La orientación es la capacidad de toda persona para ser conscientes de nosotros mismos y de nuestro contexto espacial y temporal. Así, los tres tipos de orientación se relacionarán con las tres clases de ubicación posible: personal, espacial y temporal.
Es uno de los aspectos más importantes de nuestra cognición y condición indispensable para un correcto funcionamiento diario; continuamente necesitamos saber en qué momento del día estamos o dónde nos encontramos para poder discernir qué conductas son adecuadas para cada instante o lugar.
El trabajo en orientación constituye uno de los más básicos y nucleares relacionados con la intervención cognitiva en demencias, atendiéndose de manera continua y sistemática, incluso en actividades de otra índole.
Objetivos: mantener las funciones de orientación personal, temporal y espacial, trabajando sobre la información relativa al usuario, el momento del día en el que se encuentra (así como el día de la semana, el mes o el año) y el lugar en el que está.
Materiales: los instrumentos a utilizar son muy numerosos; desde manuales especializados o materiales específicos (pictogramas, rótulos, diarios, televisión, radio, etc.) a simples conversaciones cotidianas sobre el usuario, el momento o el lugar.
Estructura: variará según el tipo de orientación que queramos trabajar. Así, en ocasiones será más recomendable utilizar estímulos en el entorno (orientación espacial y temporal) y, en otras, la interacción personal o en grupo (orientación personal).
Día a día, nos encontramos con situaciones en las que se requiere de nosotros que utilicemos nuestra capacidad de cálculo, es decir, la función que nos permite realizar operaciones matemáticas.
El cálculo cotidiano, y especialmente el relacionado con el dinero, es una actividad que tenemos muy automatizada, aunque para su consecución intervienen un número para nada despreciable de funciones cognitivas: desde elementos perceptivos y de reconocimiento de cifras, hasta el conocimiento numérico de cantidades, pasando por el entendimiento de los símbolos y reglas de cálculo. Por otro lado, también participan el razonamiento abstracto y la función ejecutiva.
Poder realizar cálculos mentales sencillos es una tarea indispensable para contar con cierta autonomía personal, con lo que su preservación aportará una mayor y significativa independencia al usuario.
Objetivos: ejercitar el conocimiento y la manipulación numérica. Facilitar el cálculo y el razonamiento, así como la solución de problemas simples.
Materiales: ábaco, juego de bingo, monedero con dinero real o ejercicios específicos de problemas aritméticos.
Estructura: actividades de estructura escolar adaptadas a una situación social en forma de juegos, a partir de los materiales propuestos.
La atención nos permite dirigir nuestros sentidos y cognición a elementos específicos del medio que nos rodea, normalmente sobre los más relevantes. Tal y como apunta Ballesteros (2000), “hace referencia al estado de observación y de alerta que nos permite tomar conciencia de lo que ocurre en nuestro entorno”. Por su parte, la concentración es la capacidad para mantener fija la atención, lo que conocemos como atención sostenida.
La primera condición necesaria para que se dé un proceso atencional es que nuestros sentidos capten los estímulos del ambiente, por lo que el trabajo con estos también va a ser importante:
- Visión: percepción del entorno visible y capacidad de ver.
- Audición: capacidad para poder oír y escuchar, para percibir sonidos.
- Tacto: facultad que permite percibir el contacto de otras cosas sobre la piel y distinguir sus cualidades.
- Olfato y gusto: percepción de olores y sabores. Estos sentidos se encuentran estrechamente relacionados.
Lectura y escritura
Desde un punto de vista técnico, la lectura es la decodificación y comprensión del significado de caracteres escritos o de cualquier tipo de representación gráfica. Por su parte, la escritura es la reproducción de ideas a partir de palabras escritas en un papel u otra superficie.
De este modo, procesos que tenemos tan interiorizados se tornan complejos a la hora de analizarlos según los procesos cognitivos que los hacen posibles.
Con la lectura se ejercita la comprensión verbal escrita y entran en juego los sistemas visual y motor. Por su parte, en la escritura participan la fluidez de la expresión, la denominación y la evocación de palabras, así como el sistema motor.
Las tareas de lectura y escritura son muy habituales en la vida diaria, con lo que su conservación supone un componente importante en la autonomía de la persona y en su autoestima y calidad de vida, consecuentemente.
Lectura
Objetivos: potenciar la capacidad de lectura y de comprensión escrita, incrementando a su vez la autoestima.
Materiales: los ejercicios de lectura quizá sean las que permiten un material más amplio: hojas con sílabas, frases y textos. Tarjetas con órdenes escritas. Periódicos, revistas y libros. Cualquier material escrito del que se disponga, incluyendo rótulos que se encuentren en su entorno.
Estructura: planteamiento de la actividad a partir de ejercicios supervisados, combinada con situaciones de interacción y comentario de textos, noticias, etc.
Escritura
Objetivos: estimular y reforzar la producción escrita a partir de estímulos de índole diversa, como la copia, el dictado o la escritura libre.
Materiales: papel y lápiz, bolígrafo u otros sistemas de escritura (adaptados o con ayudas, de ser necesario). Se pueden utilizar cuadernos de lectura y escritura específicos, así como imágenes para la narración temática.
Estructura: ejercicios específicos y práctica guiada, siendo conveniente plantear la actividad de manera lúdica.
Desde un punto de vista técnico, las praxias se dividen en ideomotoras (gestos simples), ideatorias (movimientos complejos), faciales (acciones con diversas partes de la cara) y visoconstructivas (planificación para realizar construcciones, dibujos o figuras). No obstante, y para ser más prácticos, diferenciaremos la gestualidad en:
- Manipulación de objetos: acciones relacionadas con el manejo de elementos físicos.
- Gestualidad de comunicación: realización de gestos con contenido comunicativo (saludos, despedidas, etc.).
- Destreza manual: actividades psicomotoras manipulativas finas o precisas (cortar con tijeras, hacer un nudo, etc.).
- Praxis constructiva: poder generar formas con objetos o dibujos de papel y lápiz.
Objetivos: practicar ejercicios que permitan mantener durante el mayor tiempo la conciencia del cuerpo.
Materiales: dibujos y gráficos del cuerpo. También cabe la posibilidad de utilizar muñecos, siempre y cuando la persona no lo considere infantiles y los acepte en la terapia.
Estructura: se basará en la interacción con el usuario, buscando abarcar tareas de reconocimiento, denominación y señalización directa de partes del cuerpo.
Así pues, la funciones ejecutivas son necesarias para desenvolvernos con éxito en nuestro medio y conseguir nuestros objetivos, tanto de los proyectos más complejos como de las actividades más cotidianas: planificar nuestro día, priorizar tareas, estimar su duración o reorganizar un plan determinado.
Objetivos: trabajar las capacidades de razonamiento, abstracción, planificación y ejecución.
Materiales: variables, ya que la actividad se centrará principalmente en tareas verbales y manipulativas complejas.
Estructura: tareas específicas, dirigidas y supervisadas, y actividades de la vida diaria.
Al ser tan holísticas, las funciones ejecutivas permiten una metodología de trabajo mucho más amplia y flexible. Además, muchas actividades de la vida diaria requieren de este tipo de aptitudes, con lo que se pueden plantear tareas de cocina, limpieza u ocio (coser, jardinería, juegos, etc.) para hacer de la intervención una terapia lúdica y generalizable al día a día de los usuarios.
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