Aprender a vivir es aprender a desprenderse.
En esta apartado conoceremos las reacciones típicas que se pueden dar cuando sufrimos una pérdida. Estas reacciones pueden ser a nivel físico, emocional, mental… Pueden aparecer sentimientos, sensaciones, pensamientos y conductas que en principio pueden considerarse normales. También identificaremos en nosotros mismos las distintas reacciones vividas.
EL ciclo vital de la especie humana está marcado por una infancia prolongada que condiciona el desarrollo de una conducta compleja, en la que queda de manifiesto que el ser humano es un animal sociable por necesidad, y no por elección.
Siendo tan importantes para la persona las relaciones sociales, cuando esos lazos afectivos se rompen por fallecimiento del ser querido a la que está vinculado, lo que se produce es un estado afectivo de gran intensidad emocional al que llamamos duelo.
Es importante conocer la diferencia conceptual entre los términos duelo, luto y pérdida, ya que todos ellos se refieren a reacciones psicológicas de los que sobreviven a una pérdida
• Duelo: sentimiento subjetivo provocado por la muerte de un ser querido
• Sentimiento de pérdida: sentirse privado de algo muy querido, insustituible definitivamente y para siempre, a consecuencia de la muerte.
• Luto: expresión social de la conducta y las prácticas posteriores a la pérdida: llorar, lamentarse, exteriorizar la pena, vestir, comer, acudir a la iglesia, visitar la tumba, etc. Es una necesidad para mantener el dolor abierto y en algunas culturas incluso una exigencia social o religiosa. La palabra “duelo“ procede del latín “dolus“ y significa “dolor“, es decir: sin atravesar el dolor no se supera el duelo.La elaboración de las pérdidas es posiblemente un tema central en la existencia humana.
"Los llantos desconsolado / Que estrangulan las gargantas / Los ancianos encorvados / Parece que la tierra les llama" Fito Cabrales
Efectivamente, desde el propio nacimiento, como la primera dolorosa separación, la vida de cada uno de nosotros, de nosotras, es un continuo de pérdidas y separaciones, hasta la última y probablemente más temida, que es la de la propia muerte y la de nuestros seres queridos.
Todas las pequeñas o grandes separaciones que vamos viviendo, no solamente nos recuerdan la provisionalidad de todo vínculo, sino que nos van preparando para el gran y definitivo adiós.
Cada pérdida acarreará un duelo, y la intensidad del duelo no dependerá de la naturaleza del objeto perdido, sino del valor que se le atribuye, es decir, de la inversión afectiva invertida en la pérdida
El dolor por la pérdida, por las pérdidas, es parte de nuestra condición humana, de nuestra naturaleza, deuda de nuestra estirpe atada al tiempo y a lo fugaz.
La palabra “duelo“ procede del latín “dolus“ y significa “dolor“, es decir: sin atravesar el dolor no se supera el duelo.
Considerar la muerte de una persona querida como un tipo de pérdida, más que verla como algo único y totalmente diferente, nos va a permitir integrarla en un modelo más amplio de las reacciones humanas.
Podemos, pues, considerar que el duelo es producido por cualquier tipo de pérdida, y no sólo es aplicable a la muerte de una persona. Por lo tanto el proceso de duelo se realiza siempre que tiene lugar una pérdida significativa, siempre que se pierde algo que tiene valor, real o simbólico, consciente o no para quien lo pierde.
Pangrazzi enumera una gran cantidad de tipos de pérdidas que he condensado en cinco bloques:
1.Pérdida de la vida. Es un tipo de pérdida total, ya sea de otra persona o de la propia vida en casos de enfermedades terminales en el que la persona se enfrenta a su final.
2.Pérdidas de aspectos de sí mismo. Son pérdidas que tienen que ver con la salud. Aquí pueden aparecer tanto pérdidas físicas, referidas a partes de nuestro cuerpo, incluidas las capacidades sensoriales, cognitivas, motoras, como psicológicas, por ejemplo la autoestima, o valores, ideales, ilusiones, etc.
3.Pérdidas de objetos externos. Aquí aparecen pérdidas que no tienen que ver directamente con la persona propiamente dicha, y se trata de pérdidas materiales. Incluimos en este tipo de pérdidas al trabajo, la situación económica, pertenencias y objetos.
4.Pérdidas emocionales. Como pueden ser rupturas con la pareja o amistades.
5.Pérdidas ligadas con el desarrollo. Nos referimos a pérdidas relacionadas al propio ciclo vital normal, como puede ser el paso por las distintas etapas o edades, infancia, adolescencia, juventud, menopausia, vejez, etc.
El proceso de duelo se realiza siempre que tiene lugar una pérdida.
Vivencias de la persona en duelo
Veamos las vivencias más comunes en nuestro medio (Lizarraga, et al. , 2005):
- Dimensión física. Se refiere a las molestias físicas que pueden aparecer a la persona en duelo. Sequedad de boca, dolor o sensación de vacío en el estómago, alteraciones del hábito intestinal, opresión en el pecho, opresión en la garganta, hipersensibilidad a los ruidos, disnea, palpitaciones, falta de energía, tensión muscular, inquietud, alteraciones del sueño, pérdida del apetito, pérdida de peso, mareos. Algunas investigaciones han demostrado que las situaciones de estrés están íntimamente relacionadas con la inmunodepresión y, por tanto, el organismo humano es más vulnerable a enfermar. Y obviamente la muerte de un ser querido es una de las experiencias más estresantes.
- Dimensión emocional. Aquí señalamos los sentimientos que el deudo percibe en su interior. Los estados de ánimo pueden variar y manifestarse con distintas intensidades. Los más habituales son: sentimientos de tristeza, enfado, rabia, culpa, miedo, ansiedad, soledad, desamparo e impotencia, añoranza y anhelo, cansancio existencial, desesperanza, abatimiento, alivio y liberación, sensación de abandono, amargura y sentimiento de venganza.
Voy a profundizar un poco más en alguno de estos sentimientos. Así, respecto a la tristeza, destacaremos que si antes de morir la relación con el ser querido se ha sanado y se ha podido expresar el afecto, el manejo de la tristeza será menos complejo. Si no se ha podido expresar, todavía estamos a tiempo de aliviar la pena mediante técnicas de visualización etc. Generalmente las penas compartidas en un grupo de personas en duelo con situaciones parecidas es un alivio. El remedio más eficaz para la tristeza es el consuelo, que fundamentalmente habrá que buscarlo en el interior de uno mismo, de una misma, sin menospreciar el que se recibe del exterior por otros seres queridos.
Si el origen de la tristeza está más bien en que no dio tiempo a despedirse o a manifestarle a la persona difunta todo lo que significaba para el deudo, se le puede sugerir a este que escriba una carta de despedida. Una carta sincera, escrita desde el corazón.
Cuando el sentimiento predominante es la rabia, deberemos entender que se trata de un mecanismo de compensación del dolor sentido. La mejor herramienta es canalizar y expresar la rabia. La actividad física con gran esfuerzo suele ser un buen remedio para calmar esa rabia que nos oprime, así como el romper papeles, o golpear un cojín o quizás el gritar en un lugar seguro.
La rabia y la ira puede verse transformada en sentimientos de culpa suele aparecer con cierta frecuencia (hacia uno mismo/a, la persona fallecida y/u otras personas). Si la causa de la culpa puede subsanarse en alguna medida mediante actos físicos o materiales, es buena idea estimular al deudo/a para que los realice. Quizás algún tipo de ritual en el que solicitamos el perdón del ser querido pueda aliviar. Relacionado con esta estrategia, si la persona es creyente, pedir perdón mediante alguna oración, sabiendo que la persona difunta nos puede escuchar desde otra dimensión, puede dar buen resultado. Nunca sobra en el trabajo de duelo, si aparece la culpabilidad, el intentar objetivizar los comportamientos, ya que en muchas ocasiones son más fruto de nuestras autoexigencias que de la realidad.
- Dimensión cognitiva. Se refiere a lo mental. Dificultad para concentrarse, confusión, embotamiento mental, falta de interés por las cosas, ideas repetitivas, generalmente relacionadas con el difunto, sensaciones de presencia, olvidos frecuentes.
- Dimensión conductual: Se refiere a cambios que se perciben en la forma de comportarse con respecto al patrón previo. Aislamiento social, hiperactividad o inactividad, conductas de búsqueda, llanto, aumento del consumo de tabaco, alcohol, psicofármacos u otras drogas.
- Dimensión social. Resentimiento hacia los demás, aislamiento social.
- Dimensión espiritual. Se replantean las propias creencias y la idea de trascendencia. Se formulan preguntas sobre el sentido de la muerte y de la vida.
EJERCICIO:
Piensa en las situaciones de duelo a las que te has enfrentado en tu vida. Apunta en la siguiente tabla y registra las emociones por las que fuiste pasando, las sensaciones físicas que experimentaste, los pensamientos y las conductas. ¿Presentaste alucinaciones auditivas o visuales o ilusiones táctiles de la presencia de la persona difunta? ¿Has conocido a alguien que haya experimentado?
- Bibliografía y enlaces de interés sobre el duelo (consultados 1 de Julio de 2022)
Los contenidos, dibujos, tablas y/o esquemas de esta entrada han sido creados por Visi Serrano para https://psicosociosanitario.blogspot.com/, que se distribuyen bajo Licencia Creative Commons BY-NC-SA.
A excepción de los símbolos pictográficos utilizados en esta entrada que son propiedad del Gobierno de Aragón y han sido creados por Sergio Palao para ARASAAC (http://www.arasaac.org), que los distribuye bajo Licencia Creative Commons BY-NC-SA.
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