Andreas Fröhlich el desarrollador de la Estimulación Basal (EB) en su libro sobre “El concepto”, se lamenta que a menudo se le haya entendido en parte: a menudo se pasó a leer la parte práctica ignorando la parte teórica....cuando es precisamente en esta dónde la práctica adquiere su sentido. En esta entrada, una vez interiorizados los aspectos y supuestos teóricos sobre la EB, se presentan algunas sugerencias básicas y criterios prácticos y de estructura que nos ayudan al diseño de actividades tienen que ver con las áreas de estimulación básica.
Saber es necesario. Pero solamente el saber no ayuda a nadie. Si uno no pone en juego toda su cabeza, su corazón y su alma, no podrá ayudar nunca a ninguna persona de verdad. Elisabeth Kübler-Ross
Un recordatorio...
El punto de partida fundamental de la EB son las personas a las que se acompaña en su camino hacia el desarrollo. El respeto a su situación, a sus necesidades y orientación marcan nuestra intervención, la comunicación y el encuentro con la otra persona.
Para clarificar este aspecto tenemos que volver a clarificar que no es un programa fijo de entrenamiento o intervención, ni un "mecanismo de suministro de estímulos sensoriales ni una técnica ni terapia. No proporciona ninguna prescripción universalmente vinculante típica cuya validez sea independiente de las necesidades de cada persona. Es decir, si no podemos desarrollar programas tipo o estandarizados de intervenciones. Porque no hay recetas o píldoras basales.... hay ofertas personalizadas. El término oferta es muy importante en el contexto de la EB, ya que las personas residentes pueden decidir de forma autónoma y por sí mismos si quieren aceptar esta oferta.
Las propuestas de EB tienen que tener en cuenta las necesidades, experiencias de vida y objetivos de las personas dependientes destinatarias, es decir, si se sopesan, adaptan y, si es necesario, modifican de manera individual.
Sabe es necesario. Pero solamente el saber no ayuda a nadie. Si uno no pone en juego
toda su cabeza, su corazón y su alma, no podrá ayudar nunca a ninguna persona
verdaderamente.”
Elisabeth Kübler-Ross
No deberíamos empezar la casa por el tejado.
En la parte más baja (cimientos) estaría el "saber ser", que hace referencia a la actitud sobre cómo posicionarnos delante de la persona con discapacidad o en situación de dependencia; en la parte media (muros de la casa), se hace referencia al "saber conocer" (conocimientos), y en la parte más alta (tejado) se encuentra el "saber hacer" (práctica).
Nuestras competencias basales, tienen que ver con los conocimientos técnicos (saber hacer) y con una determinada actitud (saber ser). Están las técnicas por las que podemos saber cómo tocar, moverse juntos, ofrecer vibraciones, hacer cambios posturales, transferencias, etc.; está el conocer los principios generales: primero todo el cuerpo y de ahí un más específico, trabajando al ritmo de la persona, etc. Las técnicas se pueden aprender y practicar, los principios se pueden discutir e integrar en proyectos personalizados. La actitud no se puede enseñar, ni practicar como técnica.
Enfoque transdisciplinar y ACP
Todo esto lleva inherente la necesidad de trabajar en equipo, incluyendo a la familia y de intervenir de manera inter y transdisciplinar buscando que la actividad sea significativa y funcional para la persona. Sólo podremos poner en marcha este concepto para dar respuesta a las necesidades de las personas si la visión respetuosa y global de las mismas se traduce en una intervención transdisciplinar.
A mi juicio lo que ofrece la EB está perfectamente alineado con el modelo de atención integral centrado en la persona (AICP) de la que hemos hablado en varias ocasiones. En el gráfico trato de representar como tendrían que ser las propuestas de "acompañamiento basal" a personas con gran dependencia en coherencia con la AICP.
A partir de los años 80, se extiende el concepto de estimulación basal a las personas con gran impedimento en las áreas de: - Percepción - Comunicación - Movimiento y no solo a las personas con pluridiscapacidad. La estimulación basal acompaña durante todo el curso de la vida.
¿QUÉ SE ESTRUCTURA EN ESTIMULACIÓN BASAL?
- Entorno. Es importante la capacidad visual del paciente, colocar las cosas a la vista, y que tenga un buen contraste para diferenciar los elementos.
- Actividades de la vida diaria. Antes de comenzar, es importante introducirlas e informar sobre lo que se va a hacer. No hay una regla fija, puede ser mediante el olfato, vista, comunicación verbal… Para que nos reconozcan, se puede buscar algo que nos simbolice y nos relacione.
- Actividades específicas.
- La intervención en general. Hay que tener en cuenta cada persona con sus posibilidades, necesidades, preferencias, deseos… Crear conexiones con sentido dentro del contexto funcional.
¿CÓMO SE ESTRUCTURA EN ESTIMULACIÓN BASAL?
- Control del entorno desde la perspectiva de los usuarios.
- Con rituales de inicio.
- Con símbolos en contextos funcionales.
- Planificando el procedimiento.
-Verbalmente, visualmente, mediante acompañamiento somático.
- Repitiendo la actividad.
Cuando la persona está sentada tiene que estructurarse de forma distinta a si está encamada. Partir de la postura de la persona para hacer la estructuración. En el caso de tener que adaptar un entorno que van a compartir personas que se pueden sobreestimular con personas que buscan estimulación, es importante adaptarse al más débil ya que puede crearle malestar. Hay que adaptar el inicio de la actividad a cada persona.
Mediante la estructuración proporcionamos:
- Orientación: conocer qué vamos a hacer.
- Seguridad: saber qué voy a hacer para no tener miedo.
Es importante acompañarlo de información verbal o sensorial en función de las capacidades. Igualmente, aunque tengan afectada la comprensión del lenguaje oral, el apoyo verbal es importante, aunque sea para que sepan que estamos ahí. Cada vez que hagamos la misma actividad, repetirla de una manera muy repetida para que lo relacione.
En la actualidad, tenemos una mejor comprensión de los diferentes momentos de un diálogo o encuentro basal que coinciden con elementos del con-tacto como condición de los cuidados básicos:
- Estar en con-tacto continuado durante el intercambio: no se interrumpe el contacto. La mano en contacto puede deslizarse por alguna parte de su cuerpo.
- Toque inequívoco. Con presión, con la mano segura y cerrada, en contacto plano según contexto, y con un movimiento de concordancia con la intención de la persona que toca y con la aceptación del tocado. Continuidad, velocidad y ritmo. El toque tiene que ser claro. La presión variará en función de la persona. Nos adaptaremos en función de la reacción del paciente.
- Actuar en el aquí y ahora.
- Intercambio de escucha y habla durante el contacto.
- Tomarse en serio los propios sentimientos y respetarlos: ser consciente de lo que provoca la otra persona en mi. En situaciones por ejemplo de malos olores, tener conciencia de ello respetando a la persona. No poner caras de desagrado o mantener una posición muy alejada mostrando rechazo.
- Un final claro con despedida: no irnos según acabemos la intervención sin más. Hacer algún gesto que el paciente interprete como finalización del ejercicio.
- Alejarse.
1. Bienvenida-Entrada
- La empatía
- El toque inicial
2. actividad conjunta y,
3. Despedida-Salida.
El encuentro basal fundamenta la relación con la persona. Es la fuente del reconocimiento de la persona residente, en una búsqueda constante de un poco de tranquilidad y comprensión de durante los acompañamientos en las actividades de la vida diaria.
Está estructurado en primer lugar en un saludo de bienvenida personalizado, para orientarle en su entorno y cuerpo, y luego en el ir y venir regular entre el bienestar general y una experiencia más específica(aprendiendo mientras el encuentro dura).
Es simple porque involucra contenidos corporales elementales: una postura cómoda, la respiración, poder seguir el curso de una actividad, ... es descubrir y participar juntos independientemente de su estado cognitivo.
1. Bienvenida-Entrada
Para encontrarnos con la otra persona, primero debemos invertir un tiempo en lograr estar en síntonía, en la misma longitud de onda, es decir, comunicarnos con empatía.
Para tender ese puente primero debemos centrarnos y pensar en la persona.
La empatía es el pegamento, la sustancia, la mielina que conecta los distintos tipos
de cuerpos a medida que interactuamos con ellos. Gracias a esta competencia podemos sintonizarnos y entonarnos con la emocionalidad del otro/a, sintiendo su emoción en nuestro propio cuerpo
La empatía, en gran medida se explica porque nunca existe una experiencia aislada, sino siempre haciendo parte de un contexto. Un gesto, una expresión o una acción siempre están ocurriendo en situaciones
concretas, y es nuestra comprensión del contexto, de lo que ocurrió previamente y de la acción que sigue, lo que nos ayuda a acoplarnos con la
emoción del otro. Por eso no siempre basta el contagio emocional, a menudo es necesario basarnos en una interpretación del contexto para entender lo que está ocurriendo.
La empatía requiere de un doble movimiento, ya que
pese a entrar en sintonía con los demás por medio de una conexión con sus emociones, a la vez es necesario crear una distancia con la emoción adoptada. Por ejemplo, si nos encontramos con alguien experimentando algún tipo de tristeza, podemos ser receptivos a su emoción vivenciando una emoción similar en nosotros; pero si nos quedarnos sintiendo esa tristeza sin ningún tipo de distancia, se va a disminuir nuestra capacidad de dar ayuda, de acompañar y de imaginar soluciones. Un nivel alto de cultivo de empatía debe ir acompañado de la capacidad de regular las emociones y controlar los sentimientos.
En este ritual de bienvenida debemos anunciarnos a la persona, antes de entrar en contacto con su cuerpo, hay que pedirle permiso indicándole que le voy a tocar. Si no nos oye, podemos ponernos en su campo visual. Si no nos ve, podemos tocar el colchón para que note movimiento.
También tendremos que acercarnos al lugar de contacto aceptado por la otra persona: siempre de forma gradual. El primer contacto es el saludo. Este "con-tacto" debe ser claro, inequívoco, con presión para iniciar el encuentro y se mantiene durante el periodo de un saludo. La mano debe adaptarse a la forma de la parte del cuerpo, no de forma plana. A menudo, esto sucede de forma rápida y espontánea, cuando hablamos con la persona y nos mira, se gira hacia nosotros, gruñe, nos toca..... Con algunas personas, es menos obvio. Tenemos que usar un toque inicial para establecer un primer contacto. Es un toque claro y evidente en el hombro, brazo o otro lugar acordado en el cuerpo, donde la persona generalmente tolera bien tocarlo (es requisito conocer la biografía de la persona y tener en cuenta el contexto). A veces unos segundos son suficientes, a veces es recomendable que el contacto permanezca durante todo el encuentro.
Hay que tender puentes hacia el otro, observando y apreciando su tensión muscular, frecuencia respiratoria, excitación, expresión facial, la autoestimulación y otros aspectos íntimamente ligados a su experiencia corporal actual.
Miguel se acaba de despertar. Son las 8:00 de la mañana. Se suele despertar tranquilo y suele aceptar el aseo matutino con agrado. Me acerco, le nombro ("Don Miguel" porque siempre le ha gustado que nos dirigiéramos a él de esta manera), busco contacto ocular, nos miramos, le sonrío y le pregunto: ¿nos damos la mano?. Don Miguel presenta Alzheimer en un estadio avanzado, ya no puede responder a lo que le pregunto. Esta no es una transferencia clásica de información como en una conversación normal entre emisor o receptor. Somos dos personas que van a pasar un tiempo juntas y tranquilas. Se trata de establecer una relación a través de los sentidos y de la comunicación no verbal (a través de la observación, sentidos, considerar las necesidades psicológicas: seguridad y confort, estado anímico, afecto y cariño, preservar la identidad y la dignidad de la persona. Por lo que Don Miguel sigue siendo Don Miguel para mí, y ya sabemos que le gusta y acepta de buen agrado que le toque el brazo con mano firme y evidente, desde el hombro, y dejando que su mano se deslice en la nuestra, espero unos segundos un pequeño movimiento. Todo esto simplemente diciendo lo que estamos haciendo, sin prisas. Esperando y apreciando sus respuestas que son las que me comunican que ya es el momento de retirarle la ropa de cama y trasladarle a su silla de ruedas para ir al cuarto de baño. Le adelanto lo que vamos a hacer. Con una expresión de admiración, pongo mi manos sobre su espalda, percibiendo la tensión de sus músculos y lo ayudamos a colocarse en posición de sentado sobre la cama. Miro a sus ojos, parece tranquilo, me toca la cara y la palmotea. Permanezco unos segundos con su mano caliente en mi cara, y la mía cubriendo la suya, disfrutando ambos del momento. No dejamos de mirarnos a los ojos, me visualizo conectada a él. "¡Uno, dos y tres!" y en un momento ya está sentado en la silla de ruedas para ir al cuarto de baño. De camino al cuarto de baño le envuelvo completamente en una gran toalla de baño, de la cabeza a los pies. Parece encontrarse tan cómodo y a gusto. Le escucho ronronear.
2. La actividad conjunta
En este momento del encuentro...
- Estaremos en "con-tacto" continuado durante el intercambio: no se interrumpe el contacto. La mano en contacto puede deslizarse por alguna parte de su cuerpo.
- Tendremos que observar a menudo en su cuerpo: dolor, postura, respiración, tensión, miradas, suspiros,...;en el contexto ambiental: demasiada o muy poca luz, ruidos, interrupciones, zapatos que pellizcan, la etiqueta de la camiseta que roza,..; y, durante la actividad: demasiado rápido, sorpresivo...
- Toque inequívoco. Con presión, con la mano segura y cerrada, en contacto plano según contexto, y con un movimiento de concordancia con la intención de la persona que toca y con la aceptación del tocado. Continuidad, velocidad y ritmo. El toque tiene que ser claro. La presión variará en función de la persona. Nos adaptaremos en función de la reacción de la persona
- Actuar en el aquí y ahora.
- Intercambio de escucha y habla durante el contacto.
- Tomarse en serio los propios sentimientos y respetarlos: ser consciente y responsable de lo que provoca la otra persona en mi. En situaciones por ejemplo de malos olores, tener conciencia de ello respetando a la persona. No poner caras de desagrado o mantener una posición muy alejada mostrando rechazo.
Don Miguel está generalmente encantado cuando uso la grúa para transferirle de su silla a la silla de baño. Aterriza suavemente: primero los pies, luego las nalgas, la espalda y finalmente la cabeza sobre la superficie acolchada de la silla. Con suavidad y como todos los días le llevo sus manos a su estómago y le doy un pequeño movimiento de balanceo. Algo que hace con frecuencia es balancearse rítmicamente hacia atrás, golpeando su cabeza y espalda contra la superficie acolchada. Una vibración recorre su cabeza, espalda y pelvis. Cuando para es la hora de poner en marcha el agua
Pensemos en otro acompañamiento en las actividades de la vida diaria de este residente. El cambio de absorbente de Don Miguel. Imaginemos que causa de un dolor repentino o un ruido inesperado, Don Miguel se pone tenso y pierde de ahí el hilo conductor de la actividad ("se cae el puente"). Entonces no tendremos más remedio que volver a la experiencia corporal total y, a partir de ahí, volver a desarrollar la atención específica, ya sea al origen del dolor o para continuar la actividad.
Esta experiencia regular de ida y vuelta con la persona en todo su cuerpo es la estructura esencial del encuentro basal. En respuesta a las señales que emite la persona, juntos intentamos restaurar la atención compartida (el puente de nuestra metáfora). Cada contacto, es un momento de tomar conciencia y por tanto de aprendizaje.
Hemos de apoyarnos en las expresiones de su rostro, su tensión muscular y su frecuencia respiratoria. Hay que apreciar y considerar los hábitos y rutinas de la otra persona
He observado que Don Manuel presenta una leve tensión antes de cada cambio postural y de relajación después. Otros compañeros y compañeras de atención directa han desarrollado hábitos ligeramente diferentes con Don Miguel. Isabel le canta una ranchera (uno de los estilos musicales preferidos del residente), Pedro le habla más y se mueve un poco más rápido, otro es bastante tranquilo,.. pero todos y todas nos tomamos el tiempo necesario para que Don Miguel sea reconocido y apreciado independientemente de su estado cognitivo.
3. El ritual de despedida
Terminado el encuentro tiene que ofertarse un final claro como despedida. No deberíamos irnos sin más una vez acabado el encuentro. El toque inicial se puede convertir ahora en un toque de "adiós". O se puede hacer algún gesto como finalización del ejercicio.
Fuentes:
La promoción del desarrollo global a partir de la proximidad, el intercambio y la significación. Carlos Luis Perez Gerez, 2002
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