Toda gran cultura es ante todo una cultura de la muerte. Cada cultura se caracteriza por su manera de aprehender y tratar el fenómeno de la muerte; sus propios ritos fúnebres, sus prácticas de duelo y sepultura, su propia valoración de la existencia, de la vida colectiva o de la vida individual. No hay cultura sin culto a los antepasados, sin ritualización del duelo, sin lugares y modos institucionales de sepultura.
J. Derrida. Aporías: Morir(se). Los límites de la verdad, 1998, p. 77.
Entendemos por tanto, por Psicología de la Muerte el ámbito de conocimiento que investiga y explica, por una parte, cómo se va desarrollando el concepto de muerte y las vivencias de pérdida y duelo, a través de las diferentes edades, y por otra, la capacidad de saber estar y hacer con quien muere y la vivencia de la propia muerte.
El simple hecho de comentar o decir en alto la palabra muerte, pone en alerta y nervioso a la mayoría de las personas. Sin embargo, el binomio muerte y vida forman la parte central de la existencia humana. España, es uno de los países donde la muerte tiene un sentido y protagonismo hasta pleno siglo XIX. Con los cambios sociales y culturales producidos en el XX, arrastrará al mutismo ciertos temas, considerándolos de mal gusto. La muerte es uno de los temas que la sociedad tendemos a rechazar, evitamos realizar comentarios acerca de la misma, pero inevitablemente forma parte de nuestro día a día, aparecen en las noticias, en las series televisivas, periódicos… ¿realmente comprendemos este concepto?
—El día de la muerte (c. 1859) de William-Adolphe Bouguereau (1825-1905). Musée des Beaux-Arts de Bordeaux, cortesía de Wikipedia.
De acuerdo con Aguilera y González (2009) la noción o significado de la muerte es una construcción social y cultural. Pero también hay que tener en cuenta que la muerte es una construcción de otras dimensiones como biológicas, religiosas, psicológicas… (Pallarés, 2011).
A continuación desarrollamos el significado de la muerte a través de estas dimensiones.
Atendiendo a las características biológicas, todo ser vivo tiene la función de nacer, reproducirse y morir. De ellas, seguro que la primera y la última se producirán. Aunque parece obvio, por lo tanto, la muerte es propia de los seres vivos, forma parte de la vida, hay un principio y un final. Por este motivo debiéramos aceptar y respetar la naturaleza de la muerte. Sin embargo, los seres humanos somos conscientes del fin de la vida, es decir, somos conscientes de la muerte y lo que ella conlleva. Las personas racionalmente actuamos rechazándola y evitándola. Para llegar a este punto, para negar la existencia de la muerte, las personas “generan creencias que sirven de consuelo ante ésta”. (Luque, 2010, p.2)
—El beso de la muerte (1930), realización del taller de Jaume Barba. Cementerio barcelonés de Poblenou.
Como comenta García-Orellán (2003) a través de las religiones se desarrollan creencias que dan respuestas y soluciones ante la muerte. De esta manera las personas se sienten “aliviadas”, se tranquilizan sabiendo que después de la muerte hay otra vida, su alma sigue viviendo.
—Día de Muertos es una tradición mexicana celebrada el 1 y 2 de noviembre en la que se honra a los muertos. Se originó como un sincretismo entre las celebraciones católicas (especialmente el Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos) así como las diversas costumbres de los indígenas de México. Es una festividad que se celebra principalmente en México y en países latinoamericanos como Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y en menor grado en países de América Central y en la región andina en América del Sur, desde el noroeste de Argentina hasta los Estados Unidos, en zonas donde existe una gran población indígena. En el 2008 la Unesco declaró la festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de México.3 Actualmente también se festeja en zonas más al sur, como por ejemplo en Buenos Aires, por migrantes del área andina central, principalmente del occidente de Bolivia, del Noroeste Argentino (NOA), el sureste de Perú, y en Venezuela es celebrado por el pueblo kariña que se le denomina "Akaatompo" o fieles difuntos, también se celebra la llora, todo se trata de celebrar a sus muertos, cabe destacar que el día de los muertos en Venezuela proviene de los nativos y es una costumbre muy antigua que ha cambiado a la llegada de los españoles.
Para entender la muerte, hay que hacer referencia a la ciencia que estudia la misma, la tanatología. Como hemos comentado, hoy en día la sociedad tiende a evitar hablar de la muerte, ya que entiende las consecuencias de la misma, comprenden su irreversibilidad. Desde la tanatología se ha estudiado el motivo por el que las personas niegan este hecho natural de la vida, una de las razones por las que se realiza es por evitar el pensamiento de que uno mismo o misma acabará muriendo. En la edad adulta, cuando más cerca estamos de la muerte, es entonces cuando actuamos ante hecho queriendo desprendernos del sufrimiento y pensamiento tan angustioso que la muerte acarrea.
Para ello las personas desarrollamos mecanismos psicológicos, medios de defensa, se puede llegar a decir que son autoengaños, a partir de los cuales aliviamos estos pensamientos (Pallarés, 2011).
—Detalle del óleo El triunfo de la Muerte (c.
1562) de Pieter Brueghel el Viejo (1526/1530-1569), en
el que puede verse una tétrica carreta con calaveras, un
perro olisqueando la cara de un bebé, fallecido en brazos
de su madre, y un rey yaciente vestido con su capa de
armiño, el cetro en la mano y rodeado de sus riquezas... que no le sirven ante la muerte
LA MUERTE COMO TABÚ CULTURAL:
El simple hecho de comentar o decir en alto la palabra muerte, pone en alerta y nervioso a la mayoría de las personas.
La muerte, constituye la cara oculta de nuestra existencia. Tan presente como nosotros mismos, y configurada para recordándonos a cada paso que somos caducos. Es por ello, que se encuentran dos ideas arraigadas en nuestra sociedad: la primera es que la muerte forma parte innegable del final del ciclo vital y la segunda, es que produce un el cambio de estatus irreversible. Hemos dado la espalda a todo lo referente a la muerte. Es más que evidente que el doble rasero con el que observamos la vida y la muerte, se debe a nuestro miedo ancestral sobre lo desconocido. Precisamente, es ese recelo tan interiorizado el que nos lleva a la creencia de que tras la muerte, se encuentra el vacío o la desaparición total. Al igual, miramos con cierto recelo los testimonios de las personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte, considerándolos en su mayoría fantasías o idealizaciones.
—La Ascensión al Empíreo (SXVI). Una de las cuatro tablas pintadas por El Bosco esta tabla las almas están sostenidas por ángeles que las conducen hacia la luz divina a través de un pasaje cilíndrico
Es importante conocer la diferencia conceptual entre los términos duelo, luto y pérdida, ya que todos ellos se refieren a reacciones psicológicas de los que sobreviven a una pérdida
• Duelo: sentimiento subjetivo provocado por la muerte de un ser querido. La palabra “duelo“ procede del latín “dolus“ y significa “dolor“, es decir: sin atravesar el dolor no se supera el duelo.
• Sentimiento de pérdida: sentirse privado de algo muy querido, insustituible definitivamente y para siempre, a consecuencia de la muerte
• Luto: expresión social de la conducta y las prácticas posteriores a la pérdida: llorar, lamentarse, exteriorizar la pena, vestir, comer, acudir a la iglesia, visitar la tumba, etc. Es una necesidad para mantener el dolor abierto y en algunas culturas incluso una exigencia social o religiosa.
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