Comunicación en la Asistencia Física Máxima en el domicilio

Antonia, 81 años, recibe atención integral de un Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) especializado en demencias. Diagnóstico principal de demencia tipo Alzheimer en fase muy avanzada, incapacidad para realizar las AVD, incontinencia urinaria y fecal, rigidez muscular. Forma parte del programa de pacientes inmovilizados, pasando la mayor parte del tiempo encamado. 

Ana es una profesionales de atención sociosanitaria  en domicilio que trabaja para el SAD.  Sabe que en estas fases muy avanzadas de la demencia de tipo Alzheimer el lenguaje y la comprensión están severamente afectados. En la formación que ha recibido, en las lecturas que ha realizado sobre el tema y sus años de experiencia, le ha permitido observar cómo se manifiesta la afasia* global en este estadio avanzado de la demencia de tipo Alzheimer suele observarse: mutismo, repetición de palabras sin sentido, balbuceos, emisión de sonidos guturales, gruñidos, lloros, gritos, carcajadas y agitación motriz (se aferran a las sábanas o tratan de retirarlas, incorporarse, te agarran del brazo..). Es decir, afasia es la pérdida de la capacidad para producir o comprender el lenguaje. Perder la capacidad de hablar no implica perder la capacidad de comunicación. Uno de los errores que suele ir relacionado con la afasia es atender a la persona como si ya no estuviera presente. Se aparta inconscientemente a la persona enferma de la actividad social y esta exclusión tiene grandes perjuicios en la calidad de vida de la persona que vive con demencia.

Con ese conocimiento y esa experiencia, y buena actitud,  Ana  se dispone a entrar en la habitación de Antonia para realizar los cambios posturales y movilizaciones pautados. 

Ana toca delicadamente la puerta y entra en la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Inmóvil en la cama, Antonia no abre los ojos.  Ana le nombra suavemente y le saluda amigablemente. Ana le sonríe y le toca con cariño un hombro, contándole amablemente que va a subir la cama y bajar las barandillas de seguridad,  prometiendo hacerlo con cuidado y despacio. 

Ana sabe que centrarse en la persona, es tener en cuenta de que con independencia de su estado cognitivo las personas con demencia de tipo Alzheimer son personas únicas y poseedoras de dignidad. Por tanto, Antonia debe ser tratado con consideración y respeto. 

Supone, independientemente de su estado de vigilia, expresar amablemente qué se le va a hacer y qué se le está haciendo sin infantilizar el trato. 

En ese momento entra la hija de Antonia para colaborar con Ana. Ambas saben que mientras se realizan las movilizaciones , el aseo o las transferencias no es respetuoso tener conversaciones paralelas con otras personas o hablar de Antonia como si ésta no estuviera. 

Antes de cada movilización, Ana le cuenta lo que va a hacer, cuida su entonación y le prodigan un contacto físico amigable que demuestra calma y tranquilidad y no prisas ni impaciencia.

En la última movilización, al colocar la almohada, de repente Antonia, abre los ojos. Frunciendo el ceño, empieza a gemir y a revolverse en la cama, tratando de incorporar la cabeza. 

Ana sabe que una buena práctica de comunicación exige reconocer cualquier intento de comunicación que las personas con demencia de tipo Alzheimer en estadios avanzados realicen. Los gritos, el llanto, los gemidos, balbuceos, palabras sin sentido que estas personas puedan emitir deben ser tratadas como expresión válida de algo. Ha aprendido que es importante no ignorar estas expresiones, ni reprimirlas, ni enfadarse o mostrar impaciencia o irritación ante ellas. 

Ane inmediatamente  interrumpe lo que están haciendo; su hija se mantiene a su lado buscando el contacto ocular con su madre, le sonríe y le transmite amabilidad y calma con frases y palabras en un tono bajo y con voz cariñosa: "todo va bien, tranquila, estoy a tu lado". Antonia le toca la cara y su hija aprieta suavemente el dorso de la mano de la usuaria manteniéndola un rato en la mejilla en silencio. 

Ana observa la escena en silencio mientras termina de arreglar la cama tras la última movilización, sabe que no tiene que competir con la hija de Antonia por las personas usuarias. Al minuto, Antonia retira su mano y suspirando cierra los ojos. La profesional de atención socionsanitaria se mantiene unos segundos acariciando la mano de Antonio, en silencio hasta que al minuto se duerme y empieza a roncar. 

Ambas se despiden amablemente de Antonia cerrando la puerta con cuidado. Y por el pasillo del domicilio comentan la escena.


Comentarios