TRASTORNO LÍMITE DE PERSONALIDAD (TLP)

El trastorno de personalidad es una alteración de la personalidad, de la forma de vivir, de la salud mental, de la forma de ser y de relacionarse con el entorno. Este trastorno hace sufrir a la persona o le genera importantes conflictos en la relación interpersonal y/o social. Es una alteración de la personalidad, de la forma de vivir, de la salud mental, de la forma de ser y de relacionarse con el entorno. La patología viene dada por agrupaciones de rasgos peculiares (no síntomas clínicos) que hacen sufrir a la persona o le generan importante conflictos en la relación interpersonal y/o social

El Trastorno Límite de la Personalidad, también conocido por las siglas “TLP”, pertenece a una clasificación más amplia conocida como Trastornos de la Personalidad entre los que se incluyen el Trastorno Paranoide, Esquizoide, Esquizotípico, Antisocial, Límite… Todos los trastornos de la personalidad tienen características comunes, pero cada uno de los subtipos también dispone de otras características particulares.

Aunque la forma más habitual de referirse a este trastorno es la de Trastorno Límite de la Personalidad, es posible que también hayas escuchado otras formas de referirse a él como “Trastorno de Inestabilidad Emocional de la Personalidad de Tipo Límite”, e incluso “Trastorno Borderline”


El TLP muestra una elevada tasa de prevalencia, cercana al 10% de los casos atendidos en las unidades de salud mental, que cursa con comportamientos de alto riesgo, como las autolesiones, los intentos de suicidio y la agresividad, unido a los altos niveles de sufrimiento personal y familiar que conlleva.


Dadas las características de este trastorno, es fundamental un tratamiento continuado. Además, teniendo en cuenta la especificidad de la sintomatología y la gran cantidad de recursos empleados para su tratamiento, es indispensable el apoyo profesional, tanto sanitario como social, que favorezca el proceso de recuperación y lleve a cabo el seguimiento preciso para el éxito del mismo.


El Trastorno Límite de Personalidad tiende a aparecer a lo largo de la adolescencia o en el comienzo de la edad adulta, entre los 19 y los 34 años. Es importante señalar que, al igual que otros trastornos mentales, el TLP es crónicoestará presente durante toda la vida de la persona aunque como veremos después esto no significa que la persona no pueda tener una buena calidad de vida.

Síntomas del TLP

De forma general, podemos decir que el Trastorno Límite de Personalidad va a afectar a la persona de diferentes formas; en su forma de pensar, de percibir, de reaccionar y sobre todo de relacionarse con los demás y de afrontar los problemas y dificultades. Como resultado de todo ello, es habitual que la persona se comporte de una manera “desajustada” con respecto a las normas o expectativas sociales y culturales. Este trastorno puede presentarse de formas diferentes en cada persona, y esto hace que a menudo el diagnóstico sea complicado. Además, dado que habitualmente se inicia en la adolescencia, los síntomas a veces pueden confundirse con comportamientos o actitudes típicos de esta etapa (minimización del riesgo, desafío, frustración…). Por otro lado, el TLP comparte algunos síntomas con otras enfermedades por lo que también a veces se puede interpretar de forma errónea. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en los últimos años se están desarrollando técnicas y herramientas más precisas, algo que está permitiendo un diagnostico mejor, más preciso y sobre todo más temprano.

Como te decimos, en el TLP pueden darse síntomas muy diferentes y a veces poco específicos pero sí se puede afirmar que hay principalmente dos características significativas: la impulsividad y la inestabilidad afectivo-emocional. Te explico en qué consisten: 

Cuando llueve el río incrementa su caudal como cuando las personas en general se sienten afectadas emocionalmente ante los sucesos estresantes que se encuentran en la vida pero el agua se controla en los márgenes, son capaces de mantenerse estables emocionalmente (ejercen el autocontrol). 

En las personas con TLP, su altísima sensibilidad les lleva a soportar inundaciones y riadas importantes, que pueden arrasar todo lo que tenga por delante. En las personas con TLP el abatimiento, la desilusión, la ira, la angustia y la desesperación surgen ante cualquier suceso, incluso ante eventos que puedan parecer irrelevantes a los ojos de los demás. Entonces los demás les juzgan, se quejan y las califican de intensas, melodramáticas, exageradas, inestables y las personas con TLP vuelven a sentirse rechazadas, dañadas y más abatidas.   Con el objetivo y la ilusión de mantener a raya todo ese agua, todas esas emocionas se colocan un muro de contención. El río está vacío de emociones (aplanamiento afectivo). La persona no siente nada, se siente insatisfecha, abatida, aburrida. Pero más arriba, la presa está apunto de desbordarse y en ocasiones se rompe, inundando rápidamente todo lo que encuentre a su paso.  Es importante que sepas que cuando la persona que lo sufre se comporta de esa manera no lo hace de forma intencionada, sino porque no es capaz de gestionar todo lo que le pasa o todo lo que ocurre de otra manera. Esto le causa a la persona muchísimo sufrimiento y sentimientos de culpa.El objetivo con las personas con TLP es que aprenda a bajar el volumen y se coloque en la alta sensibilidad pero de manera funcional. Que transpiren las emociones. De manera que la persona no se ahoga dentro de sus propias emociones sintiéndose vacía, como una vela dentro de un vaso que se apaga (sensación de vacío). Y la persona recupera su empatía para no manipular, idealizar, mentir, aislarse, todas esas reacciones que ocurren cuando la persona está estancada en una coraza de la que no sabe salir. El niño o niña aprende a no expresar y a inhibir sus emociones y a callarse como se siente y ese es el origen muchas veces del TLP. La retención de emociones genera serias heridas. 

Además de estas dos características principales, las personas que tienen Trastorno Límite de la Personalidad pueden presentar también otros comportamientos o patrones, siempre teniendo en cuenta que no tienen por qué darse siempre o no todos al mismo tiempo puesto que, recordemos, cada persona es diferente a pesar de compartir el mismo diagnóstico. 



¿Cómo lo vive la persona con TLP?




Vamos a imaginarnos que podríamos graduar del 0 a 100 la intensidad de las emociones.

 

Las personas neurótipicas cuando se encuentran mal emocionalmente se enfadan o se ponen nerviosas puedo llegar al 50 o 60.  Cuando están muy apagadas, cansadas o muy tristes estarán cerca del 0. Entonces no hay mucho contraste de cuando están bien o cuando están mal porque se manejan en un nivel de emoción moderado y controlable. Las funciones cognitivas y las habilidades aprendidas les permiten gestionar sus emociones, frenarlas o ejercer el  autocontrol. 

Hay otras personas que biológicamente su sistema nervioso se ha desarrollado de manera diferente (neurodivergentes) y en vez de manejarse entre el 0 y el 50  se manejan entre el 0 y el 75. Les cuesta más trabajo gestionar sus emociones. Son personas altamente sensibles (PAS). Son personas altamente sensibles y hay mucha variedad entre ellas. Sus cinco sentidos (vista, olfato, gusto, oído, tacto) y la intuición funciona de manera diferente, percibiendo estímulos e información que los demás no percibimos, sus conductas,  reacciones emocionales son más intensas en coherencia a sus percepciones y pensamientos. A veces se les confunde con TDAH o altas capacidades, que coinciden con alta intensidad, altas competencias creativas, por independientes, gatos solitarios y raros con mucha vida interior.  Existe incomprensión sobre su intensidad, quejas, sueños y se las convierten en personas conflictivas, poco aterrizadas, exageradas y con baja tendencia a la calidad. 

Por ello algunas de ellas se protegen con una coraza para hacerse impermeable a las críticas de fuera o a su rechazo. Esa intensidad se acumula como el agua hirviendo en una olla expres, y pueden comportarse de manera inestable por todo ese sufrimiento se coloca en alerta y se defiende. Toda esa inestabilidad hace que su entorno todavía le censure más, le castiga por sus errores o delitos. Cuando esa intensidad emocional sube y sube la persona se coloca entre el 90-100 estaríamos hablando en nuestra metáfora del TLP. La persona tiene conductas de altísima intensidad y altísima emocionalidad acarreándole dificultades de relación con los amigos, la pareja, los profesores estudios, la familia y sus compañeros de trabajo. Su alta intensidad emocional le lleva a limitaciones importantes de mayor o menor grado.  El objetivo con las personas con TLP es que aprenda a bajar el volumen y se coloque en la alta sensibilidad pero de manera funcional. Que transpiren las emociones. De manera que la persona no se ahoga dentro de sus propias emociones sintiéndose vacía, como una vela dentro de un vaso que se apaga (sensación de vacío que se cronifica). Y la persona recupera su empatía para no manipular, idealizar, mentir, aislarse, todas esas reacciones que ocurren cuando la persona está estancada en una coraza de la que no sabe salir.


Por el tipo de síntomas y comportamientos que acompañan al TLP, éste suele generar mucha frustración e incomprensión por parte del entorno, además de generar muchas dudas sobre cómo actuar ante él. Por otro lado, y por el impacto que tiene en todas las áreas de la persona, desde su funcionamiento diario hasta las relaciones sociales, en muchas ocasiones tiende a asociarse a conductas o actitudes que la persona realiza a propósito. 

Es importante que sepas que cuando la persona que lo sufre se comporta de esa manera no lo hace de forma intencionada, sino porque no es capaz de gestionar todo lo que le pasa o todo lo que ocurre de otra manera. Esto le causa a la persona muchísimo sufrimiento, sentimientos de culpa, vacío y abandono

El vacío y el abandono en las personas con TLP

Las personas con TLP a menudo se sienten aisladas, ansiosas, aterradas por el pensamiento de encontrarse solas. La gente que las apoya, que se preocupa, es vista como caras amables en medio de la multitud, que son inmediatamente idealizadas por la persona con TLP. Pero en el instante en que hacen algo que sugiere una marcha inminente, o hacen algo que la persona con TLP interpreta como una señal de que están a punto de irse, le entra el pánico y reacciona de distintas maneras, desde estallidos de ira hasta suplicar a la persona que se quede. A veces la persona con TLP dirá de forma directa que tiene miedo de ser abandonada. Pero con la misma frecuencia, este miedo lo expresará de otras maneras, con ira, por ejemplo. Sentirse vulnerable y fuera de control puede ser una situación que provoque enfado. Las personas con TLP buscan ayuda de los demás para que les proporcionen cosas que les son difíciles de obtener por sí mismos, tales como autoestima, aceptación, y un sentimiento de identidad para así poder llenar el sentimiento de vacío que hay dentro de ellos. 

Son hipersensitivos e hipervigilantes, buscando cualquier pista que demuestre que la persona a la que quieren, en realidad no las quiere y que está a punto de abandonarlas. Cuando sus temores parecen confirmarse, pueden presentar estallidos de ira, hacer acusaciones, llorar, buscar venganza, automutilarse o hacer cualquier cosa destructiva. Muchas personas con TLP fluctúan entre extremos de idealización y devaluación, llamados “pensamiento dicotómico”. 

Perciben a las otras personas como brujas malvadas o hadas madrinas, en función de si éstas satisfacen sus necesidades. Muestran dificultades para integrar los rasgos buenos y malos de una persona, la opinión sobre alguien suele basarse a menudo en la última interacción con esa persona. La difusión de la identidad es una característica que conduce a los sentimientos de vacío. La alteración de la identidad se refiere al sentido de no saber quiénes son. Las personas con TLP están llenas de imágenes contradictorias de ellas mismas que no pueden integrar. Comentan que se sienten vacíos por dentro, que no hay “nada en mí”, que son personas diferentes dependiendo de con quién estén. 

Un sentimiento de vacío interior que les convierte en dependiente de los demás para obtener pistas de cómo comportarse, qué pensar y cómo ser; mientras que el estar solos los deja sin un sentido de quiénes son o con el sentimiento de que no existen. Esta dependencia se puede manifestar de maneras muy diversas. La manera más habitual es la descrita por parejas y familiares como “pegajosa” y dependiente pero también podemos encontrar manifestaciones más complejas que van acompañadas de defensas que pueden ser expresadas de manera indirecta, por ejemplo, con desprecios o intentos de control manifestados de diferente manera (en ocasiones desde una postura aparentemente más débil,otras con amenazas...). Esto, en parte, explica los esfuerzos frenéticos e impulsivos que hacen estas personas para evitar la soledad, al igual que sus descripciones de pánico, aburrimiento crónico y disociación. La mayoría de las personas tienen capacidades variables para controlar los impulsos y retardar la gratificación inmediata. Son conscientes de las consecuencias a largo plazo. Pero algunas personas con TLP muestran dificultades en el control de impulsos. Pueden intentar llenar el vacío y crear una identidad para ellos mismos a través de conductas impulsivas como atracones de comida y vómitos, actividad sexual indiscriminada, compras compulsivas o abusos de sustancias. Dichas actividades dañinas pueden ser una manera de expresar rabia u odio a uno mismo.


Además, es habitual que debido a su patrón de comportamiento, la persona vaya perdiendo progresivamente los apoyos, algo que de alguna manera confirma su miedo al abandono, generando de nuevo más sufrimiento. De hecho, los estudios revelan un 10% aproximado de suicidios entre las personas que padecen este trastorno, siendo ésta una evidencia del sufrimiento y desesperanza que viven. 

¿Por qué aparece el TLP?

Como en tantos otros diagnósticos de enfermedad mental, no se conoce una causa concreta para el Trastorno Límite de la Personalidad. Sin embargo, sí podemos destacar algunos factores de riesgo que hacen a las personas más vulnerables a desarrollar este trastorno.

  • Algunos estudios y autores consideran que el factor genético tiene cierta carga en este diagnóstico. El principal argumento a favor de esta idea es que numerosas personas con Trastorno Límite de la Personalidad tienen familiares con este y otros trastornos de la personalidad y el ánimo. Es el factor más estudiado en la actualidad y múltiples estudios avalan la influencia del mismo. Se refiere principalmente a aspectos de la bioquímica y funcionamiento cerebral.

A lo largo de los años se han identificado múltiples factores tanto psicológicos como sociales o ambientales.

 Factores psicológicos: En función de la corriente psicológica a considerar se presta especial atención a diferentes aspectos. Algunos profesionales remarcan la importancia de los mecanismos de defensa de la persona para abordar las situaciones (psicoanálisis), otros hacen hincapié en la historia de aprendizaje de la persona (conductismo), y unos últimos ponen de manifiesto la importancia de aspectos cognitivos, por ejemplo, la forma en que las personas procesan la información (cognitivismo).

 Factores sociales y ambientales. Todos estos aspectos tienen una gran importancia e influencia en el establecimiento y desarrollo de esta enfermedad. Con ellos nos referimos a cuestiones como la educación, los modelos parentales, el ambiente familiar, el entorno y sucesos vitales… En concreto, se sabe que sucesos con alta carga de estrés, especialmente aquellos que se viven en la infancia o adolescencia, aunque también en la vida adulta son importantes factores de riesgo para el desarrollo del TLP: abusos sexuales, cuidados negligentes, malos tratos…

  • Por otro lado, las conductas adictivas y el consumo de sustancias están empezando a coger fuerza como un factor determinante en el desarrollo del Trastorno Límite de la Personalidad.
Las personas con TLP lo pasan mal a la hora de relacionarse con los demás. Sin embargo son excepcionales en los ámbitos de su vida donde sus capacidades creativas y de empatía tienen valora añadido.  Cuando tienen que hacer algún tipo de trabajo individual y reflexionar sobre ello y en general cualquier tipo de situación que no sea social que no implique relacionarse con gente, como cuando la situación social es ambigua, en la que ellos no sepan bien interpretar los gestos, las caras de los demás y sus  implicaciones. Recordemos que estas personas tienen una mezcla de alta sensibilidad y temperamento. En ocasiones lo que precipita la aparición del TLP es un trauma en relación al haberse sentido en algún momento de su vida poco entendida, abandonada, malinterpretada y juzgado muchas veces. El niño o niña aprende a no expresar y a inhibir sus emociones y a callarse como se siente y ese es el origen muchas veces del TLP. La retención de emociones genera serias heridas. 

Siguiendo el modelo de las capas de una cebolla en nuestro desarrollo desde la infancia iríamos engrosando diferentes capas a nivel social. Al nacer el bebe responde emocionalmente a todo lo que rodea con la alta espontaneidad, intensidad y emotividad propia de su desarrollo cerebral. En contacto con las personas adultas que le cuidan (padres, madres, abuelos, profesores, compañeros,...) se van abriendo al mundo social, van aprendiendo competencias sociales en coherencia con el desarrollo de su cerebro. Después tendrá un grupo de amigos y amigas, parejas, compañeros y compañeras de trabajo. Nuestras competencias sociales y habilidades para identificar y gestionar las emociones son un sumatorio de todas las experiencias cada persona ha ido acumulando a lo largo de su vida al relacionarse con las distintas personas con las compartido su vida en algún momento. 

Cuando en algunas de las capas la persona se siente insegura porque no puede expresarse tal y como se siente porque nota que causa rechazo por su intensidad para expresarse, su alta sensibilidad o por preocuparse en exceso el entorno social les juzga o le malinterpreta se produce una fisura, un quiebre, una ruptura.  Cuanto más antigua (temprana) sea la fisura más repercusión va a tener porque se va arrastrando por el resto de capas entonces. La inseguridad infantil el niño o niña la arrastra y la lleva al colegio en el colegio se siente señalado, incomprendido, la grieta va haciéndose cada vez más grande. En la adolescente arrastrará y se crearán nuevas grietas y cuando se hecha una pareja la dieta es aún más grande y en el trabajo pues en general cuando una persona tiene un trauma relacional previo cuando ha sufrido y no se ha sentido segura en alguna capa lo va arrastrando a las demás capas y esto hace que la persona interiormente se sienta insegura e incompleta. Estas fisuras le impiden a la persona conectar con su niño interior con lo que con lo que es,  con lo que necesita, lo que le gusta, de ese motor interno natural. Cuando hay fisuras se pierde la conexión con esa parte importante, se  pierde la orientación no sabe bien a qué atenerse entonces necesita a otras personas que sean más sólidas y la persona puede volverse dependiente en un intento de que estas personas le cubran la fisura.  Se vuelve dependiente cuando cuando por ejemplo se se suelta de la familia y se agarra al amigo y cuando se suelta del amigo se agarra a la pareja y la persona se termina volviendo dependiente de distintas personas a lo largo de su vida. En la idea de que la persona cree que le va a cerrar la grieta pero estas fisuras no se cierran desde fuera se cierran desde dentro.  La persona con TLP tiene que aceptar que tiene limitaciones como todo el mundo, por ejemplo dificultad para relacionarse y dificultad para para contener su impulsividad pero tiene que fijarse en sus potencialidades por ejemplo la empatía y la creatividad. Como tiene empatía y creatividad debe aprender a poner estas competencias en valor.  La recuperación va desde dentro hacia afuera no desde fuera hacia adentro. 

¿Cómo evoluciona el TLP?

La evolución del Trastorno Límite de la Personalidad es variable y tiende a depender de la singularidad de cada persona, así como de sus circunstancias, por lo que es difícil realizar afirmaciones que engloben a todas las personas.

Con respecto a cómo evoluciona y se va manifestando en las distintas etapas de la vida, señalar que 

  • durante la infancia se pueden observar rasgos como impulsividad, inestabilidad emocional, hostilidad o hiperactividad, pero es importante recordar que el Trastorno Límite de la Personalidad habitualmente comienza a manifestarse al final de la adolescencia o inicio de la edad adulta. 
  • Una vez diagnosticado, el paso del tiempo puede dar lugar a que se asocien otras problemáticas (trastornos de la conducta alimentaria, abuso de sustancias, trastornos depresivos…).
  • Una vez se alcanzan los 30 años de edad la impulsividad tiende a disminuir y aparecen manifestaciones de estabilidad. Si la persona cuenta con un entorno y vida estable, rutinas de trabajo u ocupación que sea significativa para ella, y una aceptación de la realidad de su enfermedad, la aparición de esta estabilidad se favorece. En esta estabilidad influirá también el grado de deterioro personal, cognitivo y social que haya ocurrido (o no) durante las etapas previas, pero como decimos, los estudios dicen que con un buen sistema de apoyos, las personas con TLP pueden encontrar notables mejorías y disfrutar de una buena calidad de vida. 

¿Cómo se trata el TLP?

Tal y como hemos ido diciendo anteriormente, el Trastorno Límite de Personalidad y sus manifestaciones son complejas, algo que también puede complicar el tratamiento. Por un lado, en muchas ocasiones el patrón de comportamiento se entiende como algo propio o voluntario de la persona, por lo que a veces el diagnóstico e incluso la solicitud de ayuda llegan muy tarde.

Además, la inestabilidad emocional en su día a día y la dificultad para adquirir conciencia de enfermedad llega a producir una baja adherencia al tratamiento farmacológico y psicosocial, y además suele estar acompañada de abandonos frecuentes. 

La escasa adherencia al tratamiento farmacológico y psicosocial suele dar lugar a:

 Paso por múltiples y diferentes profesionales sin poder trabajar los objetivos terapéuticos

 Presencia de sintomatología sin que la persona pueda manejarlos.

 Cambios frecuentes de psicofármacos.

 Abandono e inconsistencias en el seguimiento del tratamiento.

Para combatir este pronóstico y alcanzar una buena calidad de vida resultado de una evolución favorable, la persona debe contar con apoyos que respondan a sus necesidades. Es por esto que se recomiendan tratamientos integrales que tengan en cuenta las diferentes dimensiones de la persona. 

El enfoque terapéutico actual responde a las siguientes pautas:

 Tratamiento con psicofármacos.

 Psicoterapia (Por ejemplo EMDR)

 Intervención en crisis mediante hospitalización.

 Abordaje desde la red de apoyos: familia y profesionales.

Tratamiento farmacológico:

Una medicación adecuada puede favorecer la adecuada vinculación y adherencia de la persona a otros tratamientos. Sin embargo, debe ser considerado como una intervención complementaria al trabajo realizado entre la persona y sus apoyos, nunca como un sustitutivo de dichos apoyos. 

En la actualidad, no existe un tratamiento farmacológico específico para el Trastorno Límite de la Personalidad, sino que se orientan al tratamiento de ciertos síntomas concretos. En función de la sintomatología concreta de la persona se prescribirán los fármacos oportunos. Los síntomas a tratar se suelen distinguir en tres grupos: inestabilidad emocional y afectiva, impulsividad y dificultades cognitivas.

Generalmente, se apuesta por fármacos con menos efectos secundarios de manera que se facilite la adherencia al tratamiento.

Cabe recordar que el Trastorno Límite de la Personalidad es una patología crónica, por lo que la medicación no proporciona una cura, sino una reducción de la severidad de los síntomas y sobre todo facilita que la persona acceda y se mantenga vinculada a otro tipo de apoyos como los que señalamos a continuación.

Psicoterapia y tratamientos psicosociales

Son intervenciones psicológicas y sociales orientadas a ayudar a las personas con enfermedad mental, en este caso TLP a mantener la estabilidad en el cuadro clínico, mejorar el funcionamiento psicosocial y el desempeño cotidiano, a alcanzar un mayor nivel de autonomía y a conseguir una mayor calidad de vida.

Con respecto a las intervenciones psicoterapéuticas, comienzan con una evaluación de la situación de la persona en la que, en función de las necesidades, se opta por un tipo de tratamiento concreto y una intensidad ajustada a la situación.

Estas intervenciones pueden combinar diferentes modalidades (individual, grupal…) y tienden a plantear intervenciones con múltiples componentes activos. En este sentido, las técnicas cognitivo-conductuales, el entrenamiento en habilidades sociales y la psicoeducación son técnicas que han demostrado su eficacia.

Con todo, no se trata de una intervención sencilla puesto que frecuentemente las personas que acuden buscan soluciones inmediatas que el profesional no puede ofrecer. Cuando esto ocurre, las personas que sufren esta patología (y su red de apoyo) pueden no percibir el apoyo que buscan y abandonar el tratamiento.

Los resultados que se persiguen con el tratamiento psicoterapéutico son:

 Aumentar o adquirir conciencia de enfermedad, con información clara sobre la enfermedad, síntomas y dotar de herramientas a la persona para gestionarlos.

 Incrementar el nivel de habilidades adaptativas, capacidades funcionales (autocuidado, empleabilidad, acceso a la comunidad, manejo en el hogar, búsqueda de amistades…).

 Incremento de las características que posibiliten la presencia y participación en la comunidad, la toma de decisiones, la competencia y el respeto

 Aumento del bienestar físico y psicológico 

Tener unos hábitos saludables

Como sabemos, disponer de hábitos saludables y de rutinas favorece la estabilidad ante cualquier problema de salud mental, y también en el Trastorno Límite de Personalidad será importante trabajar sobre ello.

Así, mantener unos buenos hábitos de alimentación evitando alimentos grasos o precocinados y evitar el sedentarismo van a ser cuestiones clave para que la persona se mantenga estable.

Los hábitos de sueño son también importantes. En ocasiones, la persona necesitará ayuda farmacológica para regularlo, pero es necesario acompañarla con otros hábitos como mantener siempre el mismo horario, realizar actividades relajantes antes de acostarse…

Por supuesto, y como ya se comentaba en los factores que pueden ayudar a mantener una mayor estabilidad, es fundamental que la persona cumpla adecuadamente con el tratamiento que tiene pautado, así como evitar cualquier tipo de consumo de alcohol u otras drogas. El consumo de tóxicos puede interferir en el efecto de la medicación, y por otro lado, tiene un efecto negativo directo en la evolución de la enfermedad. El consumo de drogas es un nuevo intento por regular emociones que le son absolutamente desbordantes.

Apoyo social y familiar

La familia ocupa un lugar central en la vida de las personas, puesto que sabemos que es la principal referencia y fuente de apoyo. Simultáneamente, la familia pasa por su propio proceso de aceptación y adaptación y necesita de un aprendizaje que proporcione pautas y herramientas necesarias para afrontar las situaciones que resultan de la enfermedad en el ámbito de las relaciones sociales. Contar con una red de apoyos amplia y positiva, garantiza que la persona pueda avanzar en su vida, y tenga más facilidades para desarrollarse personal y socialmente

Por otro lado, hay que tener en cuenta además que en las familias de personas con Trastorno Límite de la Personalidad, se da un gran sufrimiento. Es importante que este sufrimiento no pase desapercibido y que los sentimientos de angustia, negación, e impotencia se trabajen en un intento por avanzar hacia la aceptación de la nueva situación familiar. Por esto es necesario también el trabajo personal de cada miembro de la familia

Las enfermedades mentales en general, y el Trastorno Límite de Personalidad en particular son aún muy desconocidas, y alrededor de ellas giran muchas dudas e ideas erróneas. 

Algunas preguntas y respuestas sobre el TLP

A continuación te aclaramos algunas cuestiones:

1. ¿Qué es y como se diagnostica el TLP?

El Trastorno Límite de Personalidad (TLP) está actualmente ubicado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su Quinta Edición (DSM-5) como parte del grupo B de los trastornos de personalidad (American Psychiatric Association, 2013). Según el DSM-5 (APA, 2013) el TLP se define como un patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:

1. Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado.

2. Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre devaluación e idealización.

3. Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable.

4. Impulsividad en al menos dos áreas, que es potencialmente dañina para sí mismo.

5. Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamiento de automutilación (son considerados a parte de los demás ítems).

6. Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo.

7. Sentimientos crónicos de vacío.

8. Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla.

9. Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.

Más info en este enlace:  https://www.trastornolimite.com/tlp/criterios-diagnosticos-trastorno-limite-de-la-personalidad-tlp

2. ¿Qué podemos hacer ante un diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad?

Cuando se da el diagnóstico de enfermedad mental es conveniente que tanto la persona que lo recibe como su entorno más inmediato acudan a los todos los servicios especializados en enfermedad mental que puedan facilitarles información y orientación en este momento complicado. También es una buena idea ponerse en contacto con el Centro de Salud Mental y contactar con asociaciones de familiares y personas afectadas que conozcan de esta realidad. Estos recursos ayudarán a conocer la enfermedad y facilitarán información sobre otros recursos disponibles tanto para la persona como para los diferentes miembros de la familia.

Contar con el apoyo de personas y familiares que están pasando o que han pasado por vivencias similares ayuda en el proceso y proporciona nuevas herramientas para afrontar la enfermedad tanto a la persona como a su familia.

Es importante aprovechar las primeras etapas de la enfermedad para realizar estos avances. De esta manera podremos conocerla y trabajar junto a profesionales para abordar desde un principio las dificultades que se van presentando.

2. ¿Qué se puede hacer si la persona rechaza el tratamiento?

En la mayoría de las personas el abandono del tratamiento implica una recaída y es una de las causas más frecuentes de los ingresos hospitalarios. Además, los abandonos o la baja adherencia al tratamiento implican mayores dificultades de cara a la inclusión de la persona en la sociedad, su desarrollo personal y sus relaciones familiares. Con todo, hay que tener en cuenta las posibles razones de ese rechazo para buscar la mejor alternativa de solución. 

Algunas de estas razones pueden ser:

 Falta de conciencia de enfermedad que lleva a que la persona no perciba la necesidad de continuar con el tratamiento. 

 Estigma y discriminación social hacia la enfermedad mental que se expresa en una visión negativa sobre todo aquello que tenga que ver con la misma.

 Cansancio de la persona que sufre la enfermedad en relación con la toma de un tratamiento que se alarga en el tiempo. Este es un fenómeno que también ocurre en otras enfermedades crónicas, por ejemplo, la diabetes.

 Los efectos secundarios de la medicación pueden motivar a su abandono.

También es posible que se atribuyan erróneamente efectos molestos a la medicación cuando, verdaderamente, son resultado de la propia enfermedad.

Como orientación general, es importante apoyar a la persona para que acepte la nueva situación. Hablar con ella y favorecer todo lo que le ayude a aceptar la enfermedad y su tratamiento (ocupación, seguimiento sanitario, grupos de apoyo…).

3. Una vez que se inicie el tratamiento, ¿pueden surgir dificultades?

Como ya hemos establecido, encontrar un tratamiento adecuado para una persona con Trastorno Límite de la Personalidad puede ser dificultoso por la diversidad de manifestaciones que presenta el mismo y por la inespecificidad de los fármacos existentes para el control de los síntomas. Debido a esto, el tratamiento debe plantearse atendiendo a las diferentes necesidades y dificultades que pueden presentar las personas afectadas por este trastorno en sus distintos ámbitos de desarrollo y funcionamiento.

Además, a lo largo de la vida, las necesidades, dificultades y circunstancias de cualquier persona cambian, y lo mismo ocurre en las condiciones de vida de las personas con Trastorno Límite de la Personalidad. Estos cambios pueden necesitar de reajustes en las intervenciones con el fin de paliar los efectos del trastorno y mejorar su calidad de vida.

Como también se ha explicado, este trastorno se caracteriza por la afectación permanente de ciertos rasgos de personalidad, concretamente la inestabilidad e impulsividad. Esto hace que establecer un tratamiento que mantenga una estabilidad a largo plazo sea especialmente complicado.

En consecuencia, a lo largo del curso de la enfermedad podrá ser necesario el análisis de diferentes opciones de intervención tanto por la persona afectada, como por los distintos agentes implicados en la intervención. 

4. ¿Cómo puedo apoyar a mi familiar con Trastorno Límite de Personalidad?

Como hemos ido señalando, el Trastorno Límite de Personalidad tiene unas características específicas y complejas que frustran mucho a la red de apoyo ya que se sienten confusas a la hora de actuar. Aquí te damos algunas claves que pueden ayudarte, pero no dudes en contactar con servicios de apoyo especializados para poder tener herramientas y pautas más concretas:

 Conocer mejor qué es la enfermedad y sus características te ayudará a entender mejor sus síntomas y comportamientos.

 La inestabilidad emocional y comportamental es uno de los síntomas principales de este trastorno, pero esto no quiere decir que deba aceptarse como habitual.

Es importante establecer límites que ayudarán a la propia persona, pero también a la convivencia y relación familiar.

 Crear una buena relación con el familiar y establecer relaciones de comunicación abierta con todas aquellas personas que puedan apoyar a la persona.

 Cuando la persona tenga la necesidad de hablar y expresarse, escuchar sin hacer comentarios, haciéndole saber que comprendemos su miedo o enfado.

 Tener expectativas realistas respecto a lo que se puede esperar de la personas con enfermedad mental e intentar apoyarle de una forma acorde a las mismas.

 Abordar el tema de la enfermedad mental con normalidad, los temas relacionados con este ámbito deben abordarse con normalidad y claridad tanto con los familiares como con otras personas de su entorno.

 Buscar apoyos, tanto de personas como de recursos, que puedan facilitar el proceso de ayuda y convivencia con la persona con enfermedad mental.

 Si la persona se muestra agresiva o desafiante, ponte en contacto con los Servicios de Emergencia.



CASO PRÁCTICO

En internet es fácil encontrar vídeos con representaciones del comportamiento de personas con TLP. Como primera fuente de información para personas que desconocen el TLP, de entrada son poco aconsejables, ya que al no estar, en general, contextualizados con información complementaria sobre el trastorno, pueden generar confusión. No obstante, cuando ya se conocen las características del TLP, algunos de estos videos pueden ser útiles (no todos, algunos tiene enfoques desafortunados).

Como muestra de este tipo de vídeos útiles incluimos el realizado como trabajo de final de curso por la estudiante de cinematografía Julia Paz,  Cómo vive Fran el Trastorno Límite de Personalidad  (durante la realización estuvo asesorada por dos personas de la Fundación TLP y una persona diagnosticada de TLP).


CASO PRÁCTICO

Ane (20 años),   está  diagnosticada  de  Trastorno  Límite  de  Personalidad.  Se  dan   problemas  de  relación  y  convivencia con sus padres y hermana.  Viene  derivada  por  otro  profesional  que  trabaja  en  un  centro  de  salud  mental de un hospital de la zona tras un periplo por diferentes profesionales .Ane presentó a los 14 años síntomas de tipo ansioso y  de  un  trastorno  alimentario.  La  sintomatología  se  fue  agravando  a  lo  largo  de  los  años  con  episodios  de  autoagresión,  ansiedad  y  vómitos,  y  estado  de  ánimo  depresivo.  Le realizaron exploración neuropsicológica encontrando anosognosia ( incapacidad de introspección para percibir y reconocer una enfermedad o sus síntomas que se presentan), alteraciones en los procesos de recuperación de la memoria diferida, trastornos en la atención sostenida, memoria de trabajo, planificación y organización, bajo control de impulsos (precipitación) y enlentecimiento en el procesamiento de la información. Recibió  un  tratamiento  psicológico  de  cuatro  años de duración con evolución desfavorable por lo que los  padres  decidieron  acudir  a  un  psiquiatra.  Inició  un  tratamiento  farmacológico,  pero  a  pesar  de  esto  la  sintomatología y los problemas de conducta no mejoraron, produciéndose  un  aumento  de  la  agresividad  hacia  ella  misma  y  su  familia (Ane se mostraba cruel y poco empática especialmente con su hermana y madre) así  como  el  aumento  de  conductas  de  riesgo,  consumo  de  alcohol,  dependencia  de  cafeína  y abuso de psicofármacos. Aparecieron ideas de suicidio. Otro psiquiatra le cambió la medicación. En varias ocasiones abandonó la terapia. En esta etapa fue cuando le diagnosticaron un Trastorno Límite de Personalidad. 

Tarea: 

1) Relee el punto 1 ¿Qué es y como se diagnostica el TLP? y señala los criterios que cumple Ane para el diagnóstico de TLP

2) ¿Cuáles crees que son los factores que llega a producir una baja adherencia al tratamiento farmacológico y psicosocial, y los abandonos frecuentes?

3) La escasa adherencia al tratamiento farmacológico y no farmacológico ¿a qué suele dar lugar?

Ejemplo: Cambios frecuentes de psicofármacos.

CASO PRÁCTICO

Joseba, 42 años remitido a consultas externas de Psiquiatría en Julio del 2010, con historia de Ludopatía desde hacía 4 años, derivado por intento autolítico relacionado con episodio de juego semanas antes que requirió ingreso en UCI.

·        Situación sociofamiliar: Soltero sin hijos. En paro. Trabajo de baja cualificación. Padres jubilados. Primero de tres hermanos. Mala comunicación familiar. Problemas de adaptación social desde infancia e inestabilidad en las relaciones interpersonales.

Situación laboral, formativa y económica: Estudios hasta 3º de BUP. Trabajos anteriores no cualificados. Despido como resultado de Juego Patológico. En la actualidad en sin trabajo. Ha terminado de gastar sus ahorros en el último episodio de juego patológico hace 2 meses.

Situación judicial: Denunciado por expareja al producirse un altercado en el que tuvieron una pelea en la calle cuando cada uno llegó con otra pareja diferente con la intención de mantener relaciones sexuales en el local. En la actualidad la expareja ha retirado la denuncia. Está a la espera del dictamen del fiscal. Historia toxicológica Inicio de consumo de tabaco a los 15 años; alcohol a los 16; cannabis ocasionalmente en contexto social. A los 20 años fumaba 20 cigarrillos/día; consumo esporádico de cocaina en ocasiones puntuales – 3 veces al año. La Ludopatía comenzó a los 36 años. Ha presentado épocas de disminución gradual e incluso de remisión total durante 1 año. En la actualidad fuma 20 cigarrillos diarios, bebedor de alcohol patrón fin de semana y ocasionalmente consumo de cannabis y cocaína. Se mantiene sin jugar desde que dejó a la pareja.

Evolución: Inició a los 27 años las primeras relaciones de pareja, heterosexuales hasta la adolescencia y primera adultez, que resultaron insatisfactorias. Desde los 20 a los 30 años, la indeterminación de la identidad sexual se define progresivamente hacia la homosexualidad - sufre por el contexto homófobo en el que se vive que incluye tanto el familiar como las amistades. Hasta los 32 años ha vivido en casa de sus padres. Con 34 años, decide mudarse a otra localidad, después de una pelea con su pareja, para alejarse de él y su entorno. La pareja le pide perdón, le sigue meses después a su nueva casa y conviven juntos. Es la primera vez que inicia vida independiente, cuenta con trabajo y autonomía. Consigue mantener el trabajo y relaciones sociales satisfactoriamente. El juego patológico se inicia durante los 36 años en el contexto de una crisis de pareja. Solicita ingreso en Centro de salud mental para el tratamiento de Ludopatía. Inicia tratamiento con psicología clínica que se deriva a psiquiatría tras un intento autolítico que requiere ingreso en UCI. Requiere ingreso hospitalario y psiquiátrico. Al alta, el patrón de juego patológico ha remitido, vuelve a su ciudad y se mantiene sin jugar 4 meses experimentando alta ansiedad, aumenta el consumo de cigarrillos e ingesta de forma impulsiva. Coincidiendo con la nueva toma de contacto con su pareja la conducta de juego se reactiva y solicita cita en Salud Mental. El psiquiatría le pauta inicialmente medicación. Y en la segunda sesión se le remite a psicología clínica. En el momento que acude a la consulta de psicología clínica el paciente vive con sus padres aislado en su habitación. Presenta una intensa angustia, acatisia, síntomas de anhedonia, apatía y desesperanza que relaciona con su fracaso vital. La primera impresión es un síndrome depresivo. No presenta patrón de juego patológico en aquel momento. A lo largo de las primeras sesiones predomina cuadro de inestabilidad emocional y problemas interpersonales: el paciente describe la relación de pareja como inestable pero le atribuye al mismo tiempo la capacidad de ser la única salida a su situación vital y describe un perfil de relación dependiente e inestable constante en las visitas siguientes. Durante las siguientes visitas rehúye el contacto con otros, refiere pensamientos obstinados, repetitivos y centrados en su pareja a la que idealiza y desidealiza y manifiesta incomprensión hacia lo que le ocurre, dificultad para expresar sus sentimientos y tendencia a inhibir las expresiones de desagrado o disconformidad posterior a las discusiones. Desde el inicio del tratamiento tanto psiquiátrico como de psicoterapia no vuelve a presentar problemas de juego patológico. Durante un periodo en el que se alargaron las sesiones de psicoterapia, el paciente realiza un intento de suicidio tras un episodio de juego. Cuando se explora en la sesión siguiente el motivo, el paciente narra la pelea que tuvo con su expareja en la que llegaron a agredirse físicamente. El paciente describe los episodios de juego como respuesta a enfado e ira causadas por la frustración con la relación de pareja y como forma de mitigar los sentimientos de rabia y ansiedad. Durante los episodios el paciente manifiesta “no pensar” y que al terminar el episodio se produce un aumento de activación vivida de forma angustiosa que se acompaña de deseos de desaparecer y consecuente rumiación autolítica. Esta ideación autolítica se ha seguido de intentos serios de suicidio que han requerido 3 veces la hospitalización e ingreso en UCI. En otras dos ocasiones ha acudido a urgencias y pasado en observación unas horas pudiéndose calmar para volver a casa por su propio pie. A lo largo del tratamiento el paciente consigue cierta estabilización del estado de ánimo disminuyendo los conflictos interpersonales. Sin embargo, cuando se le invita a formar parte de un grupo de terapia para la inestabilidad emocional y el paciente lo rechaza. En los últimos dos meses se plantea la comparación entre el patrón de dependencia de juego y el patrón de dependencia de la relación de pareja. Se valoran los pros y contras de forma motivacional. Y se le traslada la ambivalencia que presenta respecto a poner fin a la relación. Al mes el paciente afirma estar apático e indiferente (“me da todo igual”) pero estable. Ha decidido dejar a la pareja y que no está jugando. Espontáneamente ha extrapolado los recursos conductuales de prevención de recaídas para evitar la conducta de juego a la pareja: borrar el número de teléfono, no acudir a los locales en los que puede encontrarle, realizar actividades incompatibles con llamarle por teléfono, etc. La estabilidad emocional es notable. Se le propone formar parte de grupo terapéutico para trastorno límite de la personalidad (TLP) y acepta.

1) Relee en tu manual los síntomas del TLP. Escribe aquellos que presenta Joseba (páginas 44 a 47)

2) Relee el punto 1 ¿Qué es y como se diagnostica el TLP? y señala los criterios que cumple Joseba para el diagnóstico de TLP


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