La enfermedad
de Alzheimer
produce
alteraciones
en la memoria
y el lenguaje.
La enfermedad de Alzheimer se manifiesta con distintos
síntomas. Algunos son cognitivos y otros de tipo conductual,
pero todos tienen una afectación directa sobre las actividades
de la vida cotidiana.
Es importante que los familiares, personas
cercanas, los cuidadores y cuidadoras conozcan e identifiquen los síntomas, para estar
alerta ante su aparición. Esto nos servirá para adaptarnos a las
exigencias de cada estadio de la enfermedad y lógicamente, será
de gran utilidad para que el médico valore la administración de
medicación.
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Síntomas cognitivos
Los síntomas de tipo cognitivo
suelen aparecer de manera
progresiva y pueden
manifestarse, inicialmente, a
través de alteraciones en
la memoria (memoria a corto plazo en fases iniciales) y/o en el lenguaje (expresión en fases inciales).
Léxico empobrecido
Con
la progresión de la enfermedad,
también aparecerá lo que se
denomina agnosia, que es
la dificultad para reconocer y asociar de manera adecuada con
su significado lo que se percibe a través de los cinco sentidos
(vista, oído, tacto, olfato y gusto).
Otros síntomas de carácter
cognitivo son las apraxias, o lo que es lo mismo, la dificultad
para ejecutar bien actos motores y voluntarios como vestirse o
comer, sin que puedan atribuirse a dificultades de movilidad
físicas.
Pueden existir, además, dificultades para planificar, razonar de
manera lógica o comprender la ironía y, además, alteraciones en
las funciones visuoespaciales, lo que puede provocar errores en
la estimación de distancias o para reconocer correctamente el
espacio en el que la persona se encuentra y, por lo tanto, caídas,
accidentes o confusión.
La primera zona que se ve
afectada es el hipocampo,
donde se forman y almacenan
los nuevos recuerdos.
Olvidarse de aquello que acaba de suceder: Es uno de los
síntomas más característicos de la enfermedad de Alzheimer: la
pérdida progresiva de memoria.
Ya en las primeras fases de la
enfermedad, las personas que sufren Alzheimer suelen tener
dificultades para recordar cosas que han sucedido
recientemente. Sin embargo, no tienen problemas para rescatar
recuerdos de cuando eran jóvenes o conocimientos que han
adquirido a lo largo de la vida (Memoria a largo plazo) hasta fases mucho más avanzadas.
Esto ocurre porque la primera zona que se ve afectada por la
enfermedad es el hipocampo, la región en la que se forman y se
almacenan nuevos recuerdos. He aquí la razón por la que otro de
los primeros síntomas que suele manifestarse en personas que
sufren Alzheimer es la desorientación, tanto en el espacio como
en el tiempo. No hay que perder de vista que para orientarnos,
nuestro cerebro ha de retener información nueva y adaptarse
a contextos cambiantes. A medida que la enfermedad avanza,
la desorientación puede llegar a alterar el recuerdo de datos
relacionados con su identidad.
No poder encontrar la palabra exacta: Es común que las
personas que padecen Alzheimer manifiesten problemas con el
lenguaje. Una de las dificultades más típicas es la denominada,
una alteración debida a la destrucción neuronal en regiones del
cerebro relacionadas con el lenguaje. Esto puede hacer que el
enfermo tenga frecuentes y acusados problemas para encontrar
la palabra adecuada en el transcurso de una conversación. Con el
progreso de la enfermedad, las dificultades de comunicación y de
comprensión se incrementan. Dado que la memoria inmediata
no funciona correctamente, la persona es incapaz de retener
y comprender en detalle el discurso de sus interlocutores e
interactuar, en definitiva, con normalidad.
No recuerda cómo atarse los cordones
de los zapatos: Otro síntoma
característico es el de la
alteración de la ejecución
motora o apraxia, que dificulta
a la persona afectada la
correcta ejecución de
determinados movimientos,
en cuanto a su precisión y secuencia. Así, pueden presentarse
dificultades en actividades tan cotidianas como hacer gestos
comunicativos con las manos, atarse los cordones de los zapatos,
abrocharse los botones o usar los cubiertos para comer o los
productos de aseo.
Otro de los
primeros
síntomas del
Alzheimer es la
desorientación.
Perder la capacidad para planificar: Las funciones ejecutivas son
las que integran y coordinan distintas capacidades cognitivas
para poder desenvolverse adecuada e independientemente en la
vida cotidiana. A medida que la enfermedad avanza, la persona
con Alzheimer puede tener más dificultades para decidir cosas,
organizar el día a día y hacer razonamientos lógicos, así como
para captar sentidos figurados o irónicos.
Problemas para calcular las distancias: Otra tipología de síntomas
cognitivos es la que hace referencia a la dificultad para procesar
información visual del espacio que nos rodea. Normalmente,
estas dificultades se manifiestan con problemas de orientación
espacial, incapacidad para calcular las distancias, reconocer
entornos o localizar objetos..
No reconocer aquello que se ve, se oye o se toca: La agnosia, o
alteración del reconocimiento, es la que dificulta una adecuada
comprensión del entorno. Pueden producirse diferentes tipos
de agnosia, dependiendo de la entrada de información: visual,
auditiva, táctil, olfativa o gustativa. Se manifiesta con serias
dificultades para relacionar aquello que se percibe con su
significado, sin que exista ningún problema físico en la capacidad
perceptiva. Así, en la agnosia visual el paciente no presenta
dificultades de visión. Lo que ocurre es que esa persona no
reconoce el estímulo, porque hay una alteración en la conexión
entre aquello que percibe con la información almacenada en el
cerebro.
Todos estos síntomas contribuirán a una progresiva pérdida de
autonomía del paciente y, consecuentemente, a una mayor
dependencia del cuidador.
Síntomas conductuales
Este tipo de síntomas son los que más ansiedad y sensación de
sobrecarga pueden provocar en su cuidador. Estos cambios de
comportamiento pueden estar directamente relacionados con las
lesiones cerebrales provocadas por la enfermedad. Sin embargo,
en determinadas fases también median la frustración y la
irritabilidad que produce en las personas afectadas la percepción
de sus dificultades para llevar a cabo sus actividades cotidianas y suelen ser también expresión que el contexto físico y/o social no se está adaptando a sus necesidades. Las reacciones de las personas de su entorno ante
algunos síntomas de la enfermedad también pueden afectar su
forma de comportarse. Estar atentos a su aparición y desarrollo
nos puede permitir realizar cambios en el entorno del enfermo,
tanto de tipo físico como humano, que pueden ayudarnos a
gestionarlos de una manera más eficaz.
Tristeza, apatía y ansiedad: Es un síntoma conductual típico de
la enfermedad de Alzheimer. A menudo, en fases iniciales de la
enfermedad, esto puede ser un tanto desconcertante para los
familiares, ya que una depresión puede cursar con deterioro
cognitivo pero, al mismo tiempo, la conciencia de deterioro
que pueda tener quien lo padece contribuye a su estado de
ánimo deprimido. La apatía es
frecuente entre los primeros
síntomas de la enfermedad. Los
pacientes pierden la motivación
y la iniciativa, se pueden
mostrar introvertidos y aislarse,
a menudo para apartarse de
determinadas situaciones que
les generan confusión o para no
enfrentarse a su incapacidad para
gestionarlas. Ante las dificultades
para prever lo que puede suceder, las personas con Alzheimer
presentan a menudo ansiedad. Pueden así mostrar temores
irracionales como, por ejemplo, a quedarse solos cuando todavía
tienen capacidad para estarlo o, en fases avanzadas, requerir la
presencia constante de su cuidador.
Agitación y actitudes desconcertantes: La desorientación
puede llevar al enfermo a deambular erráticamente y sin razón
aparente, en busca de referentes para ubicarse. La agitación y las
actitudes inapropiadas también son un síntoma conductual típico
que genera desazón e intranquilidad en el cuidador y requieren
de un aumento de su atención.
Los síntomas
conductuales
son los que más
sensación de
sobrecarga
pueden provocar
en el cuidador.
La persona enferma repite constantemente una misma actividad o cambia de lugar las cosas
sin motivo aparente.
Es posible que las personas que sufren Alzheimer tengan
reacciones desproporcionadas (gritos, lloros, enfados…) ante
situaciones que les resultan frustrantes y que no son capaces
de gestionar.
Las personas enfermas pueden también creer,
por ejemplo, que su comida está envenenada o que alguien
les ha robado si no encuentran sus cosas. Este tipo de delirios
pueden ser difíciles de reconducir ya que a menudo hacen que
el enfermo desconfíe de las personas que lo rodean.
En algunos
casos, pueden aparecer alucinaciones, que se distinguen por
ser experiencias sensoriales vividas como si fueran reales, por
ejemplo oler humo, oír voces o ver bichos.
Trastornos del sueño: A medida
que nos hacemos mayores,
nuestros patrones de sueño
van cambiando. Y esto se acusa
todavía más en las personas
con Alzheimer. Al anochecer,
los enfermos pueden sentirse más confusos y agitados. Se
desconoce la causa pero puede estar relacionado con el
cansancio, la falta de luz o el aumento de las sombras. Durante la
noche se producen más despertares, de modo que durante el día
puede existir somnolencia y necesidad, por parte del enfermo, de
hacer alguna siesta. Puede que, si se levantan durante la noche, al
sentirse desorientados, hagan cosas como vestirse, intentar salir a
la calle o comer.
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