ACP contra el Edadismo


Introducción

La discriminación por razón de edad es algo que se ha naturalizado en nuestra sociedad, quizás porque prima el mito de la eterna juventud y nadie se quiere hacer mayor. Es como si la sociedad hubiera interiorizado que ser o hacerse mayor es algo negativo. Y esto se ve en las situaciones más comunes. 

Ejemplo, cuando te preguntan la edad lo normal es que sea un piropo que te digan que pareces más joven.


Ejemplo: Cuando dejé de teñirme las canas, tuve que escuchar con frecuencia que el pelo gris me hacia más mayor, que teñida parecía más joven. 

El edadismo hace referencia al mantenimiento de estereotipos o actitudes prejuiciosas hacia una persona únicamente por el hecho de ser mayor. El edadismo se basa en una serie de creencias y valores que determinan lo que sentimos y pensamos de las personas mayores y todo esto se refleja en nuestras actitudes discriminatorias que, en la mayoría de ocasiones, pasan desapercibidas por estar naturalizadas.


Nadie está exento de sufrir a causa de su edad pero la sociedad ha normalizado y sigue normalizando a diario prácticas edadistas, en muchas ocasiones sin darse cuenta, que infantilizan o marginan a las personas por el mero hecho de cumplir años e ir envejeciendo. Se parte de una visión homogénea de este grupo de población y de adjudicar al mismo un conjunto de prejuicios muy negativos: las personas mayores experimentan un proceso involutivo de deterioro tanto en cuanto a sus capacidades físicas como mentales, son rígidos, están desfasadas, no tienen capacidad de aprender, son un gasto social, no aportan nada…El edadismo junto con el racismo y el sexismo debemos considerarlo como una gran forma de discriminación de nuestra sociedad. El edadismo ataca la dignidad de las personas mayores, vulnera los derechos de las personas mayores.

Cuando se traspasa el umbral de edad de los 65, parece que pasamos a formar parte de un grupo sobre el que predomina una mirada basada en representaciones sociales caracterizadas por prejuicios y estereotipos que persisten en la sociedad actual y que, indudablemente, condicionan el trato que reciben y que, en algunos casos, se interiorizan de manera que pueden obstaculizar un envejecimiento satisfactorio y en plenitud. Siempre me llama la atención cuando escucho hablar de las personas mayores a otras personas menores de 65 años que se habla de éste como si nunca fuéramos a pertenecer a dicho colectivo. 


Es curioso porque si no acabamos con el edadismo y esta forma de mirar el envejecimiento será la discriminación o minusvaloración que todos y todas vamos a sufrir en algún momento de nuestra vida si llegamos a esta edad.  


Es un estereotipo muy difícil de identificar por su gran aceptación social, falta de definición en relación a la estereotipia del lenguaje y la ausencia de herramientas de medición apropiadas y, sin embargo, es sumamente grave, ya forma una imagen social y cultural muy distorsionada de las personas mayores.

Afortunadamente en los últimos años se está avanzando en algunas cuestiones. Las nuevas generaciones de personas mayores rechazan esta etiqueta y rompen con los estereotipos. Como en el caso de la reciente y popular iniciativa de recogida de firmas "Soy Mayor pero no idiota". 


Indefensión aprendida y Efecto Pigmalión

Nuestras creencias influyen en cómo interpretamos y reaccionamos ante las experiencias vitales. 

Ejemplo: Recuerdo que Jose Luis por estilo de vida, hábitos de salud, nivel educativo y cultural nos comentaba cuando celebramos su 70 cumpleaños que su padre a su edad era una persona física y psicológicamente muy diferente a él y que le cuesta identificarse con el colectivo de personas mayores que ahora mismo no tiene nada que ver con lo que suponía tener esa edad hace 20 años. Y, sin embargo, durante y tras la pandemia de la Covid encuentro que Jose Luis le ha caído un estigma que ha igualado los 70 años a situación de riesgo. Él que estaba perfectamente de salud y que se sentía estupendamente, de repente toda la vivencia de la pandemia le ha hecho mella en su manera de vivir su propio envejecimiento de una manera contraproducente.

La indefensión aprendida (o bien impotencia aprendida) es un tecnicismo que se refiere a la condición de un ser humano  que ha "aprendido" a comportarse pasivamente, con la sensación subjetiva de no tener la capacidad de hacer nada y que no responde a pesar de que existen oportunidades reales de cambiar la situación. Que las personas mayores tengan una imagen negativa de lo que es envejecer es peor para su salud y para los años de vida que les quedan. Esta pandemia ha dañado mucho a la población mayor en general, además de con vidas, en el ámbito del imaginario social. Jose Luis se encuentra actualmente en un estado psicológico donde siente incapaz de manejar y ejercer algún tipo de impacto sobre la situación que está viviendo, lo que le lleva a evitarla o mostrar pasividad ante la misma.

Igualmente las creencias que tiene otras personas sobre otras influyen directamente en su comportamiento. A este fenómeno se le conoce como efecto Pigmalión, efecto Roshental o  profecía autocumplida. Y es que, de manera consciente o inconsciente, lo que el entorno de Jose Luis espera de él le ha afectado y está dando lugar a que se desencadenen un conjunto de acciones que acaban por confirmar las expectativas. 

Ejemplo: Me contaba un director de un centro residencial recientemente: "Lamentablemente, y a pesar de los esfuerzos que realizamos en el  sector residencial por mostrar la mejor imagen de las personas de avanzada edad, luchando contra los vestigios del edadismo, el término residencia para personas mayores sigue envuelto de connotaciones negativas. Y si bien estos últimos años había mejorado, la crisis sanitaria derivada por la COVID-19, ha vuelto a poner a las residencias en el ojo del huracán y ante el riesgo de medicalizarlas”. 

Durante la pandemia y la crisis del Covid19 se han echo dolorosamente visibles las consecuencias de la estigmazación de la vejez. Ser mayor de  65 años fue igual a situación de riesgo y fragilidad.  La crisis COVID-19 ha sido muy dura para toda la sociedad y especialmente para las personas mayores.  Ha conducido a un repunte del edadismo, esto es, prejuicios que afectan a las personas mayores y que dan lugar a fomentar sentimientos como el miedo a la vejez, a la enfermedad, a la dependencia y a la muerte. Durante la declaración del estado de alarma no dejamos de escuchar que las personas más vulnerables ante esta situación eran las personas mayores. Nadie les preguntó ni les escuchó, nadie se acordó de la importancia de recordar la manida afirmación que reza "Nada para nosotros sin nosotros". Por su bien, encontramos en las personas mayores y en los jóvenes y adolescentes la responsabilidad de la pandemia. En el fondo de estas afirmaciones y creencias latía una clara discriminación por la edad, es decir, fueron fruto del edadismo.  Y aunque la realidad, tal como se ha mostrado desde la evidencia científica, es que esos estereotipos son rotundamente falsos y que existe una gran heterogeneidad entre las personas mayores, la discriminación por edad sigue muy presente. Es desde esta interiorización del edadismo tanto en los individuos como en el tejido social desde donde se ha construido socialmente el papel y la consideración de las personas mayores. Si esta epidemia les afecta sobre todo a ellas, muy por encima que al resto de la población, es menos grave e importa menos que si, por ejemplo, se extendiera entre la juventud. Esto ha ocurrido en todo el mundo, no solo en España. En casi todos los países se reaccionó tarde y mal para frenar la epidemia...  


Otro ejemplo que ilustra el impacto de la profecía autocumplidora en las instituciones sociales, es decir los recursos donde residen las personas mayores en situación de dependencia (centros residenciales) es que el equipo de profesionales se dirija a ellos como "pacientes", que "sufren" de Alzheimer, o de Parkinson, diabetes.....Si eres paciente, esperas. Si eres paciente estás enfermo. Y te tratan como tal y respondes a esa expectativa cumpliéndose la expectativa

Características básicas de los estereotipos que forman la base del edadismo

1. El estereotipo proporciona una visión altamente exagerada de unas pocas características de las personas mayores.

Ejemplo: Cuando nos hacemos mayores, en el envejecimiento no patológico son frecuentes los cambios cognitivos. Ciertos fallos en la memoria a corto plazo, el fenómeno de tener la palabra en la punta de la lengua con más frecuencia, algo menos de agilidad mental, tendremos que tener más motivación para realizar aprendizajes nuevos, entre otros. En ocasiones esto deriva en no atender las quejas de memoria que impactan en las actividades cotidianas. Otras veces esto explica que el médico se dirija al acompañante de la persona mayor o que en el banco escuche frases del tipo: "la siguiente vez mejor que venga con su hijo".

 

Ejemplo: Como Pepe de 79 años usa un bastón tras la operación de cadera que no salió muy bien su hija para evitar que se caiga le ha quitado todas las alfombras de su casa "por su bien".

2. Algunos estereotipos sobre las personas mayores son inventados o no tienen base real, y se valoran como razonables debido a su relación con algunas tendencias de comportamiento que tienen alguna parte de verdad. Como es el caso cuando se considera que la depresión es una parte "entendible" del envejecimiento normal o que las afectaciones cognitivas graves son normales con la edad. 

Ejemplos: La afirmación falsa de que "El abuelo tiene demencia senil" (cuando la demencia senil no existe); o que no tienen necesidades psicoafectivas o sexuales; o que por edad están acostumbrados a las pérdidas de seres queridos o que ya tienen asumida su propia muerte; o que ya no pueden tomar decisiones complejas; entre otras.

3. En un estereotipo negativo, las características positivas se omiten o no son suficientemente declaradas. Se tienen más en cuenta las limitaciones o secuelas que las competencias o habilidades residuales o conservadas.

Ejemplo: Lucas, 72 años tuvo un ictus que afectó severamente a la movilidad y al habla pero no tiene problemas de comprensión. Su hija toma todas las decisiones por él.


Ejemplo: conozco un centro donde conviven personas mayores que no tienen un grado de dependencia reconocido, y que, por tanto no tienen afectación cognitiva ni están incapacitados y el personal les esconde la medicación en el yogurt "por su bien".

 

Ejemplo: Maria lleva una semana con absorbente por incontinencia urinaria ocasional. Cuando pide a su cuidadora que le acompañe al retrete a orinar esta le dice que se orine en el pañal que para eso lo lleva 

 

4. Los estereotipos no reflejan las tendencias compartidas por la mayoría u otras características positivas de las personas

Ejemplo: La iniciativa popular de de recogida de firmas "Soy Mayor pero NO idiota" se ha malentendido en el imaginario social como que las personas mayores reclamaban exclusivamente la no retirada de la atención presencial en las sucursales bancarias. En realidad lo que exigían es una adaptación gradual a la banca online o una demanda de acciones contra la brecha digital.

5. Los estereotipos no facilitan el cambio. De alguna manera alimentan una visión negativa de las personas mayores. 

Ejemplo: Algunas personas mayores con Alzheimer u otras demencias presentan ciertas conductas problemáticas. En ocasiones las conductas problemáticas, como la conducta impulsiva o agresiva, alimentan la visión negativa de las personas mayores con demencia. Esto se traduce en prácticas sociosanitarias no alineadas con las necesidades de las personas. En vez de entender e intervenir entendiendo que esa conducta está relacionada con un entorno que no se adapta a sus necesidades, se traduce en que no hay nada que hacer, que no se enteran, entre otras.

 

Ejemplo: Hoy es el primer día de trabajo de Ana como gerocultora en una unidad residencial especializada para personas con demencia. Una de las residentes, Maria le ha preguntado la hora tres veces en la mañana. Cuando Ana va a responderle por cuarta vez una compañera le dice que no le responda, que no se entera y que luego no va a dejar de molestar

 

Ejemplo: Maria sale del hospital donde está ingresado su padre. Se encuentra con una conocida. La conversación gira en preguntas y respuestas del tipo: "¿Y es muy mayor?", "Ya sabes ya es muy mayor", "Es normal con la edad", "Es ley de vida"

 

Ejemplo: Lucas es usuario de un centro de día, le colocan un "babero" para comer; el equipo de atención directa usa términos como "tacataca" en vez de andador. Además en vez de platos de loza o cristal se los han puesto de plástico

 

6. Los estereotipos no facilitan la observación de la variabilidad interindividual, siendo esto especialmente importante en el caso de las personas mayores, dadas las amplias diferencias entre unas y otras personas mayores.

Ejemplo: Hoy es el primer día de Lucas en un centro de día. Tras el ictus, por sus problemas de movilidad y de expresión oral ha considerado que la ayuda domiciliaria junto con el centro de día es el recurso de apoyo más adecuado a sus necesidades y preferencias. Ha llegado muy disgustado a casa. Se ha pasado la mañana escuchando que se dirigen a él como Luquitas y elevando la voz y haciendo gestos como si no comprendiera. Hasta la hora de comer ha estado viendo la televisión porque la alternativa de colorear con temperas unos dibujos infantiles no era de su agrado y viendo que no quería le han colocado delante del televisor hasta la hora de comer. A las 12:00 del medio día le han colocado en una mesa a comer puré como todos cuando no tiene problemas para deglutir, no había segundo plato porque la carne estaba triturada en el primero, después yogurt de coco que odia. Luego ha estado dormitando viendo el documental de la segunda cadena, mientras escuchaba las conversaciones de algunos gerocultores sobre algunas personas residentes.  

Componentes del edadismo

La Organización Mundial de la Salud define el edadismo como los estereotipos (lo que pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas debido a su edad. A pesar de que es un problema del que aún se habla poco, tiene un fuerte impacto en nuestra salud y bienestar.

La discriminación o minusvaloración hacia las personas mayores tiene tanto un componente cognitivo como un componente conductual y otro emocional. 
  • Cognitivo o creencias acerca de la vejez 
    • "Son como niños" 
    • "Ya es tarde para cambiar"
    • "No pueden" "No va a poder"
    • "No se enteran"
    • "Son todos iguales"
    • "Se ha muerto pero y era mayor"
  • Afectivo o valoración sobre todas las personas mayores y el envejecimiento
    • "Pobrecitos"
    • "Me dan pena"
    • "No quiero hacerme mayor"
    • "Para estar así mejor no vivir"
    • "Necesitan que les hagamos todo o casi todo"
  • Conductual o disposición a actuar (hacer y decir-no hacer y no decir) de una forma determinada ante las personas mayores 
    • "Lo hago por él que lo hace más despacio, para que no se ensucie porque no puede hacer ya nada, tomo las decisiones por él, le acompaño porque está solito"
    • "Nuestro mayores...."
    • "Los abuelos del centro..."
    • "Ya no se entera"
    • "Es normal con la edad"
    • "Ya sabes, es mayor...."
    • "tacataca"
    • "Pañal"
Los sesgos edadistas favorecen una descripción de las personas mayores basada fundamentalmente en rasgos negativos por lo que puede fomentar la realización de prácticas profesionales sociosanitarias discriminatorias.  Por lo tanto, toda acción dirigida a reducir su impacto ha de considerar esta triada si pretende ser eficaz. 

Mitos y realidades sobre las personas mayores:

Hoy en día sigue asociándose el envejecimiento con el declive, la obsolescencia, la improductividad, e incluso como una carga social en tanto que se clasifica a las personas mayores como “clases pasivas”, tal como expresa el cuestionamiento recurrente a que no contribuyen por ejemplo a la sostenibilidad del sistema de pensiones y del Estado del Bienestar. Vamos que son un gasto. En la sociedad actual se haya abierto un debate en torno al tema de la vejez (versus pensiones), controversia que, por otra parte, pocas veces suele estar adecuadamente centrada, encontrándonos la mayoría de las ocasiones con que se confunden los términos «vejez» y «envejecimiento demográfico» de una forma lamentable, lo cual a su vez tiene un efecto verdaderamente desconcertante a la hora de situar el problema en su verdadera dimensión, distorsionándolo bien por un exceso de énfasis en las cifras de ancianos, bien por una exageración en su degradación como grupo social.

Por otra parte, la implementación en España de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a la Dependencia (LAPAD mal llamada Ley de Dependencia), ha dado paso a la creación de una nueva categoría social, los “dependientes” que convive en los centros residenciales aún en nuestro siglo con la de "no válidos" o "la planta de no autónomos", considerando que la necesidad de apoyo para llevar a cabo las actividades de la vida es una característica de la edad adulta avanzada y la vejez (otro mito)

 

El resultado es que, en el proceso de homogeneización de las personas adultas mayores, se las anula en tanto que se obvia su singularidad, así como su pasado. A partir de una cierta edad corremos el riego que nos miren, nos traten (y que nos creamos) miembros de un colectivo uniforme, no productivo y de escaso valor social.

Feminización de la vejez y ¿edadismo?.

Las mujeres somos mayoritarias en la vejez, superando en un 32,0% (5.068.440) a los hombres (3.839.711), y esta realidad es aún más acentuada cuanto más avanzada sea la edad (Ver Figura 1.4 extraída del Un perfil de las personas mayores en España. 2019. Indicadores estadísticos básicos). Sin embargo nacen más hombres que mujeres, y este exceso se mantiene durante muchos años, hasta que la mayor mortalidad diferencial masculina elimina esa ventaja inicial. Sin embargo, vivir más años no implica que las mujeres tengan una mejor calidad de vida, sino más bien todo lo contrario.

Me pregunto, ¿si la vejez fuera "cosa de hombres" existiría con tanta intensidad el edadismo?. ¿Contribuye esta realidad al edadismo?. El hecho de que las mujeres vivamos más, pero tengamos una morbilidad mayor también está relacionado con factores sociales y ambientales. Las desigualdades de género tienen un impacto en el bienestar y la salud de las mujeres a lo largo de toda la vida, algo que puede agravarse durante la vejez y que tiene unas consecuencias directas en su salud, en la aparición de algún tipo de discapacidad o en enfermedad crónica. Así, tener un menor acceso a los recursos, contar con un nivel adquisitivo más bajo, asumir tareas de cuidados sin contar con apoyos o tener peores diagnósticos médicos (debido, en gran parte, a los sesgos de género en la medicina y a una menor investigación aplicada en procesos de diagnóstico y curación) son algunos de los factores que inciden en la salud y el bienestar de las mujeres mayores. Esta reflexión daría para otro artículo.

¿Cuáles son las consecuencias del edadismo para las personas mayores? 

Las personas mayores tienden a adoptar la imagen negativa dominante en la sociedad y a comportarse de acuerdo con esta imagen, que define lo que una persona mayor debe o no debe hacer. 

Ejemplo: La Señora Maria es tratada en el centro de día como una niña pequeña, el personal sociosanitario la considera la "abuelita Mari", le ofrecen actividades poco significativas propias de otro momento del ciclo vital. En coherencia La señora Maria va a la "escuelita", aceptando que las actividades infantiloides y poco significativas,  y trata como nietas a las cuidadoras del centro. "Yo ya soy mayor, decidid por mí".

La infraestimación de las capacidades físicas y mentales de las personas mayores puede favorecer una prematura pérdida de independencia, una mayor discapacidad, afecta a la autoestima, exime de responsabilidad (les coloca en un victimismo), mayores índices de depresión y una dependencia y mortalidad anticipada en personas que, en otras condiciones, mantendrían una vida productiva, satisfactoria y saludable. 

El principio que describe ésta situación ha sido denominado la profecía autocumplidora, como he señalado más arriba, y actualmente es considerado como uno de los principales mecanismos a través de los cuáles se produce el exceso de incapacidad. 

Existe una relación entre las ideas edadistas (mantenidas tanto por las propias personas mayores como por los/as profesionales sociosanitarios) y problemas como por ejemplo, el dolor crónico, la enfermedad, la incontinencia urinaria, los cambios o déficits cognitivos. Todo ello tiene un efecto que se traduce en infradiagnósticos e infratratamientos. En ocasiones se confunde la depresión o la ansiedad en la edad adulta  con el "envejecimiento normal" o síntomas físico

El edadismo provoca la emisión de discursos edadistas, la expresión de actitudes edadistas y la realización de prácticas discriminatorias basadas en la edad habiéndose relacionado estos comportamientos con una reducción del sentimiento de autoeficacia, una disminución del rendimiento y con el riesgo de patologías cardiovasculares, caídas, entre otros.

Además, el edadismo también se ha relacionado con el maltrato a las personas mayores contribuyendo en gran medida el mantenimiento de actitudes y creencias edadistas. 

La  discriminación por edad deriva en la supresión de los derechos más básicos de las personas mayores, en la justificación y utilización de malas prácticas e incluso en maltrato a su atención.En la vida diaria estas situaciones transforman la toma de decisiones, la persona mayor deja de hacer cosas, cambia sus hábitos de vida, deja de tener una vida tal y como desea.. hasta el límite de que se convierten en situaciones de maltrato. La minusvaloración se convierte en algo común desde el momento en que entendemos que las personas mayores están en un ámbito inferior al resto de la población. No se les presta atención, no se les pregunta, no se les escucha... Se habla mucho de las personas mayores pero pocas veces se les ha oído. Recuerdo algunos titulares de periódico, incluso a algunos expertos, que en el inicio de la pandemia decían: "va a morir gente pero son personas mayores". Se minusvaloraba, incluso, que las muertes fuesen de personas mayores.

Ejemplo: Una alumna me contaba que en el centro residencial donde hizo sus prácticas existían  etiquetas o «listas negras» de las personas usuarias donde figuraban por escrito personas «problemáticas» por cuestiones de conducta, personalidad o patología psicológica. Esta práctica son un atentado grave de la confidencialidad además de una práctica claramente discriminatoria y lesiva para el honor.

¿Cuáles son las consecuencias del edadismo para los/as profesionales?

Una de las consecuencias fundamentales del mantenimiento de actitudes edadistas hace referencia a la utilización de pautas terapéuticas distintas en función del grupo de edad al que se pertenezca, aun no estando justificadas tales acercamientos diferenciales. 

Este grupo de población está infrarepresentado en éstos, con las consecuencias que ésto tiene para el desarrollo y planificación de intervenciones específicas para este grupo de edad.  

En cuanto a la salud mental, el mantenimiento de actitudes edadistas contribuye en gran medida a la limitada atención que se le proporciona a las personas mayores con problemas psicológicos. Muchas personas mayores que cumplen los criterios para algún diagnóstico psiquiátrico no están diagnosticados y no reciben tratamiento específico para tales problemas. Estos resultados parecen estar reflejando la existencia de prejuicios sobre problemas en las personas mayores que afectan al grado en el que los profesionales de la salud realizan diagnósticos certeros de los problemas que los mayores padecen.

La creencia de que la depresión y la tristeza son parte normal del envejecimiento puede dificultar o imposibilitar que la persona reciba un diagnóstico de depresión y que se beneficie, por lo tanto, de una intervención. Cuando se realizan diagnósticos, las personas mayores reciben con mayor frecuencia un diagnóstico de tipo orgánico como la demencia o a recibir tratamientos distintos (preferencia por tratamientos farmacológicos, por ejemplo) a los que se proporcionaría si la persona fuese más joven. 

Dado que los profesionales de la medicina optan con mayor frecuencia por recetar medicamentos como procedimiento para tratar los trastornos mentales de las personas mayores, las derivaciones a profesionales de la salud mental son menos frecuentes para las personas mayores que para las personas jóvenes.

 Probablemente esto sea debido a la creencia de que las personas mayores no pueden aprender cosas nuevas. Los/as profesionales de la salud pueden tener una menor disposición a referir a las personas a intervenciones cuya eficacia ha sido contrastada en personas jóvenes y de mediana edad, a pesar de que existen multitud de trabajos en los que se refleja que la intervención es también efectiva con este grupo de población.

Esta situación podría deberse más que a la influencia del edadismo en el ejercicio profesional, a una insuficiente colaboración interdisciplinar y/o sociosanitaria  que impide mejorar el acceso de las personas mayores a los recursos de salud mental o de apoyo psicosocial. 

Si tanto los médicos como las personas mayores frecuentemente no reconocen los signos relativos a la enfermedad mental, las personas mayores no están en disposición de recibir tratamientos que alivien sus síntomas.

Por último, las actitudes edadistas pueden influir además en la forma en la que se trata a las personas mayores en las instituciones tanto públicas o privadas, responsables de la atención a éste colectivo. Así, por ejemplo, si se examinan las pautas de comunicación que se utilizan en las residencias o en los centros o instituciones sociales para personas mayores se observa que fracasan a la hora de favorecer las necesidades de afiliación y apoyo social de los usuarios siendo muy común la utilización de la denominada "habla patrón" o "hablar como a los niños" por parte de los profesionales. Hablar a las personas mayores como si fueran niños o tratarles de una forma paternalista puede, además de afectar adversamente a los procesos de evaluación y de intervención favorece de una manera evidentemente inconsciente el refuerzo de comportamientos o actitudes dependientes y fomentan el aislamiento y/o la depresión eh las personas, contribuyendo a la común espiral de declive en el estado físico, cognitivo y funcional de las personas mayores que viven en residencias. 

Pautas de actuación contra el edadismo:

Para reducir el edadismo se tienen que producir cambios en los sistemas que lo perpetúan, tales como los medios de comunicación, la cultura popular, instituciones, gobierno, profesionales, la sociedad en su conjunto, las familias de las personas mayores y las propias personas mayores.

Porque algún día seremos personas mayores o esa es nuestra expectativa deberíamos ser activistas todos y todas contra el edadismo. Quienes están rompiendo con los estereotipos ahora mismo son las propias personas mayores, que reclaman una identidad propia, que una vez que se jubilan no dejan de ser lo que son ni lo que han sido... 

Cada vez nos define menos nuestra edad y más nuestros estilos de vida. La forma de utilizar el ocio, lo que te gusta y lo que no... te define más que tener 45, 55, 65, 85 o más años.



La propia persona mayor tiene responsabilizarse y empoderarse para poner los límites a quienes tratan de controlar su vida pero es verdad que también en resto tenemos cosas por hacer. Por un lado, las familias tienen que cambiar la forma de ver a las personas mayores, a sus padres y abuelos, y esto empieza también por un cambio social. 

La sociedad debe dar un paso adelante para tratar a las personas mayores de manera igualitaria que es lo que piden otros movimientos, otros “ismos”. No a la minusvaloración ni al paternalismo pero tampoco a la sobreprotección o cosificación de las personas mayores. El respeto se debe dar a todas las personas por igual, independientemente de la edad que tengan, pero sí que hay que avanzar por un trato igualitario a las personas mayores porque ellos reclaman que les dejen estar en la familia igual que el resto de sus miembros y poder opinar.

Para ello, resulta necesario realizar políticas de intervención que incluyan el diseño, implementación y evaluación de programas formales dirigidos a reducir el impacto de las ideas y actitudes edadistas insertadas en la sociedad, a través de programas coordinados de investigación e intervención dirigidos a estos fines. 

Aparte, en el ámbito de las políticas hay que luchar porque la edad cronológica no sea un instrumento para decidir cosas, como ha podido pasar durante esta pandemia o como pasa para acceder a las plazas residenciales públicas o concertadas. 


Ejemplo: Aunque hay un centro de día especializado para personas con daño cerebral adquirido, el Señor Lucas, de 72 años tras el ictus no le corresponde una plaza de la red pública o concertada por el requisito de tener menos de 65 años.

Por otro lado tomar como referencia la edad cronológica para diseñar políticas es un error porque se está intentando homogeneizar un grupo deliciosamente diverso, de generaciones que no tienen nada que ver, que han tenido diferentes itinerarios vitales. Una persona de 60 no tiene nada que ver con una de 90. Y el Señor Lucas no tiene que ver con Jose Luis.

Y los medios de comunicación también tienen un papel importante. Deben trabajar tanto en la imagen de los mayores que se utiliza como en el lenguaje. Un ejemplo claro: el término ‘nuestros mayores’ debería estar fuera del lenguaje de los medios, se debe hablar de personas mayores. Los titulares están llenos también de la palabra ‘"abuelos" ("nuestros abuelos") para identificar a cualquier persona mayor y ni todas las personas mayores son abuelas ni por supuesto el ser abuelo o abuela lo es todo. Es como si a las mujeres nos llamaran "esposas" o "madres". De alguna manera el rol de las personas mayores se ha asociado mucho a la familia, a la inactividad y a la jubilación.

En el ámbito de las relaciones se viene trabajando mucho en programas intergeneracionales pero hacia donde hay que ir es a la naturalización de las relaciones, no en juntar a niños con mayores de una manera un tanto ortopédica y solo como esfuerzo estético o de marketing.  La intergeneracionalidad es uno de los pilares del Envejecimiento Activo. Avanzar hacia modelos intergeneracionales nos ayudará a combatir el edadismo, la soledad y otros grandes males que vienen asociados al envejecimiento de la población. Es, sin lugar a dudas, una buena herramienta. 

Hay trabajar intereses comunes: por ejemplo, unir a gente de diversas edades que tengan en común que les gusten las misma cosa, (yo que sé los coches clásicos) y a partir de ahí naturalizar las relaciones porque ahí es donde emerge unas relaciones entre iguales. 

Este problemas pueden resolverse también maximizando las oportunidades de formación a través de experiencias de contacto real con las personas mayores, para consiguir cambios significativos hacia una visión más positiva de las personas mayores en estudiantes o profesionales de la salud o sociosanitarios en formación. A través de estos cambios actitudinales, las personas mayores se beneficiarían de una mejora en su estado de salud integral de una mayor independencia y de un menor ratio de institucionalización. Además, se obtendría una reducción en los costes médicos y sociales de la atención a este colectivo. 

Para que el cambio de actitudes se mantenga a largo plazo no es suficiente con proporcionar información a las personas, sino que ésta debe ser destacada (reforzando actitudes no edadistas) de tal forma que la información proporcionada se consolide con mayor fuerza en el repertorio cognitivo de las personas. Si únicamente se proporciona información sobre el envejecimiento no se producen cambios en las actitudes edadistas de las personas.

Entonces, además de información, ¿qué hay que proporcionar?. La intervención sobre las familias es necesaria dado que, aunque existan programas para tratar problemas psicológicos en los mayores, si estos programas no tienen en cuenta la presencia en las familias de actitudes edadistas como las comentadas en este artículo, éstos programas no maximizarán su eficacia. Además, se deberá aumentar la formación y educación a las personas mayores y sus familias. 


Las actitudes están presentes en buena medida en la sociedad, sin que ello signifique que existan responsables de tal situación. Es un fenómeno cultural con un importante componente socio-histórico ampliamente establecido en las sociedades occidentales. Se ha pretendido reflejar la existencia de una forma de prejuicio o discriminación, que surge a partir de influencias culturales y que forma parte del sistema de creencias tanto de los profesionales como de las personas mayores y sus familias. Las maneras de actuar de algunos profesionales que han sido señaladas en este post pueden estar indicando la presencia de sesgos edadistas implícitos más que en estas personas, que pueden pasar desapercibidos para ellos mismos, influyendo así en el proceso de comunicación entre éstos y las personas mayores.

Esta forma de pensar puede afectar al diseño, implementación y resultados de las intervenciones dado que puede infraestimar las capacidades físicas y mentales de las personas mayores. Por lo tanto, se trataría de poner de manifiesto la necesidad de fomentar políticas y actuaciones dirigidas a reducir la presencia del edadismo en la sociedad en general y en la formación profesional en particular, estimándose que los resultados de éstas actuaciones serán fundamentales para promover mejores niveles de bienestar en el grupo de población de las personas mayores.

Trabajar en unas relaciones entre personas con un propósito común, que las generaciones se pongan a pensar en cómo vivir mejor esta situación que estamos sufriendo. En proyectos de ciudades amigables de lo que se trata es que nuestros pueblos y ciudades estén cada vez más adaptados a las personas que viven en ellos, incluidas las que envejecen. El propósito común es algo que nos une y hace avanzar. Para que se dé la amigabidad hay que promover la participación ciudadana de todas las generaciones, la implicación en la toma de las decisiones de la ciudad donde vives, hacia dónde quieres que vaya tu entorno y cómo mejorarlo, tanto el entorno físico como el social: como relacionarnos con nuestros vecinos, con la comunidad... 

Frente al edadismo tenemos la etica principalista característica del enfoque y práctica de la Atención Centrada en la Persona:

1. Todas las personas tenemos dignidad

La dignidad implica que toda persona por el hecho de ser humana es valiosa, es un fin en sí misma y no puede ser tratada como un medio. Con independencia de la edad, las enfermedades, el estado cognitivo o el grado de discapacidad o dependencia las personas mayores son poseedoras de dignidad. Por tanto, deben ser tratadas con igual consideración y respeto que los demás.


2. Cada persona es única

Ninguna persona mayor es igual a otra. Cada persona tiene su propio proyecto vital. Por tanto, la atención personalizada es imprescindible. 

¿Qué es el proyecto de vida?

El proyecto de vida es la forma que las personas tenemos de plantearnos nuestra existencia, para conseguir nuestras metas y deseos en relación a distintos ámbitos de desarrollo personal y social: el trabajo, la familia, la red social de apoyos y afectos, los intereses y aficiones, etc. 

3. La biografía es la razón esencial de nuestra singularidad

La biografía es lo que convierte en única a cada persona mayor. Por tanto, ésta se convierte en el referente básico del plan de atención y vida.


4. Las personas tenemos derecho a controlar nuestra propia vida

La persona mayor se considera como un agente activo y protagonista de su proceso de atención. Por tanto, se respeta la autonomía de las personas y se buscan oportunidades y apoyos para que éstas tengan control sobre su entorno y su vida cotidiana.


5. Las personas con grave afectación cognitiva también tienen derecho a ejercer su autonomía

La autonomía no es una capacidad única y fija sino que depende de la situación y de los apoyos que la persona tenga. Y además de como capacidad para tomar decisiones, la autonomía se concibe como un derecho. Por tanto, no se renuncia a trabajar desde la autonomía con las personas gravemente afectadas, se identifican oportunidades y apoyos y se ejerce desde la representación o ejercicio indirecto.


6. Todas las personas tenemos fortalezas y capacidades

Las personas mayores tienen fortalezas y capacidades. Por tanto, la mirada profesional no solo tiene en cuenta los déficits y limitaciones, sino que parte de las fortalezas y capacidades de cada persona para relacionarse desde ellas y fortalecerlas en las intervenciones.


7. El ambiente físico influye en nuestro comportamiento y bienestar

Especialmente en las personas en situación de dependencia, el ambiente físico tiene gran importancia en su bienestar físico y subjetivo. Por tanto, es preciso lograr entornos accesibles, confortables, seguros y significativos.


8. La actividad cotidiana tiene una gran importancia en el bienestar de las personas

Lo cotidiano, lo que sucede en el día a día, las actividades que realizan las personas mayores influye de forma determinante en su bienestar físico y subjetivo. Por tanto se procuran actividades plenas de sentido que además de servir de estímulo y facilitar las intervenciones terapéuticas resulten agradables y hagan sentir bien a las personas.


9. Las personas somos interdependientes

Nos desarrollamos y vivimos en relación social y todos necesitamos de los demás para convivir y realizarnos plenamente. Mantener relaciones sociales tiene efectos positivos en la salud y en el bienestar de las personas. Esto sucede a lo largo de toda la vida, y especialmente cuando las personas se encuentran en situación de dependencia. Por tanto, los otros -los profesionales, la familia, los amigos o los voluntarios- son esenciales en el desarrollo del proyecto vital de las personas y tienen un papel clave en el ejercicio de la autodeterminación y el logro del bienestar físico y subjetivo.


10. Las personas somos seres multidimensionales sujetos a cambios

En las personas mayores interactúan aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Requieren de apoyos diversos y ajustados a las diferentes situaciones. Por tanto,es preciso ofrecer atención desde intervenciones integrales, coordinadas y flexibles.

Conclusión


Urge lanzar una visión empoderada y realista (ni dramatizada ni edulcorada) de las personas mayores, para hacer frente al edadismo y combatir el trato paternalista y cosificador hacia las personas mayores. Este enfoque tradicional lleva a que la sociedad y el entorno más cercano las acabe infantilizando y, en consecuencia, decidiendo por ellas y mermando sus derechos. A veces, olvidamos que la gente mayor también ha sido joven. Es una realidad que todos y cada uno de nosotros llegaremos a esa edad

Para poder hacer una aproximación a la comprensión de la persona singular es necesario adoptar una mirada y una escucha que permita contemplar a la persona mayor teniendo en cuenta su recorrido biográfico en su totalidad hasta el momento actual. En la ACP, el enfoque biográfico, se convierte en un marco metodológico de referencia para hacer una aproximación más comprensiva de cada persona teniendo en cuenta la historia global de su vida, partiendo de la idea de que cualquier actividad humana está anclada en la experiencia vivida en un marco de historicidad y de temporalidad.

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Los contenidos y dibujos de esta entrada han sido creados por Visi Serrano  para https://psicosociosanitario.blogspot.com/, que se distribuyen bajo Licencia Creative Commons BY-NC-SA. Los símbolos pictográficos utilizados en esta entrada son propiedad del Gobierno de Aragón y han sido creados por Sergio Palao para ARASAAC (http://www.arasaac.org), que los distribuye bajo Licencia Creative Commons BY-NC-SA.
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