Protocolo de adaptación y buenas prácticas



La fase o periodo de adaptación tiene las siguientes características:

• Aprendizaje de las características y funcionamiento del centro. 

• Ajuste entre la persona usuaria y el centro. 

• Conocimiento en profundidad de la persona. 

• Relaciones y convivencia. 

Evaluar la adaptación de la persona usuaria al centro al finalizar el plazo de los tres meses posteriores a su ingreso.

Los objetivos de esta fase se sintetizan en: 

• Lograr la adaptación del usuario a las características y funcionamiento del centro. 

• Realizar la evaluación de las necesidades de la persona usuaria. 

• Elaborar el Programa de Atención Individualizado (PAI). 

• Marcar los objetivos asistenciales personalizados para después del periodo de adaptación. 

La adaptación no es lo mismo que integración, en la primera se exige a la persona usuaria una máxima homogenización, en la segunda, ésta se inserta con su rol en un medio heterogéneo que funciona de manera unitaria. 

La actividad, los recuerdos positivos, la libertad sobre estilo de vida, la aceptación de uno mismo, la participación continuada en actividades gratificantes, la aceptación por parte del grupo social, la salud y la falta de preocupaciones son factores que favorecen el bienestar y la satisfacción en la vejez. 

Tras un momento crítico de estrés psicosocial como puede ser vivido el ingreso en la residencia por parte de la persona usuaria, se pueden dar situaciones desadaptativas durante este periodo de los tres primeros meses de estancia en el centro. 

 Se evidencian una serie de componentes subjetivos de bienestar, como la satisfacción (estado cognitivo), alegría (estado emocional) y felicidad (combinación de ambos). 

La presencia de estos componentes junto con la ausencia de componentes negativos como depresión o ansiedad, previenen de la aparición de trastornos adaptativos. 

Además de los mencionados anteriormente, hay una serie de componentes que sirven como indicadores para la evaluación en la finalización del periodo de adaptación como son: 

a) Aceptación de la normativa. 

b) Relaciones y convivencia 

c) Participación. 

d) Integración. 

Pautas de actuación en el periodo de adaptación 

 • Es necesaria una corresponsabilidad entre las necesidades de la persona usuaria y posibilidades asistenciales de la residencia. La residencia como tal recurso está orientada y capacitada para cubrir necesidades de las personas que atiende, siempre y cuando éstas se correspondan con las inherentes a su Carta de Servicios y por lo tanto sujetas a lo contratado con la persona usuaria. 

• El consenso y diálogo con la persona usuaria y familiares, la información transmitida y recibida y en general el conocimiento de las necesidades de la persona usuaria, permite establecer un plan de atención real. 

• Dentro de este plan de atención, tiene especial relevancia el conocimiento de las expectativas de la persona usuaria y de sus familiares y enmarcarlas en el contexto de posibilidad de atención desde el recurso social residencial. 

• Es importante no generar o mantener expectativas erróneas, por lo que se deberá aclarar y centrar en las posibilidades reales de la residencia. 

• Al finalizar el periodo de adaptación, para evaluar si se ha cumplido el objetivo o si es necesario informar negativamente al respecto, no solo se deben evaluar aspectos propios de la persona usuaria, sino que también la planificación y ejecución de las actuaciones por parte de la residencia para conseguir la adaptación del mismo. 

• El mantenimiento de una convivencia no conflictiva en la residencia en parámetros de aceptación y cumplimiento de las normas de funcionamiento interno, se considera un signo evidente de adaptación al mismo. 

• Así mismo el tipo y características de las relaciones que se mantienen con las otras personas usuarias y el personal de la residencia son indicadores del grado de adaptación a la misma. En este aspecto tiene especial importancia para esta fase el mantenimiento de relaciones familiares. 

• El modo en que se maneja por parte de la residencia los conflictos que generan la pérdida de intimidad, recuerdos, autonomía, relaciones… por la nueva situación de vida influye decisivamente en la adaptación de la persona usuaria. 

• El sentimiento de entorno seguro en el que se identifica como persona integrante de un colectivo convivencial, y el trato cercano personalizado posibilitan una buena adaptación a la residencia. 

• Se consideran indicadores superiores de adaptación, la participación activa en actividades y programas y la satisfacción manifiesta de la persona usuaria en su vida en la residencia. 

• La adaptación se enmarca como un estadío intermedio entre la aceptación del ingreso mas o menos obligado por las condiciones de vida de la persona usuaria y la integración que supondría el desarrollo de las potencialidades de la persona usuaria, sentido desde la consideración de la residencia como nuevo hogar por parte de la misma. • Se considera adaptada a la residencia, a la persona que vive su nueva forma de vida de una manera no conflictiva, consigo mismo y con los demás, en función de las características y normas de su nuevo entorno. 

• Se considera de gran importancia la respuesta dada por la familia a la situación de ingreso de la persona usuaria en el centro. La familia evidencia su conflicto emocional por la nueva situación de tal forma que transfiere parte del mismo en sus relaciones con su familiar, ésta puede influir en la respuesta de adaptación al centro. 

• La información permanente y la potenciación de las relaciones entre el personal de la residencia, los familiares y las personas usuarias, se perfilan como herramientas importantes para favorecer la adaptación al centro y evitar conflictos emocionales y sentimientos de culpabilidad que distorsionen la convivencia y adaptación. 

• Las condiciones de ambiente de la organización, el entorno físico residencial y los recursos ambientales son elementos favorecedores en esta fase inicial de vida en la residencia. 

• La percepción por parte de la persona usuaria de disfrute de intimidad garantizando su espacio propio, y de su valor intrínseco personal, son el mejor punto de partida para el establecimiento de relaciones personales. 

• La afectividad como exponente de una necesidad personal precisa de posibilidades de desarrollo y debe tener una consideración especial en las relaciones y la convivencia residencial. 

• El control institucional y la garantía de cubrir con recursos propios o ajenos cualquier tipo de necesidad que presentan las personas usuarias, son determinantes para generar una percepción de necesaria seguridad en las mismas. 

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