identificada como propiedad de quien la recibe (para evitar el “mercado negro” de fichas en grupo), e) requerir una mínima contabilidad por parte de quien las entrega, y f) ser lo menos distractora posible. Los puntos o puntuaciones son las que mejor cumplen estas condiciones. Por ello, con personas que entiendan su significado, es mejor utilizar puntos que fichas tangibles a no ser que estas últimas sean más motivantes para ellos.
- La persona debe aprender el valor de las fichas mediante explicaciones verbales y/o el uso de las propias fichas. Con personas con retraso mental se comienza dándoles una ficha y permitiéndoles que la cambien inmediatamente por algún reforzador. Esto se repite varias veces y con distintos reforzadores. Finalmente, se combinan las explicaciones verbales simples y el moldeamiento (comenzando por una tarea fácil) para que la persona aprenda que las fichas hay que ganarlas y cómo se ganan.
- El elogio y la explicación concreta de lo que se ha hecho bien deben preceder a la entrega de las fichas para que al final estos reforzadores sociales y otros posibles reforzadores naturales puedan mantener las conductas objetivo y pueda retirarse el sistema de fichas.
JON, 18 AÑOS:
Jon es un joven de 18 años con parálisis cerebral, que lleva ya un mes conviviendo con otros compañeros en una vivienda al que se aplica un sistema de economía de fichas para que desarrolle el hábito de ordenar su cuarto de manera autónoma a ordenar su cuarto. Deambula de manera autónoma, tiene leves problemas de movilidad en el lado izquierdo de su cuerpo, le cuesta expresarse por lo que necesita interlocutores entrenados en darle tiempo a responder y para comprender lo que quiere expresar, pero no tiene problema alguno de comprensión.
En concreto, las tareas que Juan debe realizar son las siguientes:
- Llevar la ropa sucia al lavadero (1 punto).
- Preparar el uniforme del taller (o la ropa que pueda aprovechar para el día siguiente) sobre una silla (1 punto).
- Guardar los objetos que tenga sin recoger en su estantería (2 puntos).
- Guardar libros y cuadernos en la estantería (1 punto).
- Preparar la mochila para el día siguiente (1 punto).
Estas conductas debe realizarlas, todos los días, entre la hora del baño y la de la cena (dispone de alrededor de una hora entre ambas). Los profesionales de atención sociosanitaria, Maria y Koldo, serán, alternativamente, las personas encargadas de comprobar que las tareas se han cumplido y de dispensar las fichas.
En caso de desacuerdo entre uno de ellos y Jon, se pedirá opinión a cualquiera de los otros dos y Juan debe admitir el veredicto sin protestar. Las fichas son fichas de parchís, con distintos valores según los colores: 1 punto, 5 puntos, 10 puntos y 20 puntos.
Jon puede escoger entre refuerzos inmediatos (más baratos) y refuerzos a largo plazo (más caros), pero todos los días debe gastar al menos tres puntos en los refuerzos inmediatos. Estos se dispensan inmediatamente después de la cena (o durante ésta en algunos casos).
La lista de refuerzos es la siguiente:
- Media hora de vídeo o televisión extra (3 puntos).
- Diez minutos de ocio en la vivienda extra (1 punto).
- Un paquete de cromos (1 punto).
- Cena preferida al día siguiente (3 puntos).
- Una pieza de mecano (1 punto).
- Batido de chocolate (2 puntos).
- Un vaso de zumo (2 puntos).
- Un postre especial (2 puntos).
- Un trozo de pizza extra (2 puntos).
- Una bolsa de palomitas (4 puntos).
- Una bolsa pequeña de patatas (5 puntos).
- Una bolsa pequeña de maíz tostado (5 puntos).
- Una bolsa de gusanitos (3 puntos).
- Ir al cine el sábado (25 puntos).
- Invitar a merendar a un amigo el sábado (20 puntos).
- Ir al parque de atracciones (30 puntos).
- Un álbum (15 puntos).
- Una pelota (50 puntos).
- Una cámara de fotos (75 puntos).
- Una camiseta de su equipo de futbol preferida (100 puntos).
El proceso es el siguiente: se informa a Jon de los objetivos del programa y se obtiene su acuerdo.
Se establece un primer plazo de dos semanas, en el que se comprobará el cumplimiento de las tareas todos los días y se recompensará cada una de ellas. Si transcurridas las dos semanas la tasa de emisión se mantiene estable, se pasará a comprobar y recompensar la realización de tres tareas, elegidas cada día al azar (si no, se mantendría el programa anterior el tiempo que fuera necesario). El paso siguiente es observar y recompensar tres conductas, cuatro días a la semana, aleatoriamente; a la vez, se va proporcionando alguno de los refuerzos de forma directa, sin la mediación de las fichas (como estás recogiendo muy bien la habitación, el sábado podrás invitar a Pepe, sin darme ninguna ficha).
Posteriormente, se pasará a observar y recompensar conductas sólo dos veces a la semana; a la vez que se van aumentando los refuerzos directos (fundamentalmente, los de actividad y los sociales).
Finalmente, se observará sólo una vez a la semana. Por último, se suprimirán totalmente las fichas y, aleatoriamente, se dará algún refuerzo directo.
DESARROLLO DE CONDUCTAS ADAPTATIVAS EN PACIENTES PSIQUIÁTRICOS INSTITUCIONALIZADOS
Los pacientes psiquiátricos obtenían fichas (monedas) por una diversidad de trabajos y tareas en el pabellón, como ayudar con las comidas, realizar quehaceres, guiar a otros pacientes en las actividades y autocuidado. Las fichas podían intercambiarse por algunos privilegios (por ejemplo, oportunidades para interactuar socialmente con el personal, ver películas, hacer viajes al pueblo cercano, mejoramientos en los servicios de la habitación y comprar artículos en una tienda en el pabellón. El programa inicial estableció la factibilidad de un sistema de recompensas que incluía a varios individuos, conductas y reforzadores sustitutos, dicho programa mostró mejorar la conducta del paciente y estimular el desarrollo de otros programas.
La economía de fichas se ha utilizado de manera extensa en los hospitales psiquiátricos, por ejemplo, en otro de los programas, los pacientes recibían fichas (tiras plásticas coloreadas) por conductas como asistir a las actividades del pabellón, juntas grupales y sesiones terapéuticas, y por acicalarse, hacer su propia cama, bañarse, comportarse adecuadamente a la hora de las comidas, e interactuar de manera social. Las fichas podían intercambiarse por una diversidad de eventos sustitutos como comprar cosméticos, dulces, cigarrillos y ropa; alquilar silla o cabecera para la propia habitación; ordenar artículos de un catálogo de ventas por correo; utilizar el piano, la grabadora o la radio; pasar tiempo en un salón social; ver televisión; y tener una habitación privada y dormir hasta tarde.
Conforme los pacientes mejoraban en el pabellón, avanzaban a niveles superiores dentro del programa, en los cuales se hallaban disponibles más reforzadores y se establecían criterios más elevados para la ejecución. Los pacientes podían “dar dinero” para librarse de algo del sistema desempeñándose bien, y cada uno portaba una “tarjeta de crédito” que le permitía acceso libre a todos los reforzadores disponibles siempre y cuando su desempeño personal estuviese por arriba de los estándares. El programa redujo conductas extravagantes, mejoró la interacción social y las habilidades de comunicación, y desarrolló la participación en actividades. Los beneficios se reflejaron en el número de pacientes dados de alta y en su adaptación a la comunidad de uno y medio a cinco años después de la terminación del programa.
JOSUNE, 20 AÑOS
Josune convive con otras personas con discapacidad intelectual leve en una vivienda comunitaria. Presenta ciertas conductas desorganizadas que dificultan la convivencia y que impactan en su desarrollo personal y profesional e independencia. Conductas como hurtos, peleas, ausencia injustificada al taller. El programa lo manejaban dos tutores.
Podía ganar puntos por conductas como ver realizar las tareas mantenerse pulcra y su cuarto ordenado, iniciar y mantener conversaciones positivas con sus compañeros de piso y educadores, efectuar los quehaceres de la casa sin queja, recibir buenas referencias del responsable del taller ocupacional, expresar verbalmente su enfado antes de estallar, salir del espacio cuando sienta que quiere golpear a alguien, pedir las cosas por favor y sonriendo y otras fórmulas de cortesias como saludar o decir buenos días. Podía perder puntos por tener quejas o malas referencias de sus compañeros, monitores o tutores, hablar de modo agresivo (amenazar), desobedecer las reglas, mentir, robar, llegar tarde, pelear y otras conductas desorganizantes. Los puntos se empleaban para comprar privilegios como permanecer despierta hasta tarde, ir al centro comercial, ver la televisión, comprar maquillaje, montar en coche y recibir un permiso.
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