“Parte de la naturaleza humana la constituye la búsqueda
de actividad con sentido, que pueda dar estructura a la vida
y significado a las personas, que permita tener experiencias
placenteras y que promueva el bienestar y la salud”.
Harmer y Orrell, 2008
El profesional en atención sociosanitaria debe verificar que la información previa dada a los usuarios
sobre las actividades programadas es transmitida teniendo en cuenta la necesidad de MOTIVARLES para
facilitar así su participación.
Para lograr un entorno positivo. Actividades con sentido
a) Identificar actividades que estimulen a cada persona
Algunas pautas
Partir de su biografía, de sus costumbres y hábitos cotidianos gratificantes
Prestar atención a sus deseos respecto a lo que quiere mantener y cambiar. Estar atentos a los nuevos intereses y preferencias que puedan ir surgiendo.
Apoyar la realización de actividades de la vida cotidiana (hacer la comida, ir de compras, se ocupan de sus cosas, cuidan plantas…).
Contemplar actividades de continuidad con la propia vida, tanto dentro de casa o del centro como en la comunidad (salidas, encuentros y gestiones que acostumbra hacer y que le son satisfactorias).
b) Facilitar que las personas decidan sobre su actividad cotidiana
Algunas pautas
Evitar que las personas se vean obligadas a hacer actividades que no son de su agrado.
Dar opciones diversas para elegir, que la persona no se sienta obligada a hacer “lo que ahora toca”.
Diseñar actividades donde la persona pueda elegir, sentirse capaz y desarrollar sus habilidades.
Realizar adaptaciones individuales de las actividades en grupo
Ser flexible admitiendo, si la actividad lo permite, la posibilidad de no participar todos los días, de descansar…
c) Integrar lo terapéutico en lo cotidiano
Algunas pautas
Valorar y aprovechar las actividades cotidianas como espacios terapéuticos. La realización de las actividades como vestirse, conversar, divertirse, cocinar, leer, pintar, arreglar el jardín, escribir, organizar o reparar objetos, manejar el dinero, comprar, etc, tiene valor terapéutico al poner en juego habilidades funcionales, cognitivas y relacionales de las personas.
Organizar la actividad terapéutica según el ritmo y rutina de las actividades de la vida diaria de cada persona, contemplando para ello tanto las actividades más comunes (aseo, movilidad, alimentación, tareas domésticas, etc.) como otras de ocio, aprendizaje y desarrollo personal o contacto social que le resulten significativas o agradables.
d) Apoyar la participación de las personas con mayor deterioro
Ajustar los objetivos. Los objetivos de mejora/rehabilitación dan paso a objetivos donde prima el mantenimiento de habilidades existentes y el bienestar físico y emocional.
Valorar las “pequeñas participaciones”. Mirar, participar en alguna secuencia concreta de la actividad, estar presente en algún momento, es también participar
Observar el bienestar y el malestar de la persona. Estar pendiente de cómo la persona reacciona y se siente cuando participa o hace algo, especialmente cuando la persona tiene dificultades en comunicarse.
Fomentar los entornos comprensibles y predecibles
Entender y saber responder a las alteraciones del comportamiento.
Si la persona tiene un deterioro cognitivo importante, buscar un acercamiento gradual a la actividad y buscar apoyos.
Observar en qué cosas se fija y qué acciones puede realizar (a veces son partes muy sencillas de alguna actividad).
Captar primero su atención visual y luego generar algún contacto físico.
Proponer alguna acción sencilla (puede ser una mínima parte de una tarea o actividad).
Dar los apoyos que precisa (simplificar la acción, proporcionar asistencia física, etc).
Reforzar, alabar cada uno de los avances aunque sean muy pequeños.
e) Encontrar las mejores opciones
Combinar las actividades individuales con las actividades en grupo.
Salir de la rutina organizando especiales que supongan una novedad y estímulo para todos.
Dar valor a las actividades espontáneas, permitir as actividades no planificadas, las que surgen de repente (cantar, jugar a algo, poner música favorita, ver una revista y comentarla, dar un paseo…). Ya que al partir de la escucha, de lo que apetece a las personas son un antídoto excelente contra la rutina y el aburrimiento.
Proponer actividades estimulativas que sirvan para recordar el pasado pero conectándolas con el presente.
Realizar actividades en contextos normalizados. Algunas actividades (salir a dar una vuelta, ir a un bar, cafetería o restaurante, de compras, a espectáculos, o acudir a un centro social) pueden convertirse en una excelente oportunidad de proporcionar nuevos contactos y facilitar una mayor integración de la persona en su barrio y en su comunidad.
Facilitar la relación social y el contacto con la comunidad. Organizar reuniones o visitas para amigos, familiares, vecinos o personas especiales de la comunidad puede resultar una buena iniciativa.
A lo largo de nuestra vida,
los días están llenos de actividades
cotidianas que realizamos, la
mayoría de las veces, sin ni siquiera
darnos cuenta. Sin embargo,
muchas de ellas dan sentido y
contenido a nuestras vidas, y
son reflejo de cómo somos cada
individuo. Seguro que todos los que
estáis leyendo esto elegís vuestra
ropa y complementos, preparáis la
mesa para comer, cuidáis de vuestro
entorno doméstico. Pero también
seguro que no todos lo hacéis de la
misma manera, y que para cada uno
es importante hacerlo, y hacerlo a
vuestra forma, ya que nos refuerza
como personas individuales, únicas
y con dignidad.
En las personas que tienen
demencia esto no es diferente,
aunque la investigación sobre
la importancia de la actividad
cotidiana significativa para las
personas con demencia es un
campo relativamente nuevo y
todavía no desarrollado muy
extensamente.
No obstante, de las investigaciones
realizadas hasta la fecha se han
encontrado datos e informaciones
muy relevantes para la realización
de estas actividades. En este enlace podemos conocer por qué es importante que las
personas con demencia realicen
actividad cotidiana significativa.
Los estudios realizados en distintos
países han encontrado tres factores
importantes que hacen que una
actividad sea significativa: que
haya una participación activa, que
el contenido de la actividad esté
relacionado con los intereses y roles
pasados de las personas, y que las
actividades cubran las necesidades
psicológicas básicas de identidad y
pertenencia (Genoe & Dupuis, 2012;
Phinney et al., 2007).
Otros estudios añaden que
para el bienestar psicológico de
las personas con demencia, el
participar en actividades puede
ser incluso más importante que
el entorno general físico y social
(Marshall & Hutchinson, 2001).
Tenemos que tener en cuenta que
cuando hablamos de la “ocupación”,
el término “estar ocupado” va
más allá de realizar actividades
de ocio, y puede implicar también
el trabajo, el tiempo libre y el
juego, pero también, y de manera
muy importante, el momento de
levantarse, comer y beber, recibir
cuidados físicos, la estimulación
sexual, el interés en objetos,
ayudar a otros o mantener una
conversación (Elliot, 2011)
En esta línea, informará a la persona usuaria sobre las actividades que deben realizarse, sus objetivos y
el procedimiento a seguir. Además, respetará su autonomía en aquellas tareas que el usuario pueda
hacer por sí solo y le apoyará en las que tenga alguna limitación, acompañándole y motivándole para que
mantenga interés por continuarlas.
Características e intereses de los usuarios.
Es importante formar a todo el personal del centro en el desarrollo de actitudes y técnicas de
observación indirectas (no programadas) que se deben realizar siguiendo un protocolo documental
que facilite la revisión periódica de la situación de las personas usuarias.
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