La conducta



La conducta es la reacción de una persona a una situación ambiental concreta; la respuesta observable, lo que hace o dice la persona, la forma de proceder y el comportamiento que manifiesta exteriormente.

Los principios que rigen la conducta humana son 3:

-Causalidad: toda conducta es causada, obedece a una causa. ante determinada situación, nos comportamos de una manera y no de otra: según este principio debemos buscar la razón de esta diversidad del comportamiento en hechos anteriores y no en el resultado o realización del mismo.
-Motivación: toda conducta está motivada por algo 
-Finalidad: perseguimos siempre un propósito en el comportamiento, y por ella cobra sentido la conducta humana y puede ser interpretada.

Siguiendo la metáfora del iceberg, sería la única parte visible, lo que está en la superficie.

La conducta que muestre la persona en situación de dependencia será uno de los elementos clave a observar por el equipo de profesionales, ya que resultará de gran ayuda para determinar el estado de ánimo, la calidad y cantidad de sus relaciones interpersonales e incluso de salud del usuario/a y será un factor fundamental para decidir sobre la asistencia y atención que se le debe prestar.

El equipo deberá observar tanto la conducta no verbal de los residentes como la conducta verbal; es decir, deberá atender tanto a lo que éstos dicen con palabras como a lo que dicen utilizando otros recursos.

Resulta importante escuchar las manifestaciones de la conducta verbal de la persona dependiente. Si le dejamos hablar libremente, sin dirigir sus respuestas ni interrumpirle, podremos conocer el contenido y la forma de sus pensamientos: qué ideas tiene o lo que le está preocupando.Al observar la conducta verbal deberemos atender no sólo a las palabras, sino también a otros elementos de conducta no verbal.  Aquella en la que no está implicado el uso del lenguaje. Son elementos de la conducta no verbal , entre otros, las sonrisas, la postura del cuerpo, los gestos, las miradas,...como el tono, la velocidad a la que se habla, el ritmo,...


Algunas personas en situación de dependencia pueden presentar conductas problemáticas. 

¿QUÉ ENTENDEMOS POR ALTERACIONES DE CONDUCTA?

La realidad es que, hoy por hoy, no se han establecido definiciones
satisfactorias para distinguir entre un problema de conducta y una enfermedad mental en una persona con discapacidad intelectual. 

Con demasiada ligereza consideramos como enfermedad mental muchas conductas que son el resultado de factores ajenos a trastornos psicopatológicos o, a la inversa, no tenemos en cuenta que algunas conductas, pueden ser la expresión de un trastorno mental.

Por "conductual" se entiende que los comportamientos en cuestión
son respuestas aprendidas, referidas a situaciones del entorno, del manejo de los cuidadores, etc. 

Si seguimos la definición más aceptada en la actualidad (Emerson,
1999):

Las "alteraciones de conducta" comprenden una serie de comportamientos anormales desde el punto de vista socio-cultural "de una intensidad, frecuencia y duración tules que conllevan una alta probabilidad de poner en grave compromiso la integridad del individuo o los demás, o que conlleva una limitación clara de las actividades del individuo y una restricción importante en su participación en la comunidad (restricción del acceso a los recursos y servicios de la comunidad)".

Esta definición se centra en un modelo sociocultural basado en el
impacto social de la conducta y no nos informa de sus posibles causas.

Criterios específicos para el diagnóstico de trastorno de conducta
en el retraso mental

Para el diagnóstico de un trastorno de conducta se deben cumplir los siguientes criterios:
1. Ocurre al menos una vez al día.
2. Impide a la persona tomar parte en programas o actividades adecuadas para su nivel de habilidades.
3. Requieren normalmente la intervención física de uno o más miembros del personal.
4. Frecuentemente determinan lesiones de consideración tal que requieren tratamiento hospitalario.

Siguiendo con la definición de Emerson, que la conducta sea considerada como un problema dependerá, entre otros factores:

De su intensidad, frecuencia y consecuencias para la persona y los
demás.

Del entorno en donde se dé y de las normas sociales que rigen en
ese entorno.

De la edad de la persona.

De la capacidad del sujeto para proporcionarnos una explicación
que nos satisfaga.

De nuestra formación, creencias y valores sobre la naturaleza de la
discapacidad intelectual y las causas de la alteración conductual.

De la capacidad del entorno para manejar la disrupción ocasionada por el problema conductual. 

Así, que una determinada conducta sea considerada problemática va a depender de una compleja interrelación entre lo que la persona hace, el lugar en que lo hace y cómo se interpreta o qué significado se le da a lo que hace.

Pongamos, por ejemplo, que un niño de 3 años presente una rabieta en el supermercado con la intención de que su madre le compre un
paquete de caramelos se ve como algo normal, mientras que si esta
conducta es realizada por un adulto se considerará como impropia
e intolerable para una persona de esa edad.

Gritar; insultar e incluso tirar objetos puede considerarse como
aceptable, y hasta deseable, durante la celebración de un partido
de futbol, pero este mismo comportamiento se considerará como
improcedente y motivo de amonestación durante una celebración
religiosa, donde se espera que una persona guarde silencio y compostura.

Que una persona con retraso mental y necesidades de apoyo generalizado se masturbe en presencia de otras personas, puede llegar a ser tolerado en un entorno residencial-institucional, mientras que no se aceptará en situaciones públicas fuera del entorno residencial, en los que se considera algo ofensivo. 

En estos enlaces puedes adquirir pautas de cómo reaccionar frente alguna de estos comportamientos:


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