Prevalencia de los trastornos mentales en prisión

Han pasado ya trece años desde que se publicaron los primeros resultados epidemiológicos del estudio PreCa (Prevalencia de Trastornos Mentales en Cárceles), en el que parecía confirmarse una realidad que años antes había sido denunciada por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias: la alta prevalencia de los trastornos mentales en las cárceles españolas.

A continuación, en la Tabla  se presentan en modo resumido los principales trastornos mentales, sus mecanismos implicados y los principales delitos con los que están relacionados (Carmen Zabala, 2016).

En el trabajo de Carmen Zabala se concluye que la prevalencia de los trastornos mentales en prisión es muy elevada, constituyendo a día de hoy el principal y más preocupante problema de salud y ante el que la administración penitenciaria tiene que dar una respuesta. Urge que se articulen estrategias de evaluación e intervención especializada que permitan identificar las necesidades de estas personas.

Las personas con enfermedad mental entran en contacto con el sistema penal y penitenciario, entre otras causas, debido a la falta de recursos de salud mental en el ámbito penitenciario adecuados a su patología para el cumplimiento de su condena (contemplado en la ley pero no aplicado), lo cual hace que los centros penitenciarios se sobreocupen por encima de su capacidad. Los servicios de atención psiquiátrica penitenciaria deberían formar parte de la red de salud mental y social comunitaria para poder abordar este problema tan complejo y especifico como son los trastornos mentales en un entorno penitenciario que ya por sus características y dinámicas, no es el lugar apropiado para las personas con trastorno mental.

El conocer la prevalencia de personas que sufren trastornos mentales y están en los centros penitenciarios es muy relevante para identificar las necesidades tanto clínicas como jurídicas y sociales que tienen estas personas. Asimismo, permitiría una
adecuada planificación de los servicios de atención, asegurando su continuidad y mejorando la calidad de la misma. Por otra parte es necesario identificar a la población consumidora para poder prevenir la comisión de delitos y la entrada en prisión, siendo fundamental políticas sanitarias y sociales preventivas, así como políticas que propicien la reinserción para los internos que consumen y están dentro de los centros penitenciarios, siendo necesaria una coordinación entre la administración penitenciaria y los recursos de la comunidad. Finalmente, es necesario avanzar en la investigación sobre los trastornos mentales en la población penitenciaria y los factores de riesgo asociados para para el fenómeno que convierte a las personas con trastornos mentales en internos de puerta giratoria: exclusión social-delito-prisión-estigmatización-rechazo-exclusión social.

Conclusiones (Carmen Zabala, 2016):

1) La prevalencia de los trastornos mentales en las prisiones españolas es elevada con una prevalencia vida de un 90,2%, es decir, nueve de cada 10 internos han sufrido un trastorno mental a lo largo de su vida, siendo los trastornos más prevalentes el trastorno por consumo de sustancias, los trastornos afectivos y los trastornos psicóticos.
2) más de la mitad de los internos presentan un trastorno mental (52,2%), es decir, dos de cada cuatro. 

3) La tasa de prevalencia de trastorno mental en población reclusa encontrada
en este estudio es de 5,3 veces superior a la población general.

4) La prevalencia vida de los trastornos de personalidad fue también muy elevada con un 90,8%, nueve de cada 10 internos, siendo los trastornos más prevalentes los pertenecientes al Cluster C y en concreto el trastorno evitativo de la
personalidad.

5). El perfil psicopatológico de la muestra de este estudio se caracteriza por internos que presentan en su gran mayoría comorbilidad entre dos o más trastornos, siendo la más frecuente la coexistencia de trastorno mental y trastorno de personalidad. 

6) En cuanto al perfil delictivo los delitos más frecuentes fueron el delito contra la salud pública y el delito por robo con violencia. 
El consumo de sustancias está relacionado con los delitos contra la propiedad, el abuso está relacionado con los delitos contra la salud pública y la dependencia de sustancias con los delitos contra las personas. 

7) Respecto a la reincidencia. se relacionó de manera significativa con la dependencia de sustancias en una proporción de más del doble respecto a los que no presentaban dependencia de
sustancias, siendo los delitos más reincidentes los delitos de robo con violencia, robo con intimidación, y el delito contra la salud pública, siendo las tasas más altas en los primeros que en el último. Esto parece indicar que aunque los delitos contra la salud pública y contra las personas son los más frecuentes, no son los más reincidentes. 

8) El perfil clínico se caracteriza por una prevalencia más elevada de problemas nerviosos/depresiones y problemas de visión. 

9) El 40% tenían antecedentes psiquiátricos en primera línea de consanguineidad.

10) La relación entre el trastorno mental y el tipo de delito no es muy intensa. Los trastornos del estado del ánimo y los trastornos psicóticos inducidos por sustancias presentan un mayor riesgo de comisión de determinados tipos de robos y el trastorno depresivo mayor y la agorafobia sin historia de trastorno de angustia presentan un menor riesgo de comisión de delitos contra la salud
pública. Se pone de manifiesto la estrecha relación entre el consumo de drogas, la comisión de un delito y el trastorno mental.

11) La relación entre trastorno mental y reincidencia delictiva tampoco es muy intensa. Ahora bien, sí se puede concluir que este riesgo de reincidencia se incrementa con el policonsumo de sustancias y otros factores como variables sociodemográficas, arrestos previos, antecedentes penales, personalidad premórbida y falta de adherencia al tratamiento psiquiátrico y psicológico.
 
12)El hecho de tener un trastorno de personalidad incrementa el riesgo de estar condenado por delitos contra las personas y en un menor grado los delitos
contra la salud pública. Asimismo, tener un trastorno de personalidad no influye sobre la reincidencia delictiva. Al menos no se ha encontrado una relación lo suficientemente fuerte como para que sea estadísticamente significativa.

Este trabajo no está exento de limitaciones que hay que tener en cuenta de cara a la generalización de los resultados obtenidos y a la realización de futuras investigaciones: por un lado, el tamaño de la muestra del estudio es pequeño, se excluye a las mujeres, a los presos preventivos y a las personas mayores, por lo que los resultados no pueden generalizarse a estos grupos. 



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