El psiquismo, por su propia dinámica interna se cura a si mismo, como un rasguño en nuestra piel, pero esto ocurre sólo si nos enfrentamos al dolor en vez de negarlo.
Es importante conocer la diferencia conceptual entre los términos duelo, luto y pérdida, ya que todos ellos se refieren a reacciones psicológicas de los que sobreviven a una pérdida
• Duelo: sentimiento subjetivo provocado por la muerte de un ser querido. La palabra “duelo“ procede del latín “dolus“ y significa “dolor“, es decir: sin atravesar el dolor no se supera el duelo.
• Sentimiento de pérdida: sentirse privado de algo muy querido, insustituible definitivamente y para siempre, a consecuencia de la muerte
• Luto: expresión social de la conducta y las prácticas posteriores a la pérdida: llorar, lamentarse, exteriorizar la pena, vestir, comer, acudir a la iglesia, visitar la tumba, etc. Es una necesidad para mantener el dolor abierto y en algunas culturas incluso una exigencia social o religiosa.
En ocasiones, el duelo –entendido como el proceso normal que sigue a la pérdida de un ser querido y como un periodo adaptativo en el que uno pone en marcha todos sus recursos para sobreponerse– se bloquea, se detiene o se complica.
Existen al menos dos factores sociales capaces de entorpecer la buena marcha de este proceso, que podría resolverse sin complicaciones de manera natural.
Uno de estos factores es la actitud de eludir el duelo:
se omite, se oculta y a menudo la sociedad le da la espalda –como si quisiera obviar el dolor o evitar el sufrimiento–, una actitud que constituye una de las mayores trampas de este proceso.
El segundo factor que puede obstaculizar el duelo es:
2. intentar poner normas al dolor, tipificar el duelo.
El dolor es distinto para cada persona, independientemente de la pérdida que ha sufrido: no existe una única manera de vivir el dolor. Las etapas o las fases son formas de aprehender una realidad para poder trabajarla y comprenderla. Sin embargo hay realidades –como el duelo– que son difíciles de trasladar a la clínica, ya que cada persona tiene su ritmo, sus estrategias y su modo de elaborarlo. Así que podemos decir que sobre el duelo existen generalidades, pero no universalidades.
En un estudio de Garralda del 2006 sobre la incidencia de duelos de riesgo en familiares de primer grado (cónyuge o conviviente, padres-madres, hijos-hijas) en una unidad de cuidados paliativos se constató que le 24% de los familiares estudiados era susceptible de un duelo de riesgo.
La presencia o no de duelo patológico se va a caracterizar, fundamentalmente, por la intensidad y la duración de la reacción emocional. Por lo tanto, sí es posible señalar que hay un duelo normal y otro patológico, de acuerdo con la intensidad del mismo y su duración.
Parece que las personas que en su niñez más temprana no han sido estimuladas y ayudadas a ser personas individuales, con su identidad separada, posteriormente tienen dificultades para desprenderse, tienden a aferrarse, y por eso les resulta tan difícil elaborar el duelo.
Factores de vulnerabilidad para el duelo patológico
Acinas (2011) destaca los siguientes factores de vulnerabilidad para padecer un duelo patológico o complicado y que son circunstancias que harán más difícil la elaboración del duelo
• Circunstancias específicas de la muerte. Se consideran más traumáticas las muertes súbitas inesperadas e inoportunas, las muertes múltiples, las muertes por asesinato o catástrofe y las muertes por suicidio o autonegligencia. Por otro lado, cuando la muerte se produce tras largas enfermedades y el cuidador principal ha sido una única persona, el superviviente se siente vacío tras el fallecimiento. También hay dificultades cuando la pérdida es incierta (Ej. un soldado en acto de servicio no se sabe si está vivo o muerto) y cuando hay pérdidas múltiples (Ej.: terremotos, incendios, suicidios en masa).
Circunstancias alrededor de la muerte. Muerte repentina o inesperada. Pérdida ambigua. Muertes traumáticas de la muerte (suicidio, asesinato, etc.). Pérdidas múltiples. Muerte de un niño, de un joven. (Cabodevilla, 2003)• Tipo de relación o vínculo con la persona fallecida. Va más allá de la relación de parentesco, si la relación con la persona fallecida era difícil (discusiones, reproches…) se complica más.
Relación con la persona fallecida. Relación de ambivalencia. Relación simbiótica. Relación de gran dependencia. (Cabodevilla, 2003)
• Necesidades y dependencias con la persona fallecida. Cuando la persona fallecida era el sostén de la familia o de la persona doliente, económica y/o moralmente se origina vulnerabilidad psíquica y física de supervivientes.
• Convivencia con la persona fallecida. Esto origina mayor alteración del curso biográfico junto con la muerte imprevista traumática o accidental y las pérdidas acumuladas anteriores o posteriores.
• Pérdidas acumuladas. Los duelos complicados en el pasado tienen mayor probabilidad de repetirse ante nueva muerte.
• Variables de Personalidad e Historia de Salud Mental Previa. Antecedentes psiquiátricos previos, discapacidad física, pérdidas no resueltas y rasgos de personalidad como tendencia a la baja autoestima y dificultad para expresar emociones, se asocian a una mala evolución en el duelo.
Personalidad, antecedentes y características del/de la. Pérdidas previas no resueltas, deudo niño o adolescente, antecedentes de depresión y otros trastornos psicológicos, falta de habilidades sociales, baja autoestima. (Cabodevilla, 2003)
• Familia y Apoyo Social. Cuando la red social de soporte no es adecuada, o no es de ayuda, o los casos en que la muerte es negada socialmente, o se crea una conspiración de silencio alrededor del tema, situaciones de aislamiento, desempleo, bajo nivel socioeconómico, separación del ambiente cultural o religioso, otras pérdidas recientes acumuladas y la convivencia en ambientes sobreprotectores que evitan dolor.
Contexto sociofamiliar. Ausencia de red social de apoyo, problemas económicos, hijos pequeños que cuidar. (Cabodevilla, 2003)
• Situación económica. La muerte de un miembro productivo de la familia supone disminución de ingresos obligando, a la familia a adaptarse a la nueva situación y produciendo un estrés adicional.
Predictores de duelo patológico
De Miguel y López (2007) estudian los predictores de riesgo que nos permitirían identificar a las personas que con mayor probabilidad puedan necesitar apoyo tras la pérdida de un ser querido; de esta manera, si es posible anticipar quien puede tener dificultades en la resolución del duelo, también se podrá actuar a modo de prevención y mediante una intervención temprana evitar un posible duelo no resuelto. Partiendo de que puede haber diferencias según a la población a la que se haga referencia, en líneas generales podemos considerar que los predictores de riesgo de duelo patológico son los relacionados con los siguientes aspectos:
A) Personales:
• La edad (Ancianidad o juventud) de la persona doliente.
• Trastorno psiquiátrico previo: ansiedad, depresión, intentos de suicidio, trastornos de personalidad.
• Abuso de sustancias psicotrópicas legales o ilegales.
• Duelos anteriores no resueltos.
• Escasez de aficiones o intereses.
• Reacciones de rabia, amargura y culpabilidad muy intensas.
• Autoconcepto y papel familiar de “persona fuerte”: actitud de negación de necesidades afectivas.
• Valoración subjetiva de falta de recursos para hacer frente a la situación.
• Escasez de recursos para el manejo del estrés.
• Baja autoestima y baja confianza en sí misma.
B) Relacionales:
• Pérdida del hijo/a, cónyuge, padre o madre en edad temprana y/o hermano en la adolescencia.
• Relación dependiente del superviviente respecto de la persona fallecida: física, psicológica, social, económica. Adaptación complicada al cambio de papel.
• Relación conflictiva o ambivalente. Sentimientos encontrados de amor/odio no expresados.
C) Circunstanciales:
• Juventud de la persona fallecida.
• Muerte súbita, accidente, homicidio, suicidio.
• Muerte incierta: desaparecidos.
• Pérdida múltiple: varios miembros de la familia y/o varias pérdidas juntas, el trabajo, la casa, etc.
• Acumulación de acontecimientos vitales estresantes en el sujeto.
• Duración de la enfermedad y la agonía.
• No recuperación del cadáver. Cadáver con aspecto dañado o deformado.
• Imposibilidad de ver el cuerpo.
• Recuerdo doloroso del proceso: dificultades diagnósticas, mal control de síntomas, relaciones inadecuadas con el personal sanitario.
• Muerte estigmatizada: sida, pareja homosexual o no aceptada.
D) Sociales:
• Personas que viven solas.
• Ausencia de red de apoyo social/ familiar.
• Disfunción familiar.
• Recursos socioeconómicos escasos.
• Responsabilidad de hijos pequeños.
• No poder hablar socialmente de la pérdida.
• Otros factores estresantes: conflictividad laboral, tipo de proyecto vital interrumpido
En resumen podemos identificar, poblaciones o grupos vulnerables, de los que hemos hablado con anterioridad, al riesgo de presentar un duelo complicado. Especialmente con estas personas es donde los equipos de cuidadores/as deben centrar sus energías de apoyo.
Que las personas cuidadoras sean capaces de detectar el duelo complicado es esencial para optimizar los recursos, siempre limitados, empleándolos con las personas dolientes que realmente los necesitan.
EJERCICIO: Relee los factores y circunstancias que hacen a las siguientes personas más vulnerables a un duelo complicado
- Bibliografía y enlaces de interés sobre el duelo (consultados 1 de Julio de 2022)
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