El proceso de dar noticias es una de las responsabilidades más difíciles en la práctica médica,
dado que las malas noticias generan una situación estresante para el paciente y también para
el médico. En los últimos años se ha visto incrementada la necesidad de mejorar la destreza de
los médicos a la hora de informar, dado que una buena comunicación médico-paciente aumenta la confianza, mejora la situación emocional del paciente y disminuye la posibilidad de conflictos legales.
Definición de malas noticias
Se definen malas noticias como aquella información que altera al individuo y sus expectativas
de futuro. Las malas noticias de forma estereotípica se asocian siempre al diagnóstico de enfermedad terminal, pero existen otras situaciones en la práctica médica que implican impartir
malas noticias, por ejemplo; el diagnóstico de un daño fetal en una mujer embarazada, diagnóstico por imagen de esclerosis múltiple en paciente joven o el diagnóstico de diabetes mellitus en paciente adolescente
Como mala noticia puede entenderse “aquella que afecta a las expectativas de la persona, bien por ser ella la directamente afectada por la enfermedad o por ser alguna persona de su entorno familiar la afectada” (Arraya, 2001).
En la comunicación terapéutica, en general, y con las familias de las personas dependientes, en particular, existe un momento especialmente tenso y duro, tanto para el profesional como para el grupo familiar: es el de la comunicación de malas noticias. Por sus características singulares, y por las habilidades comunicativas que requiere, vamos a centrarnos en él.
Cuando se comunica una mala noticia hay que tener en cuenta tanto los componentes físicos como psicológicos y sociales de los receptores, comprendiendo el abanico de posibles reacciones, que pueden ir desde el shock inicial hasta la aceptación, pasando por la ira, la incredulidad y la negación.
Así, el transmisor de una mala noticia debe estar entrenado en habilidades comunicativas, informar con sinceridad, utilizando palabras claras y exactas que no puedan generar confusión, y apoyando emocionalmente a los receptores.
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Existen diferentes protocolos de comunicación de malas noticias; entre ellos, el desarrollado por Buckman en 1992 y . Una reciente adaptación al castellano lo ha dado a conocer como Protocolo EPICEE, correspondiendo las siglas a las iniciales de las seis etapas que se describen en dicho protocolo (Ver en Rodríguez Salvador)
• 1ª etapa: entorno. Deberá buscarse un contexto adecuado (lugar, día, hora, momento, apoyos presentes,…) en el que dar la mala noticia. Es muy importante controlar que no haya interrupciones innecesarias y disponer del tiempo suficiente para responder a las cuestiones que puedan surgir.
• 2ª etapa: percepción de la persona enferma. Averiguar qué saben la persona enferma y su familia acerca de la situación, con la doble finalidad de modificar los pensamientos equivocados que puedan tener y adaptar la información que se va a transmitir a su nivel de comprensión.
• 3ª etapa: invitación. Conocer hasta dónde quieren saber y ajustar la transmisión de información al ritmo que necesiten.
• 4ª etapa: conocimiento. Comunicar a la persona moribunda y a la familia la información que le permita tomar decisiones.
• 5ª etapa: empatía. Más que una etapa propiamente dicha, es la actitud que el profesional debe adoptar en todo el proceso.
• 6ª etapa: estrategia. Tras la comunicación de la mala noticia, y para reducir la ansiedad que ésta genera en la persona enferma y en la familia, el profesional debe resumir la información dada, comprobar que ésta se ha entendido y perfilar el sistema de tratamiento y seguimiento.
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En el proceso de comunicación con la familia pueden darse situaciones complicadas que requieren un abordaje especial por parte de especialistas de la psiquiatría o la psicología; éstas son las respuestas de….
negación y de agresividad que pueden presentar las personas enfermas y sus familias ante la comunicación de una mala noticia.
La negación
tiene lugar cuando se produce una total oposición a aceptar la situación, e incluso a recibir información o a tratar el tema. Esto afecta muy negativamente a la relación comunicativa con el centro y, por tanto, repercute en las condiciones del usuario.
La agresividad
supone una respuesta emocional que aparece tras haber recibido, por ejemplo, una información negativa. Suele remitir de manera espontánea; pero si persiste debe ser controlada mediante técnicas como el contrabalanceo emocional o el autocontrol emocional.
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- Bibliografía y enlaces de interés sobre el duelo (consultados 1 de Julio de 2022)
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