Fomento de la adaptación a la institución de las personas dependientes: las relaciones sociales



Antton tiene 90 años. Es viudo y presenta desde hace un año una importante pérdida de visión y audición. Es usuario del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de su Ayuntamiento, 2 horas diarias las mañanas de lunes a viernes.

Sin embargo, su estado de salud ha empeorado en los últimos meses. Su hija ha decidido que es conveniente que en las mañanas, el profesional de ayuda a domicilio (PAD) le acompañe al centro de día del barrio. 

Mikel, el profesional de atención sociosanitaria que le recibe todas las mañanas y que hace de persona de referencia para Antton le observa muy apático estas primeras semanas. Ha comunicado a su hija que voluntariamente Antton no establece relación alguna con los demás usuarios o profesionales del centro, que tiende al aislamiento social y que cada vez que se le invita a participar en actividades comunes protagoniza ciertos comportamientos que su hija y el PAD califican de extraños en él (gritos, insultos, resistencia, objeciones, etc).

¿Cuáles pueden ser la causas que crees dificultan las relaciones sociales de Antton dentro de la residencia y que provocan su comportamiento? ¿Crees que se debe a una falta de habilidades o a unas serie de factores que interfieren?


En la mayoría de las personas que necesitan acompañamiento o apoyo para la realización de sus cuidados personales y en las actividades de la vida diaria , el momento del ingreso en la institución (institucionalizado) suele ser delicado. El hecho de tener que adaptarse a nuevas normas, rutinas y estilo de vida de este nuevo contexto de convivencia resulta complicado en sí mismo, provocando, la suma de todas estas circunstancias, sensaciones de estrés. La persona que ingresa en una institución social de este tipo lo hace debido a que tiene limitaciones en la autonomía, en algún grado

Entendemos por autonomía “la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”. 

Esta falta de autonomía tiene implicaciones en ámbitos tan diferentes como el laboral, el educativo, la comunicación social y la accesibilidad, de forma que la persona ve mermada su participación en actividades que otras personas sí realizan y también en el empleo, lo que puede conllevar desajustes educativos y sobreprotección familiar, factores que no hacen sino empeorar la situación problemática en la que se encuentran inmersos . Así, en muchos casos, la persona que tiene limitaciones en la autonomía no puede por sí misma desarrollar las actividades cotidianas que permiten a un individuo una vida independiente o no puede controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales según sus propias normas o preferencias personales.

La dependencia, así, se definirá como “el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal” 

Cuando un nuevo residente ingresa en la institución, el/la profesional de la atención sociosanitaria debe hacerse las siguientes preguntas: ¿quién es?, ¿de dónde viene?, ¿qué necesita?, ¿cómo se puede facilitar el proceso de su adaptación al nuevo entorno?, ¿de qué forma saludable conseguirá ajustarse a este nuevo contexto de vida? 

Colocar la persona en el centro:

Para lograr estos fines se necesita un trabajo de diálogo con cada persona o con sus familiares sin la persona no puede expresarlo por sí misma. Este diálogo será una parte indispensable del quehacer cotidiano del PASS en la acogida de un nuevo residente. Contemplaremos una visión amplia de la persona, más allá de la identificación de indicadores de pérdida, y recopilaremos datos biográficos, recuerdos cargados de emociones positivas, etc., puesto que los propios usuarios, en función de su edad, posibilidades y desarrollo de la enfermedad, trastorno o deficiencia limitante, deben ser parte activa en el proceso de ajuste al centro. 

Una de las grandes diferencias entre la intervención de la beneficencia y la que se pretende en los actuales servicios sociales, es la de establecer un plan de caso (proyecto vital, PIA, PAI…..); es decir, una intervención distinta para cada persona interna en este recurso social. Debemos practicar la atención socio-sanitaria lejos de aquel paternalismo que envolvía las viejas instituciones, huyendo de la idea de colocar a la persona dependiente en un centro como la última salida y nada más. Por el contrario, supone concebir la unidad residencial (residencia, unidad de estancia diurna, centro de día, etc.) como un contexto de desarrollo adecuado; el lugar desde donde la persona trabaja para fomentar su independencia. Y para conseguirlo ofrecemos servicios especializados de enfermería, atención médica, rehabilitación, atención psicosocial,… entre otros, con el objetivo de recuperar o, al menos, mantener por el mayor tiempo posible en el individuo un grado de desempeño autónomo en su vida cotidiana.


El ambiente físico y el contexto social del centro puede contribuir a que la persona sea más dependiente o más autónoma y puede facilitar o complicar el proceso de adaptación del usuario/a. Asimismo, la calidad de las relaciones entre los residentes, o incluso entre los pacientes y el personal cuidador, facilita o dificulta la adaptación personal. Debido a que el entorno influye directamente en el pronóstico de autonomía, el equipo profesional valora el contexto y lo modifica, de modo que las condiciones residenciales se adapten a la situación funcional y cognitiva de los usuarios. Así, el espacio material y personal se modifica para atender a las distintas situaciones de dependencia. El profesional interviene sobre las condiciones materiales del centro y atiende a las necesidades individuales (fisiológicas, psicológicas y sociales) que presenta cada paciente.

Otras dificultades vienen derivadas de ciertas características personales (biológicas, psicológicas y sociales):

Algunas enfermedades de tipo orgánico complican la situación que padecen personas con discapacidad física. En estos casos, ofrecer ayudas técnicas o adaptar funcionalmente el entorno, disminuye la situación de dependencia. Con el propósito de atender las necesidades específicas relacionadas con los factores fisiológicos, se realizan adaptaciones para la movilidad funcional. La vulnerabilidad del sistema biológico que provoca el deterioro del movimiento, del equilibrio, de la resistencia física, etc. se puede compensar utilizando, por ejemplo, barras para la bañera o el inodoro, suelo antideslizante, barandillas en los pasillos, andadores para que caminen con seguridad, etc. Por otra parte, los efectos secundarios de los tratamientos farmacológicos añaden limitaciones personales. 

En los casos mas leves de desorientación se trata de que el ambiente físico facilite la adaptación y orientación espacial y personal. Colocando relojes en la pared, calendarios con caracteres de gran tamaño o cuidando que las instalaciones se encuentren bien iluminadas, por ejemplo, atendemos las necesidades relacionadas con los factores psicológicos. En caso de episodios de confusión mental o los estados de agitación que pueden aparecer en casos de demencia el/la profesional sociosanitario tiene que tener habilidades y competencias para prevenir y no incrementar el malestar psíquico que se deriva de dichos estados mentales. Las personas diagnosticadas con trastornos mentales, por ejemplo depresión, hay que recordar que conlleva aislamiento social, apatía y deterioro funcional. Con la intención de facilitar la adaptación de las personas que se encuentran en estado depresivo y atender, de forma paralela, las necesidades de interacción social, la institución planifica un programa de animación psicosocial. Los problemas de conducta influyen negativamente en la adaptación a la vida dentro de la institución. En algunos casos, la incapacidad de la familia para controlar tales comportamientos ha sido lo que ha motivado el ingreso. Nos referimos a la manifestación de alteraciones del tipo: 
  • Carácter desobediente, necesitando tener el control, mostrándose desafiantes con las normas y disconformes con la atención recibida. 
  • Rabietas, que pueden responder con agresividad ante la más mínima señal de frustración o cuando se les contradice. 
  • Conciencia moral poco desarrollada, como si no mostraran arrepentimiento o no sintieran sentimientos de culpa. 
  • Dificultades para desarrollar la confianza mutua y dejarse atender por otras personas.
  • Resistencia al contacto físico, sin poder recibir las muestras de afecto. 
  • Respuestas agresivas dirigidas hacia sí mismo y hacia los demás. 

Estas y otras alteraciones pueden aparecer en personas con discapacidad intelectual o con problemas de conducta que no siempre pueden explicarse como expresión de la discapacidad o el trastorno, si no que suele referirse a que algo del ambiente no se ha adaptado o no se esta adaptando a las necesidades de la persona. Los desórdenes pueden ser provocados por razones muy diversas; incluso en la misma persona pueden variar de un momento a otro, bien por algún desajuste emocional o por la frustración de no sentirse comprendido, consecuencia de las limitaciones comunicativas y falta de habilidades sociales.

Por habilidad social entendemos la capacidad que tiene una persona para desenvolverse de forma exitosa en la interacción con otras personas y ajustarse en su medio social. Estas habilidades, que favorecen la adaptación del individuo a su entorno, son el resultado del aprendizaje continuo que se produce a lo largo de toda la historia vital y es producto de las experiencias y modelos de relaciones humanas en los que el individuo ha participado. La conducta habilidosa está relacionada con la capacidad para expresar sentimientos, actitudes, deseos u opiniones, respetándose a sí mismo y considerando los derechos de los demás; también, cuando se adapta a la situación social en el que el intercambio comunicativo se realiza. De este modo, entenderemos que una persona posee un adecuado repertorio de habilidades sociales cuando consigue manifestar éstas y otras competencias comunicativas. 

1. CARACTERISTICAS PERSONALES (biólógicas y psicosociales, incluyendo la falta de ciertas Habilidades sociales) que pueden estar en el origen de las dificultades de adaptación, aislamiento y conductas problemática de Antton

Hipótesis, análisis y reflexiones

CARACTERÍSTICAS PERSONALES. BIOLÓGICAS, PSICOSOCIALES-INCLUÍDAS LA FALTA DE HHSS

¿Cómo dificultan la adaptación, la integración en la vida del centro? ¿Cómo explican su tendencia al aislamiento, la apatía, el rechazo a las actividades, las resistencias, los gritos y los insultos?

Afectación en la visión y la audición (1 año)

Dificulta el iniciar y mantener conversaciones

¿Cómo lleva esta pérdida?

Ictus afecta a la movilidad, riesgo de caídas

Físicamente le va a costar más acceder a determinadas actividades, lugares, personas

 

¿Cómo se encuentra emocionalmente al respecto? Porque las dificultades para gestionar el miedo, la incertidumbre pueden estar dificultando la integración de Antton

Viudo

¿Desde cuándo? ¿Cómo lleva el duelo? Un duelo no superado o patológico no va a ayudar a Antton a adaptarse a la vida del centro participando ed actividade

Autoestima, sentimientos de inferioridad, de minusvalía, victimismo,

Podría explicar la tendencia a la apatía

Falta de aceptación de la pérdida de autonomía, del cambio de domicilio, del cambio de cuidador/es

Explicaría su estado emocional, sus reacciones intensas, su poco interés por participar en actividades…

¿Otro ictus? ¿Secuela de las caídas previas? ¿Un trastorno mental? ¿Efectos secundarios de medicamentos?

En el origen de los problemas de conducta

¿Qué tal está durmiendo? ¿Qué tal está yendo al retrete? ¿Molestias físicas?

Podrían explicar su baja tolerancia a la frustración, su poca tolerancia a los cabios, su enfado o apatía

Falta de Habilidades sociales

Dificultades para relacionarse con personas desconocidas, introducirse en grupos, defenderse en entornos hostiles si carece de herramientas para ello. Esto explicaría sus dificultades de adaptación, tendencia al aislamiento, mala gestión de sus emociones….

Falta de habilidades de comunicación

Le cuesta empatizar con las demás personas, o no practica la escucha activa ni la asertividad lo que puede llevarle al aislamiento o a protagonizar ciertas conductas

Prejuicios negativos hacia las residencias

Solo vería lo negativo del cambio, confirmando su percepción

Expectativas erróneas

Si cree que es para unos días, ¿para qué integrarse? Si piensa que es ya para morir,  ¿para qué esforzarse?


Comentarios